Iban por la autopista, el tráfico a
esa hora era denso. A ella le gustaba observar a los conductores y
tipos de vehículos que los adelantaban mientras él le hablaba, casi
siempre, de música o de política. Selma se asustó al ver un camión
enorme que les pasó casi rozando. No pudo distinguir al conductor de
la cabina, pero sí le sorprendió el container trasero, negro y
hermético, con puertas bien encajadas, en las que se adivinaba el
revestimiento de goma, que no dejaría pasar el aire, y se imaginó
un posible acolchamiento interior, como en un ataúd múltiple de
lujo.
En ese momento la insistente música de
Karl Jenkins, Palladio, dejó de sonar y las palabras de Raúl
brotaron con más fuerza: “no se han enterado todavía que la vida
es cambio, siguen pensando lo mismo, aferrándose a sus manejos y no
se dan cuenta que se han quedado atrás, están muertos, o pronto lo
estarán”.
Conectó de nuevo la grabación y el
estribillo sonó como el mejor para un cortejo fúnebre.