Plutarco, en este pequeño librito, dice:
“un Estado que no produzca envidia, celo o rivalidad, pasiones que son las más capaces de engendrar la enemistad, hasta ahora no ha existido”.
A los antiguos le bastaba con no ser atacados por animales extraños y fieros, y éste era el fin para aquellos en sus luchas contra los animales salvajes.
Ahora los ataques siguen existiendo, aunque de otro modo. Me refiero a los verbales.
Sin embargo, bienvenidos sean los debates políticos. Ellos dan la oportunidad al ojo crítico de cada espectador, situado comodamente delante de la pantalla de su televisor, de escudriñar una mirada, una actitud...
Por muy preparados, acordados y atados que estén, al final cada uno se muestra como es; un gesto, una frase, el contenido de la misma, nos da esa actitud que el hablante tiene sobre lo que cree y lo que quiere demostrar.
Ahora que se han acabado los debates es bueno sacar conclusiones. Los protagonistas de los mismos están indefensos. Dejan de ser el centro de atención y esperan nuestra opinión, nuestra decisión que los coloque donde pretenden.
Nos han atiborrado de promesas. Nunca había escuchado a la derecha tantas promesas sociales sin acompañarlas de esa convicción que emana de unas creencias.
El lider socialista, analizando la media de los dos debates, mostró su actitud, su talante y -citando de nuevo a Plutarco- “mantuvo la calma ante un enemigo que nos injuria” y se comprometió con sus propuestas de futuro para un tiempo que viene cargado de problemas e incertidumbres que afrontar.
No sé si estos debates, parciales, al no estar representados los demás partidos, cambiaran el voto a favor de uno u otro. El mío no, siempre me he sentido de izquierda y siempre la he votado. Votar es mi derecho, pero también es mi oportunidad de elegir a quien quiero que gobierne estos cuatro años y es ahora cuando cuenta mi opinión.
El personaje de otro libro, “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, Montag, al despedirse del viejo profesor Faber le dice:
-Buenas noches profesor.
Y el profesor Faber le contesta, a sabiendas de que Montag se ha de enfrentar con el catastrofismo y la fatalidad.
-No, buenas noches, no. Estaré con usted el resto de la noche, como un insecto que le hostigará el oído cuando me necesite. Pero de todos modos, buenas noches y buena suerte.