Hace un año que escribí mi primer post de este blog y qué mejor manera de celebrarlo que seguir escribiendo.
Mi abuela Dolores, maestra antigua y sin título, decía que “
hay que tener cuidado con lo que se escribe porque lo escrito queda”. Cierto, como también lo es que en su tiempo la fantasía era un coto vedado, había que poner freno a la imaginación.
Ver el mundo con imaginación, ironía y sentido del humor es necesario. Como lo vio
Gianni Rodari en su Gramática de la Fantasía. Un libro que conocí a través del colegio de mis hijos.
Rodari lo comenzó a escribir en el año 1948 y vio la luz en 1973. Durante estos años retomaba el argumento para contestar a la pregunta de algún niño:
-¿Cómo se hace para contar historias?
Así que Rodari seguía en su investigación para –como dice en los preliminares del libro: “
sugerir a los lectores la manera de hacer por si solos historias de las buenas noches”.
Era una tarde de invierno en el taller y
Diana P. Morales, nuestra profesora, nos propuso un juego: sacar de una bolsita, que contenía palabras sueltas, dos al azar y construir, enfrentando sus significados, los mimbres de una historia en 10 ó 15 minutos. A mi me tocaron:
elefante y
ayuntamiento.
Según Rodari “la palabra aislada actúa sólo cuando encuentra una segunda que la provoca”.
Un elefante en el ayuntamientoCarlitos era hijo de Juan, el alcalde del pueblo. Los que no lo conocían bien lo tachaban de travieso. Ramón, el médico de la familia, decía que era superdotado. Sus compañeros de clase lo admiraban porque sabía muchos juegos y también les ayudaba con sus deberes.
Sin embargo, Carlitos no era feliz. No tenía madre, había muerto al nacer él por una hemorragia postparto. Le sobraba la mayor parte del día para idealizarla y echarla de menos.
Su padre estaba enamorado de su secretaria Maite Marín. Ese día había pleno en el Ayuntamiento. A Carlitos no le gustaba Maite, la noche anterior había increpado a su padre.
-Papá ¿es qué no te has dado cuenta de que Maite es tonta?
-Sí pero tiene muy buenas tetas –contestó como un albañil cualquiera dejándolo callado.
Carlitos, hacía tiempo que frecuentaba el parque del pueblo para espiar a las parejas y escuchar sus conversaciones. Por ellas dedujo que las chicas preferían a los muchachos “potentes”. Buscó en un pequeño diccionario de bolsillo, que siempre llevaba consigo, qué quería decir aquello. Entró en una juguetería y compró un elefante con la trompa caída.
Ya en su casa, escribió una nota y la introdujo en un sobre dentro de la caja que contenía el elefante. La envolvió en papel rosa y la anudó con un lazo lila. Sólo entonces, cuando tuvo preparado el paquete, llamó por teléfono a un mensajero que llegó enseguida.
-Esto es para entregar a la secretaria del Ayuntamiento, justo después del pleno, me lo ha encargado mi padre.
Cuando el paquete llegó a manos de la secretaria, ésta lo abrió impaciente.
En la nota decía:
Querida Maite, este es un regalo de despedida, contigo me siento así.
Juan.
Al final de la presentación del libro, Gramática de la Fantasía, dice Gianni Rodari: “
Confio en que este librito sea también útil para quien cree en la necesidad de que la imaginación tenga su puesto en la enseñanza; para quien tiene fe en la creatividad infantil; para quien sabe qué virtud liberadora puede tener la palabra. ‘Todos los usos de la palabra para todos’, me parece un lema bueno y con agradable sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.