La perspectiva me gustó y me detuve a fotografiarla.
Justo a mi espalda, había una pareja sentada en un banco. Me llamó la atención el tono de él que al hablar era intolerante e impositivo y no callaba. No me volví, aunque me hubiera gustado para verle la cara.
¿Somos lo que decimos?, pensé. Creo que no solo la actitud, sino las palabras y el lenguaje que usamos nos moldea.
Otros árboles más cercanos a la pareja llamaron mi atención. Entonces hubo un silencio y me quedé mirando por la cámara.
¿Sabes?, le dijo pausadamente ella; eres como esa palmera más alta, siempre tienes que sobresalir, imponer tu criterio, llevar razón en todo y eso es imposible. Si bajaras el tono y observaras verías cómo crece y luce la más baja.
Y me fui sonriendo.