miércoles, 24 de diciembre de 2008

57. Que todas las noches sean buenas


El costurero de Isabel os invita a ser felices para poder irradiar buenas sensaciones.

jueves, 18 de diciembre de 2008

56. El ensayo

¿Quién, en su primeras lecturas, al ver la palabra ensayo en la cubierta de un libro no ha tenido la tentación de dejarlo? Bien porque ha pensado que sería un tostón o, porque se ha visto leyéndolo con los codos en la mesa y la cabeza entre las manos como si de un libro de texto se tratara.

Como en todo género hay ensayos buenos o menos buenos, pero si el iniciador del género, Montaigne con sus Essais (Ensayos, 1580) consigue que una amiga mía, en los días que puede, desayune a la par que lee uno de sus Essais es que su contenido lo merece.

Y es que resulta que, a diferencia de otros géneros más particulares, el ensayo es una obra de arte. Aparecen en él materiales de construcción y técnicas afines a otras formas de expresión, como la carta, el diálogo, la confesión, el diario, la prosa didáctica y el tratado científico
Y además, tiene que cumplir unas características que hace que el escritor no pueda irse por las ramas al expresar, desde su punto de vista personal y subjetivo, temas diversos con gran flexibilidad.

En el bosque del espejo. Ensayos sobre las palabras y el mundo. Escrito por Alberto Manguel, es un libro ameno que se lee como si de cuentos se tratara. Incluso las ilustraciones hacen mención a los clásicos Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo. Hago mención al ensayo de Manguel para enumerar dichas características que el ensayo debe tener:

-Brevedad: está compuesto por pequeñas piezas en las que Manguel, a través de sus experiencias personales, nos hace reflexionar sobre los placeres y responsabilidades de nuestro quehaceres vitales.

-Carácter sugeridor e interpretativo: la alusión a los dos libros antes citados en forma de frases introductorias como su ilustración ya son de por si bastante sugerentes pero Manguel va más allá cuando expresa, para mi las palabras de una página le dan coherencia al mundo. Las palabras nos dicen qué creemos.

-Intención dialogal: este libro explora los vínculos entre el mundo en que vivimos y las palabras que utilizamos para denominar sus particularidades. Alberto Manguel, que ha cultivado del mundo de la letras prácticamente todas sus facetas, nos dice aquí que "hay una ética de la lectura, una responsabilidad en como leemos y que más allá del diálogo que se establece entre las intenciones del autor y las esperanzas del lector, un libro nos puede hacer mejores y más sabios".

-Carencia de una estructura prefijada: el ensayo, al contrario del tratado científico, no tiene un orden sistemático. Aquí expresa Manguel sus experiencias con otros escritores como cuentos o hace alusión a las charlas que quizá fueron. Piezas sueltas que representan una vivencia personal a la vez que encuentro con la literatura.

-Variedad temática: lenguaje, vidas, experiencias, erotismo, economía, ciencia, escritura etc… para componer un mosaico de palabras en las que nos reconocemos.

-Voluntad de estilo: ésta es una característica imprescindible en el ensayo y Manguel con el suyo, lúcido y ameno, y una prosa elegante, nos conduce por un viaje erudito e irónico a través del corazón subversivo de las palabras. Dice Alberto Manguel que "el conocimiento es como el Everest: hay que escalarlo". No obstante, en este libro ha hecho que la subida sea leve y agradable.

sábado, 13 de diciembre de 2008

55. Sueños I

Sueña con la nieve, la tierra;

los niños, con sus muñecos,

y tú, ¿con qué sueñas?



jueves, 4 de diciembre de 2008

54. Ver más


No me acuerdo ya, de tanto leído y escuchado sobre la crisis, dónde leí que en chino para escribir crisis se usan dos símbolos: uno significa peligro, otro oportunidad. En español y en inglés la palabra crisis se asocia inmediatamente a alarma. Pero todas las crisis abren oportunidades para mejorar nuestras vidas en el proceso.

Lo que está sucediendo ahora bien puede ser la última oportunidad para una abierta y dinámica economía mundial, en especial de los países emergentes. Ya sé que para los pesimistas sonará ingenuo, pero prefiero tener confianza a estar todo el día escuchando solo negrura de futuro cuando éste es tan incierto.

Eso no quiere decir que seamos irreflexivos, es simplemente ver algo más allá.
Quizás si dejáramos de pensar sólo en nosotros mismos y en cómo nos afecta esta temblorosa realidad, añadiríamos pensamientos positivos y creativos que abrieran otros caminos por andar.
Si te fijas, siempre hay una luz en la oscuridad.

martes, 25 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

52. En el séptimo cielo


No siempre se tiene la oportunidad de asistir a un Festival de Cine Europeo, por eso cuando en mi ciudad, Sevilla, cada Noviembre se celebra, procuro organizarme para ver un cine distinto del habitual y esto ha hecho que me distancie algunos días de la escritura.

En el séptimo cielo es “una película sobre el amor donde hablan los cuerpos” dice su director Andreas Dresen.
Pero también es mucho más, es una demostración de cómo se puede hacer buen cine con pocos medios y buenos actores.

La primera imagen nos introduce en un plano corto en el mundo habitual de la protagonista: una maquina de coser traza un pespunte sobre una gruesa tela de invierno, pero no es un pespunte lento a pesar de la dificultad que entraña el tejido, es rápido como la rapidez que impele a Inge a seguir sintiendo.

Podría contar todo lo que me ha llamado la atención en esta película pero no quiero descifrar nada a quien pueda ver el último pase de hoy, último día del Festival, prefiero decir lo que no es:

No es una cinta más sobre el problema de la infidelidad de la pareja.

Tampoco se muestran cuerpos jóvenes y bellos, algo a lo que el cine comercial nos tiene acostumbrados.

Ni maquillajes que encubran los rostros ni cambien la expresión.

No hay exceso de verbalización, casi no hay diálogo.

No esperen encontrar grandes exteriores, los que se muestran están íntimamente unidos al alma y la frescura de lo que se cuenta.

Porque lo que se cuenta es que el amor no tiene fecha de caducidad, ni la ternura, ni los sentimientos profundos y sinceros.

Porque, como dice su director “nuestros cuerpos pueden llegar a ser viejos pero no nuestras almas”.

martes, 21 de octubre de 2008

51. Segunda piel


A Marina le gustan los días de sol para poder hablar con ella. Cuando está en una ciudad, como hoy, huye de las calles estrechas, umbrías y frías, así como de las avenidas llenas de árboles donde las ramas se abrazan cubriendo todo el paseo. Tanto unas como otras le recuerdan los cementerios y a Marina nunca le han gustado los cementerios. Tiene setenta y cinco años, un andar joven y un rostro arrugado pero su mirada es confiada. Hoy, al despertarse, sus ojos permanecen irritados, sin embargo, al ver el sol brillan de alegría.
“Tengo que darme prisa, he de ir en su busca”, piensa mientras se levanta. Cada mañana anda y anda hasta encontrarla. Hoy corre desaliñada. Al pasar por un parque unos niños interrumpen su juego al verla.
-¡Ahí va la loca del pelo blanco! -dicen a coro.
Marina se vuelve enfadada.
-¿Sabéis mocosos? Loca es la persona que ha perdido todo, menos la razón.¡Y si persistiera en su locura se volvería sabia!
No obstante, se da cuenta al verse reflejada en un escaparate que, por su aspecto, es normal que se metan con ella. Busca en sus bolsillos. Con las pocas monedas que le quedan entra en una peluquería y pide que le laven y corten el pelo. Mientras tanto ojea la prensa. El tiempo se anuncia “parcialmente nuboso”.
Cuando sale, liberada ya del pelo ralo y sucio, el sol luce desde lo alto y ella aparece. Marina no la reconoce de momento pero le da igual, la sabe a su lado. Le cuenta el incidente de los niños apesadumbrada por haberse enfadado con ellos. Al cruzar un paso de peatones Marina, sonriente y solícita, se gira para mirarla y trata de distraerla con el primer tema que se le ocurre para que no se marche.
-¿Sabes cómo nacieron estos pasos de cebra? Fue en Inglaterra, en 1951. Hasta entonces estaban señalados por unos clavos metálicos que a veces no eran percibidos por los motoristas...
Hacia la mitad del paso de peatones un motorista, que viene a toda velocidad, choca con Marina y la tira al suelo. El cielo se oscurece como la mente de Marina que cae fulminada sobre ella: su segunda piel.


Yo soy su segunda piel, soy tan antigua que dicen de mí que soy el origen de la pintura. Soy la que más puede decir sobre la forma y situación de los objetos, de las cosas y de las personas.
A Marina la conocí en la calle, no en su mejor momento. Tenía por costumbre habitar el banco del parque de cualquier pueblo o ciudad, aunque no fue siempre así.
Me contó que, al principio, cuando la dejó su marido, fue una liberación para ella, como cambiar de vida. No quería nada, ni a nadie que se lo recordara. Vendió su casa con todos sus enseres y se marchó a viajar por todo el mundo. Él siempre había sido de costumbres fijas, nunca hablaba, excepto para imponer su opinión. Todo lo contrario que ella: aventurera, solidaria y comunicativa.
Se sintió aliviada cuando él se marchó, estaba harta de hablar en su casa sin interlocutor y encerrada como en una prisión con rejas de oro.
Marina aprendió idiomas pensando que podría comunicarse con los demás, pero no obtuvo el resultado esperado. Notaba que, por mucho que hablaba, nadie ponía atención. Todos iban a lo suyo y no la entendían o no la querían entender. Aprendió mimo y toda su verbosidad la transformó en gestos. Durante unos años representó a múltiples personajes carismáticos en todas las plazas hasta que se quedó a vivir en sus bancos.
Estoy cansada de encontrar cuerpos opacos, autómatas ensimismados que cruzan diariamente el mundo. A mí me gusta estirarme, encogerme, moverme bordeando contornos vivos.
Estoy cansada de que me vean oscura, yo no soy oscuridad, soy un estado intermedio, un claroscuro mediático que siempre afirma: ¡eso está ahí!
Y ahí estaba Marina, una mañana de sol como la de hoy, más vieja y más joven, saltando, estirando los brazos al cielo y algunos transeúntes llamándola “loca”. A mí me gustan los locos, las únicas personas que me agradan son las que están locas por vivir, locas por hablar, locas por reír. Cuando Marina se percató de mí, fue por fin, feliz. Había encontrado a otra loca igual que ella, su segunda piel: su sombra.

“En letra pequeña” Libro de relatos VV. AA.
Taller de Creación Literaria Buhaira
Isabel Mallén - Sevilla, 2005

jueves, 16 de octubre de 2008

50. Mi bolso

Cuando voy de viaje huyo de los bolsos de mano grandes que me dejan los hombros doloridos.
Preparo con ilusión uno pequeñito, esos sí, con correa ancha y larga para llevar de bandolera y lo lleno con miniaturas: bloc, lápiz, bolígrafo, documentos, pañuelos, perfume, barra labios, protección solar, anillo y pendientes, tiritas... y hasta un pequeño costurero-reparador que nada tiene que ver con el cajón de sastre de casa. Todo ello bien distribuido en varios departamentos con cremallera para que no se estorben ni caigan en las numerosas veces que abro el bolso para coger el libro, el objeto sin el cual me es imposible viajar. Siempre tengo varios del mismo tamaño (bolsillo) preparados para el hueco destinado a él.
En este viaje guardé con especial ilusión los "Relatos Breves" de Clarín para viajar por Asturias.

Dice John Berger "que la relación con la palabra escrita y la vida suele ser íntima y secreta".

Íntimo y secreto es el halo que algunos libros dejan en nosotros y que perdura a través del tiempo, como el que dejó en mi la lectura de La Regenta, una de mis primeras incursiones en la literatura. A pesar de que el principio del libro me cayó en un examen, no lo odié, al revés, me alegré porque fue un libro disfrutado.
Visitar ahora la heroica ciudad, aunque no tenga que ver nada con la que describe el libro, fue un placer añadido. La épocas cambian y el ropaje con ellas, pero las personas ¿cambiamos tanto?
Cuando comparo a la anciana del cuento o novela corta de Leopoldo Alas "Clarín", Doña Berta, con alguna, que ahora viva en una de esas casas desperdigadas por el maravilloso paisaje verde y frondoso asturiano, y la sitúo en Nueva York, pienso que sentiría lo mismo que Doña Berta en Madrid.
O el cuento Dos sabios, un placer leerlo, ahora que están tan de moda los balnearios, para disfrutar con la ironía y el fino humor de Clarín.

Durante el trayecto de vuelta me crucé varias veces con una chica que llevaba un libro enorme fuera del bolso. No conseguí ver el título, pero por los dibujitos debía ser uno de tantos best-seller que tanto abundan y no pude evitar pensar el daño físico y mental que le produciría.
Ahora leo en una revista atrasada que “un avispado profesor de París y psicoanalista ha escrito un libro para poder hablar de los libros que no se han leído” y me he acordado de esa chica, seguro que lo comprará. Por cierto el autor del libro, experto en marketing supongo, dice que vive rodeado de libros y es un amante de la literatura, pero no le gusta cómo funcionan las cosas. Y puede que tenga razón, como los lectores de best-seller las suyas, muy respetables, claro está.

Lo que sí es cierto es que no se puede leer todo, como no se pueden probar todas las comidas de todos los sitios porque nos atragantaríamos.
Yo prefiero escoger en la medida de lo posible y escribir sobre lo que me gusta. Por eso he escrito también sobre Clarín aquí.
Y de Asturias ¡qué decir! Que volveré, señal de que me ha encantado.

martes, 30 de septiembre de 2008

49. Los amos del mundo


“Los banqueros de inversiones de Wall Street dominando el mundo financiero como los generales del Pentágono dominaban el mundo militar y los profesores de Harvard el del poder blando. Amos del universo. La personificación de aquel momento de orgullo desmedido: George Walker Bush”.

Pero... “todo lo que sube baja” -decía mi abuela.

Lo malo es que, ahora, ¿quién paga los platos rotos?

Fuente: El País

domingo, 28 de septiembre de 2008

48. Llueve

Hoy es domingo y en Sevilla llueve. Es una lluvia sesgada y serena quizás para amortiguar el ruido al caer. No llueve igual en todas partes y no por la cantidad, que varía, sino por el sonido que produce. Aquí los goterones suenan ruidosos en los aparatos de aire acondicionado, nada comparable al sonido de la lluvia en el patio de la casa del pueblo.

Me pregunto como estará el tejado, si resistirá este invierno, desnudo, en espera de su arreglo en primavera.
Hasta los techos se cansan de vivir y, un buen día, se desploman los palos sobre la red del cañizo del falso techo, como si de un equilibrista se tratase y, en un falso movimiento, la pared-cuerda que lo sostiene, jugándole una mala pasada, se desplaza unos centímetros.
Es la oportunidad que tiene el techo de librarse de todo ese andamiaje que le estorba para volver al origen primitivo de su construcción: la nave donde comían las cabras haciendo un alto en la cañada.

Puede que las construcciones también recuerden a sus primitivos habitantes, las cabras, el sonido de las campanitas colgadas al cuello y al cabrero, con su especiales y distintas voces, llamándolas al orden para seguir el camino. Ese camino usurpado por nosotros. Y ellas, repuestas ya por la comida, con las ubres llenas de leche, ¡tan contentas!

Contentas estarán también las naranjas y los limones del pequeño y viejo huerto que sobrevive en la parte posterior de la casa o postigo, como se le suele llamar, preparando sus pulpas, y la hierbabuena creciendo frondosa para darle sabor y olor al caldo del cocido, ¡qué bueno estaba anoche aderezado con la que me traje!
Hoy los frutos del kaki o palosanto caerán pesados por la lluvia y, ya maduros, se romperán para, en esa brecha jugosa alimentar a cabrillas y caracoles.
Al fondo el paraíso o melia que se resiste a quedarse desnudo en este otoño que comienza, vigilará los insectos dañinos conservando el suelo y creciendo rápido para, a la llegada la primavera, regalarnos el aroma de sus flores y el frescor de sus ramas.
Hoy es domingo, llueve y mi huerto brillará.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

47. Sanear las puntas

Hace unos días fui a la peluquería a “sanearme las puntas” quemadas por el sol del verano de ciudad.
Esta expresión: “sanear las puntar o sanearme las puntas” es una respuesta muy común a la pregunta de la chica que está en la caja recibiendo a las clientas, siempre preguntando:
-¿Qué se va a hacer?
Algo que no se corresponde a la realidad porque quien coge la tijera es la peluquera. Nosotras nos limitamos a sentarnos y ponernos en sus manos.

Las peluquerías son un espacio muy curioso por las conversaciones y las opiniones que se lanzan libremente, pero que raras veces se contrastan sobre todo si intervienen la peluquera o peluquero, no sea que nos dejen mocha.
La mía estuvo a punto de llegar saneando hasta el mismo cráneo cuando me revolví en mi asiento al escuchar la opinión:
-¿Y lo que quiere hacer el juez ese?, va a tirar hasta el Valle de los Caídos.

Opinar a la ligera es algo tan común que, si estamos atentos, se puede comprobar como la información, en un principio veraz, va modificándose y ampliándose desde la cúspide de una gran pirámide hasta la base de la misma convertida, no ya en la variante de lo que era, sino en algo que no se parece en absoluto.

Por eso, cuando escucho que hay que pulsar la opinión sobre algo, siento miedo y procuro abrir el paraguas, algo que, como se imaginan, no pude hacer en la peluquería.
Este “abrir el paraguas” significa para mí, como dice el sociólogo Manuel Castells, hacer “una asimilación reflexiva de la información”, para tratar de comprender esa opinión expresada poniéndome en el lugar del que la expresa.

No siempre lo hacemos, a veces como me sucedió a mí, por la inmediatez de parar lo que se iba convirtiendo en un guirigay.
Como pueden suponer mi corte de pelo no fue de los mejores.

lunes, 22 de septiembre de 2008

46. A los que aman

Para Ana

Ella quería hacerlo todo:
pincharse el dedo morder la manzana seguir al conejo.
Pero al cerrar los ojos,
se le emborronaron los sueños.

Miriam Reyes

A la madre de Ana

De desamor... vacío

de desamar por horas
de deshacer quereres
de destejer su ropa
de desandar lo andado

de desvivir por ella, por ella... hoy todos lloran.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

45. Cose que te cose...

Hace un año que escribí mi primer post de este blog y qué mejor manera de celebrarlo que seguir escribiendo.
Mi abuela Dolores, maestra antigua y sin título, decía que “hay que tener cuidado con lo que se escribe porque lo escrito queda”. Cierto, como también lo es que en su tiempo la fantasía era un coto vedado, había que poner freno a la imaginación.

Ver el mundo con imaginación, ironía y sentido del humor es necesario. Como lo vio Gianni Rodari en su Gramática de la Fantasía. Un libro que conocí a través del colegio de mis hijos.

Rodari lo comenzó a escribir en el año 1948 y vio la luz en 1973. Durante estos años retomaba el argumento para contestar a la pregunta de algún niño:
-¿Cómo se hace para contar historias?
Así que Rodari seguía en su investigación para –como dice en los preliminares del libro: “sugerir a los lectores la manera de hacer por si solos historias de las buenas noches”.

Era una tarde de invierno en el taller y Diana P. Morales, nuestra profesora, nos propuso un juego: sacar de una bolsita, que contenía palabras sueltas, dos al azar y construir, enfrentando sus significados, los mimbres de una historia en 10 ó 15 minutos. A mi me tocaron: elefante y ayuntamiento.
Según Rodari “la palabra aislada actúa sólo cuando encuentra una segunda que la provoca”.


Un elefante en el ayuntamiento

Carlitos era hijo de Juan, el alcalde del pueblo. Los que no lo conocían bien lo tachaban de travieso. Ramón, el médico de la familia, decía que era superdotado. Sus compañeros de clase lo admiraban porque sabía muchos juegos y también les ayudaba con sus deberes.
Sin embargo, Carlitos no era feliz. No tenía madre, había muerto al nacer él por una hemorragia postparto. Le sobraba la mayor parte del día para idealizarla y echarla de menos.
Su padre estaba enamorado de su secretaria Maite Marín. Ese día había pleno en el Ayuntamiento. A Carlitos no le gustaba Maite, la noche anterior había increpado a su padre.
-Papá ¿es qué no te has dado cuenta de que Maite es tonta?
-Sí pero tiene muy buenas tetas –contestó como un albañil cualquiera dejándolo callado.
Carlitos, hacía tiempo que frecuentaba el parque del pueblo para espiar a las parejas y escuchar sus conversaciones. Por ellas dedujo que las chicas preferían a los muchachos “potentes”. Buscó en un pequeño diccionario de bolsillo, que siempre llevaba consigo, qué quería decir aquello. Entró en una juguetería y compró un elefante con la trompa caída.
Ya en su casa, escribió una nota y la introdujo en un sobre dentro de la caja que contenía el elefante. La envolvió en papel rosa y la anudó con un lazo lila. Sólo entonces, cuando tuvo preparado el paquete, llamó por teléfono a un mensajero que llegó enseguida.
-Esto es para entregar a la secretaria del Ayuntamiento, justo después del pleno, me lo ha encargado mi padre.
Cuando el paquete llegó a manos de la secretaria, ésta lo abrió impaciente.
En la nota decía:

Querida Maite, este es un regalo de despedida, contigo me siento así.

Juan.


Al final de la presentación del libro, Gramática de la Fantasía, dice Gianni Rodari: “Confio en que este librito sea también útil para quien cree en la necesidad de que la imaginación tenga su puesto en la enseñanza; para quien tiene fe en la creatividad infantil; para quien sabe qué virtud liberadora puede tener la palabra. ‘Todos los usos de la palabra para todos’, me parece un lema bueno y con agradable sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.

lunes, 8 de septiembre de 2008

44. Los girasoles ciegos: la película


Hace días que terminé el libro y tenía curiosidad por saber si estaría bien adaptado. La película sólo abarca un relato de los cuatro del libro, el último y parte del segundo. La fuerza que tiene este segundo relato en el libro, no está reflejada en la película. Con lo cual, según mi opinión, sobran escenas de él.

Sólo dos momentos, harían falta, creo, para comprender el desenlace final: la despedida de la hija y la noticia en la prensa para conservar la unidad de la trama principal.

Estos dos detalles bastarían para, como hace el autor del libro, Alberto Méndez, enlazar un relato con otro de forma casi imperceptible, pero que al terminar de leer, el resultado es una obra completa.
Por lo demás, encuentro que es una película necesaria para comprender mejor un periodo de nuestra historia, del cual, arrastramos todavía las secuelas al no enfrentarlo.

Cuando hablé sobre el libro dije que me gusta siempre leerlo antes de ver la película. En este caso si alguien lo hace al revés le servirá para comprender escenas de la misma y sobre todo para conocer al autor y admirar su forma de narrar.

jueves, 4 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

42. La siesta

Yo siempre esperaba la penumbra de la siesta para poder deslizarme sin que me vieran. En el sur esa hora es mágica, sobre todo en los pueblos. La algarabía de las mañanas se apaga y todo vuelve a estar en silencio. La siesta es la elección de los adultos para poder descansar..., pero a mi nunca me ha gustado dormir con la luz del día.

Una y otra vez me preguntaba el porqué de esa afición a la siesta. A mi siempre me llevaban a mi habitación, que estaba contigua a la de mis padres, insistiendo en que tenía que reposar y dormir un poquito. Yo me hacía la dormida para que no discutieran entre si y desde mi habitación aumentaba la respiración para que lo creyeran. Entonces se callaban y yo, muy despacito, me levantaba. Descalza para no hacer ruido, pero con las zapatillas en la mano, me iba al lavadero que estaba en la parte de atrás de la casa. No sin antes, echar una ojeadita hacia ellos que siempre dormían abrazados.

Hacía mucha calor pero yo no lo notaba. Ese tiempo era mío, me pertenecía. Cogía mis juguetes y los metía en las piletas de lavar la ropa y jugando con ellos me inventaba toda clase de historias. Aunque me pusiera perdida de agua, ellos nunca acudían y yo disfrutaba enfrentando a mis personajes con forma de muñeca y burro:

-¿Qué te pasa niña, por qué lloras? –pregunta el burro.
-Porque...¡buah!, ¡buah!, mis padres no me dejan cruzar la vía del tren y pasar al otro lado...¡buaaahhh!
-Y, ¿por qué quieres pasar al otro lado de la vía?
-¿Es que eres tonto, o qué?. No ves que aquí, a este lado estoy sola. No hay niños con los que correr y jugar. Todos están allí, en aquel cerrito, al otro lado de la vía del tren. ¿Oyes cómo gritan?
-¡Es verdad! No había caído en la cuenta, pero no te preocupes, como eres muy pequeñita yo me agacho, te subes encima y pasamos rápido antes de que venga el próximo vagón. ¿Ves? Viene lento, cargado de carbón.
-¡Bien!

Me acordaba de que se podían despertar y poniéndoles un dedo en la boca a mis juguetes los hacía callar.
-¡Chichhh!
Me quedaba muda un ratito escuchando todos los ruidos. Sólo uno me acompañaba siempre: el canto de la chicharra, mi amiga.


Cuando fui mayor entendí esa afición a la siesta.

Ahora, cuando vuelvo a la vieja casa, ya no están las piletas de cemento rojizo, en su lugar hay una lavadora automática y una “pilita” casi artificial. Me paseo por las habitaciones. Miro hacia su cama. Cierro los ojos y los veo como entonces, abrazados, disimulando que dormían. Todavía los veo mirándose con los ojos cerrados. Como dormidos. Como ahora. Para siempre.

lunes, 1 de septiembre de 2008

domingo, 24 de agosto de 2008

40. Los girasoles ciegos: el libro

A punto de estrenarse la película encontré hace días en una librería el último libro que quedaba con la portada original y no dudé en comprarlo.
Me choca que al hacer una versión cinematográfica de una obra literaria, sustituyan la imagen de portada del libro por el cartel de la película o alguna escena principal. Aunque no dejo de reconocer que gracias al anuncio de la misma he descubierto a este autor y he podido leerlo antes del estreno.

Cuando abrí la solapa del libro observé la fotografía del autor. Alberto Méndez parecía un hombre de mediana edad, sólo figuraba su fecha de nacimiento (1941) y al seguir leyendo me intrigó, aún más, saber que era su primer libro narrativo.

Un libro de relatos, cuatro historias sutilmente engarzadas entre sí, contadas por distintos narradores que van perdiendo protagonismo, a medida que se avanza en la lectura, porque se va adueñando del lector la vida y las vidas de los distintos personajes que conforman las distintas historias.
Con un lenguaje rico, directo y duro entramos de lleno a un periodo: nuestra guerra civil, o, mejor dicho, las secuelas de la misma que, si no se ha vivido, se puede imaginar perfectamente por las situaciones narradas con palabras llenas de significación y personajes perfectamente descritos. Unos personajes distintos por como piensan y recuperados por su autor para preservarlos del olvido.

Mucho se ha escrito sobre este tema, pero dudo que hayan calado tan hondo en el lector como estos relatos elaborados con tanta maestría, teniendo en cuenta que era su primera obra narrativa. No obstante, no era lo primero que escribía, estaba familiarizado con la escritura. De padre traductor, trabajó en la industria editorial y había escrito guiones de cine.

La primera edición fue en Enero de 2004, enseguida funcionó el boca a boca y aparecieron las siguientes. La que tengo en mis manos es la decimoctava.
Alberto Méndez, no pudo disfrutar del éxito de su libro, murió en Diciembre de ese mismo año, pero sí pudo plasmar todo el dolor con una riqueza de vocabulario tan expresiva que hasta la tristeza que lo inunda es bella.

De haber vivido más tiempo hubiéramos podido seguir aprendiendo de su palabra. Su libro fue estudiado en talleres de lectura. En la frase: “Un aluvión de presos infestó aquel sótano y fueron incorporándose asombros nuevos, miedos diversos, resignaciones diferentes” la adjetivación hace que esa uniformidad que imaginamos en ese “aluvión de presos” desaparezca y enfoquemos a las personas enfrentándose a esa situación de manera desigual.

Todo lo que se narra en este libro es verdad, pero nada de lo que se cuenta es cierto…, dice la sinopsis del libro en su contraportada, pero cuando leo en la página 146: “En aquel ovillo de moralidades, el cuerpo estaba proscrito y las sensaciones que a través de él percibíamos eran buenas si eran fruto del dolor o, a nada de placer que produjeran, eran malas. La salud tenía que ver con el sacrificio mientras que la enfermedad sobrevenía siempre por la satisfacción de los instintos”. Una realidad que muestra la manera impuesta sobre la forma de sentir y de pensar que no ha desaparecido a pesar del daño que ha hecho.

La necesidad de ahondar más en el autor me ha llevado a buscar alguna opinión propia sobre su escritura y sobre el libro. Sólo he encontrado esta entrevista suya y múltiples opiniones de críticos alabándolo. Pongo como muestra la de Fernando Valls publicada en Babelia el 15-10-2005:
“Cuando un peculiar libro de cuentos, como es Los girasoles ciegos, contra todo pronóstico comercial razonable, gana el Premio de la Crítica, el Premio Nacional de Literatura, agota seis ediciones (unos quince mil ejemplares, según su editor), y consigue vender los derechos de traducción a Alemania, Francia, Italia y Serbia, es que algunas virtudes especiales debe tener. Y claro que las tiene: la emoción que produce su lectura y la indiscutible calidad literaria”. Pueden continuar leyendo en este enlace.

viernes, 22 de agosto de 2008

39. ¡Hasta luego... mi vida!


Eso fue lo que dijo Mario cuando, como cada sábado, cogió su mochila y se marchó a su clase de natación dando un portazo.
De eso hace cinco años y todavía no ha vuelto.

La foto pertenece a Elisa I. Mellado

viernes, 8 de agosto de 2008

38. ¿Espejos?


No se me ocurrió otra cosa que dejarle la crema de afeitar comprada. Cuando abrió el armario del cuarto de baño la encontró allí, como siempre. Su cara se reflejó en el espejo. Era una cara alegre, se sabía satisfecho de si mismo y de su hazaña.
-¡Qué jodía!, ni después de muerta deja de estar pendiente de mí.
Entonces llené mi vacío interno con el deseo de borrar esa sonrisa. Abrí la boca todo lo que pude y de ese vacío, aún caliente, salió un vaho que cubrió todo el espejo.
Escribió: ¡lo conseguí!
Escribí: ¡no creas!


37 mujeres muertas en lo que va de año.

martes, 5 de agosto de 2008

37. Verano

Quemados por el sol.

Quemado por el sol.

martes, 29 de julio de 2008

36. Toc, toc, ¿hay alguien ahí?

He concluido mi desaparición a la vez que el libro de Enrique Vila-Matas Dr. Pasavento y me ha dado qué pensar.

No media hora al día, como recomiendan en Estados Unidos, según cuenta el filósofo alemán Boris Groys en Babelia: “ha habido estudios que han demostrado que se trata de una actividad que, siempre que no se abuse, genera unos procesos químicos que son provechosos para la buena salud”.

Me encantaría sacarle punta a esto, no tiene desperdicio, pero me apartaría del tema que quiero tratar y que se acerca más a la también opinión de este filósofo en respuesta a su entrevista:
¿Quién es el espectador -se pregunta y nos pregunta Groys- si todo el mundo quiere ser protagonista en la época de la cultura del espectáculo?, y recuerda a Guy Debord, el analista más lúcido de la cultura del espectáculo, el último espectador atento.

Tanto en la TV, como en YoyTube o MySpace: “todos quieren expresarse, todos son artistas”.
Yo, de verdad, pienso, como dijo Jacob Von Gunten, personaje literario de Rober Walser, que: “Las fatigas, los groseros esfuerzos que se precisan para alcanzar en este mundo honores y fama no están para mí”.

Me gusta como hace Vila-Matas “desaparecer y ausentarse al escribir y escribir para ausentarse” y, me gusta lo que dice Walser “alegrarse secretamente al comprobar que uno se oculta un poco”. Esto me recuerda a la infancia, esa alegría nerviosa que experimentábamos al jugar al juego del escondite, ese ocultarse un poco de los demás.

Me gustan muchas de las cosas que se dicen en Dr. Pasavento como cuando habla de la escritura misma: “No sé, trabajo en tinieblas y todo es misterioso, solo sé que me fascina escribir sobre el misterio de que exista el misterio de la existencia del mundo, porque adoro la aventura que hay en todo texto que uno pone en marcha..., esa línea de sombra que, al cruzarla, va a parar al territorio de lo desconocido...”

¡Si se pudiera compaginar la curiosidad del escritor con la del lector!

Se me está ocurriendo que no es tan descabellado el consejo, quizás si en vez de mirar la TV del verano todo el mundo al unísono (si los americanos siguen el consejo seguro los imitaremos), apagáramos “la caja tonta” media hora para pensar..., no, no me digas tú, que has leído el artículo, que es justo el tiempo del otro consejo que dan: hacer el amor para reducir el estrés. Entonces una hora mejor ¿vale?

Acabo de descubrir este enlace a una entrevista de Vila-Matas donde se puede conocer mejor a través de sus palabras.

martes, 15 de julio de 2008

35. Vacaciones

Leo con bastante reserva un artículo del sábado en el diario El País titulado, El estrés de dejar de trabajar; lo subrayo, no tiene desperdicio. Mientras leo pienso “la gente es idiota, ¿o qué?”, hasta que, avanzando en la lectura, llego al término acuñado por una clínica austriaca para tratar a algunos pacientes que padecían una extraña ansiedad: “depresión de la tumbona”.

Paro de leer porque me identifico totalmente. Ayer lunes no podía con mi cuerpo y, claro, me atribuyo el término.

Sigo leyendo y para mi sorpresa los especialistas aconsejan: “irse muy lejos” y “desaparecer”. Aquí ya me da hasta miedo; primero, yo no estaba este fin de semana en el mismo sitio de todos los días, yo estaba en Nápoles y en París al mismo tiempo porque yo, cuando leo “tumbada en mi tumbona de playa de oferta”, voy donde el autor me quiera llevar.

Y segundo, “desaparecer”, aquí comprendí realmente mi estado de ánimo de ayer. Yo había llevado a cabo el intento de Vila-Matas en su libro Doctor Pasavento.

Yo había “desaparecido” y, no con la escritura como él, sino con la lectura de su libro. Me había colado literalmente entre la rejilla de plástico de mi “tumbona de playa de oferta” calentada por el sol de mediodía.

viernes, 4 de julio de 2008

34. Llamada


Hace días que me llaman al móvil y en la pantalla sólo aparece esta palabra: “Llamada”. Si contesto una voz de mujer me habla en francés.

Esto puede ser el inicio de un relato, sin embargo, no es ficción.

Me chocan estas llamadas sin identificación. Sé que no es mi amiga francesa, Colombe, porque ella pronunciaría mi nombre con su forma peliculiar, ¡Maguibel! Y seguiría hablado en español y yo escuchándola encantada; me gusta mucho su acento.

Es la única que me llama así, otros Mª Isabel o, más cómodo, Isabel, da igual sólo es un nombre. Un nombre que aparece por primera vez aquí. ¿Por qué no lo he hecho hasta ahora? Porque tengo que confesar que a mí la costura nunca me ha gustado y pensé que me cansaría enseguida de “coser palabras”, pero no ha sido así, al revés, escribo cada vez más. La escritura se ha convertido en un hábito que incluso me empuja a escribir a mano, algo que hacía mucho tiempo no practicaba.

Escribir es como cocinar. Puedes usar la imaginación; creando sabores nuevos, en forma de metáforas, mezclando ingredientes: palabras, números, signos... Pero eso sí, la cocina como la escritura necesita su tiempo. En el caso de algunas recetas es necesario el reposo para que se mezclen las sustancias como en la escritura para eliminar lo superfluo.

Hoy me voy a saltar esta norma que me he impuesto para no arrepentirme y suprimir el post.

viernes, 27 de junio de 2008

33. Un deseo mayor que otro

La chica con muleta mira embobada el escaparate de los pasteles en la panadería.
-Clack...
El ruido metálico de la muleta al caer sobre el suelo hace que me agache, recogiéndome la falda, para cogerla. Pero un chico se adelanta y se la entrega. No pasa más de un minuto y...
-Clack...
De nuevo la muleta cae.
-Espera Eva, yo te la doy, -dice el dependiente agachándose; le entrega la muleta y la bolsa del pan.
La chica va hacia la puerta, anda con dificultad y yo me adelanto para abrirla, pero ella en un rápido movimiento la abre y...
-Clack...
La muleta en el suelo por tercera vez. La chica, ahora sin muleta, se vuelve hacia mí y me sujeta con la mano para que la deje en el suelo, al tiempo que un joven bastante apuesto entra en la panadería, la recoge y se la da.
La chica con muleta me mira y dice sonriendo:
-Siempre me ha gustado que caigan rendidos a mis pies.

miércoles, 25 de junio de 2008

jueves, 19 de junio de 2008

31. Conocer, conocernos

Imagínate que tienes la ocasión de conocer a alguien a quien admiras por lo que escribe y cómo lo escribe. Sabes cosas de ese escritor porque en este caso no es un extraño, hay lazos familiares de recuerdos y amistad.

En la espera de ese encuentro piensas en el escritor y se agolpan los interrogantes.

Cuando conoces a una persona a través de su escritura, conoces una personalidad diluida y a la vez contenida en ella, pero te faltan datos. Al escribir a mano, un experto en grafología puede ver, en la dirección o apertura de las letras, rasgos de tu carácter, pero ahora en esta letra encasillada no podemos hacer virguerías.
Mejor, así no hay distracción posible. Lees y vas a la esencia, esa esencia que va más allá de la forma, la que se desprende del texto y emprende sola su camino. Es la que te enseña y te muestra el espíritu de lo escrito; surgen los interrogantes, que supones sin respuesta, pero tú insistes porque eres una mera aprendiz.

Todas las preguntas que deseas hacerle al escritor se esfuman cuando lo tienes delante y, después de ese encuentro fugaz y agradable, te preguntas cómo ha podido pasar.

Cuando lees conoces, o crees conocer, lo interno de la persona que escribe, pero sólo es una parte de ella que resulta ser una gran parte en los buenos escritores, y eso lo compruebas al tener delante a uno de ellos.
Es entonces cuando la mente encierra lo interior, lo conocido, para proveerlo de su forma, para completarlo. En ese proceso se aparcan involuntariamente las preguntas que no haces, relegadas para aprehender otros influjos nuevos.
Vuelves después a esa lectura que te gustó y, ahora sí, al leer de nuevo encuentras algunas respuestas y una nueva imagen de un todo que ahora conoces.

Gracias Pablo, gracias Sandra por vuestra visita y vuestra presencia. BUEN VIAJE Y MEJORES EXPERIENCIAS.

miércoles, 18 de junio de 2008

30. Girasoles


Te miran pero si por su lado pasas, no se giran, simplemente te dan la espalda.

jueves, 12 de junio de 2008

29. Frases

“El ser humano nace sin dientes, sin pelo y sin ilusiones y muere sin dientes, sin pelo y sin ilusiones” Y mientras tanto ¿qué hace..., saquear los supermercados?

“Esto es la guerra”. Esta frase la he escuchado varias veces a lo largo de esta semana, y lo peor es que venía de personas que se suponen la han vivido.

A juzgar por lo que hacemos o como nos comportamos se diría que hay un componente salvaje que no ha desaparecido de nosotros en nuestra evolución.

Arrasar con todo en los supermercados como si de una guerra se tratara, más o menos igual que cuando dicen que van a cortar el agua y ¡hala! a llenar bañeras para luego quitar el tapón.

Ahora pueden pasar tres cosas: que se engorde aún más, que se estropeen los alimentos y se tiren y que no se llegue a fin de mes.

Pero eso sí, si viene la guerra...

miércoles, 4 de junio de 2008

28. La literatura y la vida

La literatura se introduce en nuestras vidas de una forma insensible y progresiva y, no sólo, nos va conformando el pensamiento, sino prestándonos sus propios ojos, aunque a veces, al leer notamos que nos han robado el sentimiento porque quienes nos precedieron supieron expresar mejor que nosotros lo que queríamos escribir.
No creo que haya una literatura de géneros, sin embargo cuando leo a Clarice Lispector noto como esa cuchilla, que es la palabra, penetra fielmente en lo que siento.

Yo antes quería ser los otros para conocer lo que no era yo. Entonces entendí que yo ya había sido los otros y que eso era fácil. Mi experiencia más grande sería ser el otro de los otros: y el otro de los otros soy yo”.

"Aprendiendo a vivir" Clarice Lispector

jueves, 22 de mayo de 2008

27. Sobre el goce de escribir y el compromiso


Mis dos últimas adquisiciones de libros son “Espejos” del escritor Eduardo Galeano (del que hablo en este enlace) y "Contra el fanatismo” de Amos Oz. Un pequeño librito éste, pero no por ello menos sustancioso, que recoge tres conferencias de su autor de hace unos siete años. El tema del enfrentamiento entre Israel y Palestina no se ha solucionado aún, sigue estando de rabiosa actualidad, se afirma en este libro que nos habla sobre la explicación del problema y la necesidad acuciante de solución.

Como dice Amos Oz: “ambos pueblos aman el país, ambos tienen una profunda conexión emocional con la misma tierra. En caso de esperar algo se trataría más bien de un divorcio limpio entre Israel y Palestina. Será rarísimo porque las dos partes en litigio se quedarán definitivamente en el mismo apartamento. Nadie se va a mudar. Pero siempre será mejor que esa especie de infierno en vida que todos sufren ahora en ese país tan amado”.

En la conferencia tercera del libro plantea que para escribir hay que ser capaz de: “refrendar opiniones y sentimientos contradictorios y conflictivos con el mismo grado de convicción, vehemencia y fuerza interior”.

Y justifica que quizás una postura de compromiso no es el fruto de la comprensión concreta de la historia ni del conocimiento de la controversia ideológica de ambos pueblos, sino que “tal vez sean fruto de mi hábito profesional de ponerme en el lugar o en la piel de los demás”.

Nos cruzamos cada día con personas pero pasamos sin fijarnos “vemos siluetas en vez de gente real”. Observar es la tarea del escritor; observar lo que la gente se hace entre sí o, qué relación hay entre ellos. "No estoy hablando de estilo, de técnicas, de temas ni parábolas; los exegetas entienden de esto mucho más que yo. Lo que quiero compartir con ustedes es alguno de los placeres de la experiencia de contar historias con agallas, contarles de dónde procede la urgencia actual de contar historias, y cómo se vive, incluso en términos de tiempo, de sufrimiento, de prejuicio, de tragedia, de pérdida y de derrota. Creo que existe en todo ser humano, no sólo en escritores y novelistas: la necesidad de contar una historia, de imaginar al otro, de ponerse en la piel del otro es, al final, no sólo una experiencia ética y una gran prueba de humildad, no sólo una buena directriz política, sino, finalmente también un gran placer".

lunes, 12 de mayo de 2008

26. Expectativas


Son bastantes días los que llevo sin escribir y ahora todo se agolpa en mi cabeza.

El ordenador sigue bloqueándose, pero lo intento. Amigos, han ocupado mi tiempo y mi casa y esto me gusta mucho más que pelearme con mi ordenador que pide un cambio.

Los amigos suponen en nuestra vida una especie de calidoscopio que nos complementan, lo que quiero decir es que son imprescindibles. Para mí, que se sientan cómodos, es algo muy importante, pero no es mérito mío, esto lo heredé de mi madre y de mi abuela.

Nunca me he planteado qué ven en mí los demás; sí he comprobado que, por lo general, cada persona de mi entorno me devuelve una imagen distinta según su percepción y sus expectativas.

De la definición que da María Moliner sobre "expectativa" me quedo con la más liviana:

“Posibilidad de que algo ocurra de determinada manera, basándose en el análisis de circunstancias”.

Cuando en la amistad, que es algo hermoso pero a la vez complicado, hay fricciones, casi siempre se debe al análisis de las circunstancias. Creo que, en este examen detenido de ellas, es donde fallamos debido, nuevamente, a la interpretación tan personal que damos de los hechos.

Y es aquí donde, a diferencias de opiniones, debe prevalecer el cariño y la aceptación del otro.

Pienso que, en la amistad como en el amor, no se debe abusar de las expectativas, porque, a veces, esperar de la otra persona significa que no hemos sabido ponernos en su lugar para conocer y comprender qué le puede está ocurriendo: ¿por qué no hace esta o aquella cosa que me viene bien a mí?.

En una ocasión escuché decir a una persona que “la familia te viene impuesta, pero los amigos los eliges tú”.

Y esa libertad supone una gran alegría como la alegría de estar con ellos, de celebrar la vida, de compartir, de divertirse, de reír, de oxigenarse.

Ese oxígeno que a mí me ha ayudado a superar momentos difíciles, momentos míos que nadie más que yo podía solucionar porque eran mi responsabilidad.

Creo fue Miguel Hernández quien dijo: “yo nada más soy yo, cuando estoy solo”.

miércoles, 23 de abril de 2008

25. Leer, releer...


El mensaje de un buen libro no cambia a través del tiempo. Si hoy no lo necesitas, guárdalo, porque puede llegar el día en que te apetezca de nuevo leerlo y descubras las sorpresas que encierra.

martes, 22 de abril de 2008

24. Las olas


Al acercarse a la orilla, cada línea se elevaba, crecía, rompía y barría la arena con un leve velo de agua blanca.

La ola hacía una pausa, y volvía de nuevo, bostezando a la manera del que duerme cuyo aliento va y viene de forma inconsciente.

"Las olas" Virginia Woolf

viernes, 11 de abril de 2008

23. ¿Quieres hacer el favor de dejar de quejarte, por favor?

Hablar de enfermedades es lo más reaccionario que hay. Es en lo único que ciertas personas se sienten protagonistas y heroinas” Carmen Martín Gaite

Parafrasear a Raymond Carver con la frase del título, es lo que pienso cuando oigo a mujeres quejarse sin motivo aparente. Parece que la cultura de la queja no desaparece.

Hay algunas personas que llevan los titulares de la tristeza incrustrados en los surcos de arrugas de su frente. Son las que terminan acogiendo el victimismo como modo de comunicarse con las demás.
No quiero ofender a nadie. Si ampliamos la queja a circunstancias especiales como violencia, marginación…, hay motivos sobrados para quejarse como para poner de una vez remedio.

Esta claro que nacemos sin poder elegir por nosotras mismas cómo nos gustaría ser. Venimos en primer lugar con los genes puestos y adaptarnos al medio es una tarea larga que a veces no se consigue o no se quiere conseguir ¿por qué no?.
Sin embargo, esto último ya implica un elección y una determinación. Y de eso se trata, de que sepamos elegir qué queremos y cómo conseguirlo.

Ese tirar para delante con las dificultades tratando de solucionarlas lo hemos visto en muchas mujeres antes y ahora. Son las que no pierden tiempo y energía en la queja y en esperar que lo deseado les venga de… no sé donde.

Hay que aprender a vivir con el cambio permanente porque la realidad es cambiante. Cualquier crisis es una buena oportunidad para atreverse a cambiar.

Nuestro cerebro es enormemente creativo, sólo aflora cuando nos liberamos de ciertos prejuicios y condicionamientos y entramos en contacto con nuestra realidad más esencial.

Este es sobre todo un aprendizaje individual, pero no está de más buscar en algunos momentos referentes que nos sirvan de ejemplo. Cuando mi ánimo decae pienso en mi madre y en la madre de mi madre, dos mujeres que me enseñaron a vivir con alegría.

viernes, 4 de abril de 2008

22. Siete palabras

Augusto Monterroso es el maestro indiscutible del llamado: relato breve, microcuento, cuento brevísimo, minicuento, minificción, microrrelato

Considerado, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX , ya no un puro ejercicio de estilo, sino un género idóneo que desarrolla la estética postmodernista. Se caracteriza por su: brevedad, intensidad, economía, unidad de género, unidad de efecto y desenlace inmediato.

Dolores M. Koch introduce una diferenciación que encuentro interesante: “en el minicuento los hechos narrados, más o menos realistas, llegan a una situación que se resuelve por medio de un acontecimiento o acción concreta. Por el contrario, el verdadero desenlace del micro-relato no se basa en una acción, sino en una idea, un pensamiento”.

Y de acuerdo con la crítica especializada, en los micro-relatos se fusionan géneros, de modo que, participan de características propias del poema o el ensayo.

Con estas siete palabras Augusto Monterroso logró encerrar la visión del mundo en unas pocas líneas:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Esta maravilla de economía de palabras tuvo su origen que se cuenta en un libro, “La mano de la hormiga” de Antonio Fdez. Ferrer en Fugaz Ediciones.

Si no recuerdo mal es algo así: Monterroso tenía un amigo de complexión robusta y bastante hablador. Una noche Monterroso se quedó dormido mientras lo escuchaba. Comentando el suceso a otro amigo le dijo “-¿Sabes que cuando desperté todavía estaba allí este dinosaurio?”.

Su obra destaca por esa aparente sencillez. Como el mismo señala: “la búsqueda de un perfeccionamiento que no se note”.

Con un espléndido manejo de la caricatura y el sentido del humor, tras la máscara del sarcasmo defiende su derecho a jugar su juego –la escritura. Como se puede apreciar en este otro micro-relato suyo:

El salto cualitativo

-¿No habrá una especie aparte de la humana –dijo ella enfurecida arrojando el periódico al bote de la basura- a la cual poder pasarse?.

-Y por qué no a la humana –dijo él.

jueves, 27 de marzo de 2008

21. El relato microscópico

...y que un libro pueda reducirse a la mano de una hormiga porque puede amplificarlo la idea y hacerlo el universo.

Juan R. Jiménez


AMENAZA

Anuris corría velozmente por el desierto. Hacia días que huía de su país, Guinea, y de un dictador, Nguema.

De pronto se paró. Se sentía agotada. Puso las manos sobre sus rodillas. Respiraba con dificultad.

En el mar de arena se escuchó una voz. El sonido venía del agua.

-¿De qué huyes Anuris?

-De ti, -contestó.

-No corras más, me llevas dentro y en breve NACERÉ.

miércoles, 12 de marzo de 2008

20. Como una gota de agua, ese es nuestro tiempo.


Durante toda su vida Thoreau predicó y practicó la necesidad de hacer ahora lo que es más importante para cada ser humano.

A los jóvenes que querían ser escritores pero que contemporizaban, esperando una inspiración o diciéndose que no tenían tiempo a causa de los estudios o trabajo, él les ordenaba ir ahora a la habitación y empezar a escribir.

Pensar un poco en el futuro es correcto. Pero “mejorar el momento presente” exclamaba, y añadía: “estamos vivos ahora”. Y comentaba con disgusto: “reúnen tesoros que las polillas y el óxido roerán y los ladrones robarán”.

Como una gota de agua. El tiempo en que está posada, es el ahora que tenemos.

Si te sientes infeliz ahora toma alguna medida ahora, porque sólo existes en la secuencia de los ahoras”.

Eso decía, entre otras cosas, Thoreau.

martes, 4 de marzo de 2008

19. Buenas noches y buena suerte.

Plutarco, en este pequeño librito, dice: “un Estado que no produzca envidia, celo o rivalidad, pasiones que son las más capaces de engendrar la enemistad, hasta ahora no ha existido”.

A los antiguos le bastaba con no ser atacados por animales extraños y fieros, y éste era el fin para aquellos en sus luchas contra los animales salvajes.

Ahora los ataques siguen existiendo, aunque de otro modo. Me refiero a los verbales.

Sin embargo, bienvenidos sean los debates políticos. Ellos dan la oportunidad al ojo crítico de cada espectador, situado comodamente delante de la pantalla de su televisor, de escudriñar una mirada, una actitud...

Por muy preparados, acordados y atados que estén, al final cada uno se muestra como es; un gesto, una frase, el contenido de la misma, nos da esa actitud que el hablante tiene sobre lo que cree y lo que quiere demostrar.

Ahora que se han acabado los debates es bueno sacar conclusiones. Los protagonistas de los mismos están indefensos. Dejan de ser el centro de atención y esperan nuestra opinión, nuestra decisión que los coloque donde pretenden.

Nos han atiborrado de promesas. Nunca había escuchado a la derecha tantas promesas sociales sin acompañarlas de esa convicción que emana de unas creencias.

El lider socialista, analizando la media de los dos debates, mostró su actitud, su talante y -citando de nuevo a Plutarco- “mantuvo la calma ante un enemigo que nos injuria” y se comprometió con sus propuestas de futuro para un tiempo que viene cargado de problemas e incertidumbres que afrontar.

No sé si estos debates, parciales, al no estar representados los demás partidos, cambiaran el voto a favor de uno u otro. El mío no, siempre me he sentido de izquierda y siempre la he votado. Votar es mi derecho, pero también es mi oportunidad de elegir a quien quiero que gobierne estos cuatro años y es ahora cuando cuenta mi opinión.

El personaje de otro libro, “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, Montag, al despedirse del viejo profesor Faber le dice:

-Buenas noches profesor.

Y el profesor Faber le contesta, a sabiendas de que Montag se ha de enfrentar con el catastrofismo y la fatalidad.

-No, buenas noches, no. Estaré con usted el resto de la noche, como un insecto que le hostigará el oído cuando me necesite. Pero de todos modos, buenas noches y buena suerte.

martes, 26 de febrero de 2008

18. Género epistolar


Queridas niñas:

Os imagino felices. Hoy es un día para celebrar que, a partir del día 9 de Marzo, comenzará otro tiempo para vosotras. ¿Quizás un nuevo matriarcado?.

Vemos en distintos diccionarios varias interpretaciones sobre esta palabra. El Espasa: época y sistema de organización social primitivos, basados principalmente en la primacía del parentesco por línea materna. El Larousse dice: sistema social en el que predomina la autoridad de la mujer, de la madre. Y María Moliner nos aclara: organización social o familiar basada en la superioridad de la influencia o autoridad de la madre.

Esto sólo para que lo tengáis claro queridas niñas.

A partir de ahora seréis el centro de atención en el seno de la familia tradicional que os mantendrá, como sólo ella sabe hacer, entre algodones y disciplina. Si además, queridas niñas, os toca en suerte una familia con posibilidades..., pero ¿qué digo?, si a partir de ahora todas las familias tendrán posibles. Como os decía, con esa educación refinada podréis acceder, no sólo a ejercer la autoridad en la familia que creéis, sino a ocupar todos los cargos públicos importantes.

¿Os lo imagináis queridas niñas? Esto va a ser un mundo feliz. Sí, ya sé lo que os preocupa: que los políticos no se quieren. Eso no supone ningún problema porque sólo les ocurre a los que no creen en Dios.

Y por último, desearos que seáis buenas, buenísimas.

Con mucho cariño de la niña mala.

viernes, 22 de febrero de 2008

17. Las ciudades invisibles

"Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro -dice Italo Calvino- se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices..."

Variación sobre un texto.


Lo que hace a Argia diferente de las otras ciudades es que en vez de aire tiene vino.

El vino cubre completamente las calles, las habitaciones están repletas de barriles, sobre las escaleras se posa la uva que las personas estrujan mientras suben y bajan; encima de los tejados serpentean las parras y allí nace el fruto a la luz de la luna.

Si los habitantes pueden andar por la ciudad, por su propio pie, no lo sabemos. Pero estamos seguros de que terminan a gatas y a veces; les conviene quedarse quietos y tendidos, para superar la embriaguez.

Hay quien dice que, en Argia, no se trabaja nunca y no queda sino creerlo. Los lugares están desiertos. De noche, pegando el oído al suelo, se pueden escuchar las historias más maravillosas jamás contadas. Mientras, los artesanos del lugar, construyen los barriles donde guardarán, durante años, un vino de excelente aroma y sabor. Éste será exportado a otros rincones del mundo donde añoran la felicidad.

PROPUESTA.

Este texto pertenece al libro "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino. Quien quiera poner a prueba su creatividad puede cambiar el texto escrito en rojo por otro.

Si se le inyecta un poco de imaginación podremos completar los párrafos de este maestro de la narrativa contemporánea.


domingo, 17 de febrero de 2008

16. Entre tú y yo

Entre todas las cosas
entre todas las horas
hay un poco de espacio
donde nos buscamos

donde

yo soy tú
los demás son yo
tú eres los demás
tú eres yo
los demás son tú
yo soy los demás

entre todo eso...
R A M

domingo, 10 de febrero de 2008

15. El sonido inaudible


"Muchas personas creen erroneamente que los acontecimientos orgánicos fundamentales sólo se producen desde las rodillas para arriba".
Juan José Millás "No mires debajo de la cama"

-¿De donde viene esa música? –le dice el pie grande al pequeño.

-No puede ser que la escuches, eres humano.

-¡Ah sí! y ¿tú qué eres?

-Yo fui una sirena.

-Querrás decir un delfín, éstos y los murciélagos está comprobado que captan los ultrasonidos.

-¡Y tú lo escuchas!. Está claro, eras un murciélago, por eso me chupas la sangre, ja, ja, ja.

martes, 22 de enero de 2008

14. Las discontinuidades II

Así he titulado estas dos entradas porque, a mi entender, es ahí, en esas discontinuidades, donde podemos encontrar estas conexiones silenciosas de las que John Berger nos habla en este libro, "Otra manera de contar", en el que explica su intención de narrar con la fotografía. Unas maravillosas fotografías arrancadas de la vida, para contarnos eso mismo: la vida. Y lo hace de manera conjunta con Jean Mohr que escribe sobre sus experiencias como fotógrafo.

Algo de lo que John Berger dice sobre la forma narrativa fotográfica:

Una fotografía detiene el flujo del tiempo en que una vez existió el suceso fotografiado. Todas las fotografías son del pasado, no obstante, en ellas, un instante del pasado queda detenido de tal modo que, a diferencia de un pasado vivido, no puede nunca conducir al presente”.

Una fotografía aísla las apariencias de un instante inconexo”.

Todas las fotografías son ambiguas; han sido arrancadas de una continuidad. Si el evento es un suceso público, esa continuidad es historia; si es personal, la continuidad, que ha sido rota, es historia de una vida. Incluso un simple paisaje rompe una continuidad: la de la luz y el tiempo”.

“Por lo general, la ambigüedad de las fotografías expuestas al público queda oculta detrás de las palabras que explican, más o menos sinceramente, los sucesos fotografiados”.

“Los reportajes gráficos son el testimonio de un testigo presencial más que de una historia, y es por eso, por lo que tienen que depender de las palabras para poder superar la inevitable ambigüedad de las imágenes”.

“Si existe una forma narrativa intrínseca a la fotografía fija, esta buscará lo que sucedió, como ocurre con los recuerdos o reflexiones. Una fotografía es más simple que la mayoría de nuestros recuerdos, su campo es más limitado”.

“Supongamos que se pretende narrar con la fotografía ordenando un grupo de ellas elegidas entre los millones que existen, de modo que ese orden hable de experiencia.
Las discontinuidades dentro de ese orden serán mucho más evidentes que las que se dan en una historia verbal. Por lo que parece, no habrá historia.
Y sin embargo, contar una historia, implica precisamente un acuerdo sobre las discontinuidades que permite al oyente “entrar en la narración” y formar parte de su sujeto pensante. La relación esencial entre narrador, oyente (espectador) y protagonista(s) todavía es posible con una ordenación de las fotografías. Solamente son sus roles –cree J. Berger-, relacionados entre sí, los que se modifican, no su relación esencial.
El espectador (oyente) se vuelve más activo porque las suposiciones subyacentes a las discontinuidades (lo no hablado reduce la distancia entre ellas) tienen un mayor alcance.
El narrador se hace menos presente, menos insistente, porque ya no emplea palabras propias; habla a través de citas (la fotografía cita más que traduce), a través de la elección y colocación de las fotografías.
La/el protagonista se vuelve omnipresente y por tanto invisible; su presencia se pone de manifiesto en cada nueva relación. Podría decirse que queda definida por el modo como lleva puesto el mundo, ese mundo sobre el que las fotografías proporcionan información.
Si a pesar de estos cambios de rol, todavía queda la unión, la amalgama del sujeto pensante, aún se puede hablar de una forma narrativa.
Toda forma narrativa sitúa al sujeto pensante de modo diferente.
La forma épica le coloca frente a la suerte, al destino. La forma narrativa fotográfica le coloca frente a la tarea de la memoria: la tarea de reanudar continuamente una vida vivida en el mundo.