domingo, 30 de diciembre de 2012

283. Para ver, cierra los ojos


Un libro es lo que tiene, levantas la vista de la página y vuelas, pero no necesariamente por lo que cuenta.
Estoy sentada en tu sitio, acurrucada dentro de tu jersey de lana gruesa, y, si cierro los ojos te veo pensando en lo que creías: el trabajo bien hecho, tu honradez, tu ética, justicia para todos... Con eso no van a poder, con los que sembrasteis esas semillas, y aunque pretendan estirparlas de mil maneras no lo conseguiran, porque están dentro y germinan.
El título de la entrada lo he tomado de un libro; su autor es un director de cine checo, Jan Svankmajer. Hoy leyendo sobre él he encontrado un decálogo suyo del que he extraido algunos puntos que me gustan para terminar el año pensando en ellos.

-Toma el sueño por realidad y la realidad por sueño, constantemente. Entre el sueño y la realidad solamente hay un ínfimo movimiento físico: el de cerrar o abrir los ojos. En el sueño despierto, ni siquiera existe ese movimiento.
-Si tienes que decidir a qué debes conceder prioridad, da siempre prioridad a la experiencia del cuerpo, puesto que el tacto es anterior a la vista y su experiencia es mucho más fundamental. Pero el punto que no debes perder de vista es la sinestesia.
-Cuanto más profundizas en una historia propiciada por la imaginación, más realista tienes que ser con los detalles. Si quieres persuadir al espectador de que lo que está viendo en la película le concierne, debes servirte de todos los artificios cinematográficos que tengas a tu alcance.
-Cultiva la creación como una forma de autoterapia. Esta actitud antiestética es la que efectivamente acerca la creación a la libertad. Ninguna película (cuadro, poema) puede liberar al espectador si no procura un estado semejante al del autor.
-La imaginación es subversiva porque proclama lo posible sobre lo real. La imaginación es lo que ha hecho que el hombre sea más humano, no el trabajo. Imaginación, imaginación, imaginación, imaginación…
Salud y suerte para el 2013 
La Luna (foto que tomé desde mi azotea) da 13 órbitas completas a la Tierra al año, y cada estación dura 13 semanas. Y yo más vale que me calle ya, y deje al año terminar.

lunes, 24 de diciembre de 2012

282. Capicúa


Y a mí que me da ahora por contemplar los cielos,
sobre todo, al trasluz de árboles desnudos
y entras tú y me dices -el niño se ha dormido y esta toalla huele-.

Al carajo la poesía,
y las nubes,
y el cielo a la caída de la tarde y,
sobre todo, esa cena que espera,
y los pestiños aún por enmelar.


Que no caiga la noche sin los besos y abrazos
y, si queréis, un pestiño que endulce esta “ya” navidad.

viernes, 21 de diciembre de 2012

281. Exquisiteces


Esto no es un bollo, ni siquiera una magdalena, ni tampoco me lo mandó mi madre. Es este amable comerciante queriendo vender su producto. Y yo abrumado por un día pésimo y por el anuncio de unas fiestas que no son las mías, cojo del plato el pequeño bocado grasiento que me ofrece. En el mismo instante que esa lámina suave toca mi paladar, no sólo me estremezco, sino que todo mi cuerpo tiembla. Un placer delicioso me invade. Chupar ese bocado hace que todos los sinsabores del día desaparezcan. Me aislo, pendiente de esos jugos interiores que acuden a mi boca en cascada. Darle unas vueltas con la lengua, no sólo supera el ilusorio sentir del amor. El amor no te quita el hambre, te da más. Tampoco, me temo, me la va a quitar este manjar exquisito. ¿De dónde viene y qué significa? ¿Cómo podría yo comerme, no sólo una lonchita, sino un bocadillo repleto que calme, si no mi sed de justicia, sí mi estómago? 
El comerciante viendo mi transformación me enseña la pata. Me alejo, y en vez de buscar en mi alma, busco en mis bolsillos, nada. Me grita desde dentro del mostrador: llevaté otra cosa que, ya sabes, del cerdo está bueno hasta los andares. Pero yo enfilo la calle y pienso que ya no puedo más, que estoy cansado de luchar y que sin techo, total, me da igual dejarme morir en cualquier esquina.

Texto inspirado en el pasaje de la magdalena, “En busca del tiempo perdido” Marcel Proust.

Porque muchos, cada vez más, gracias a los que especulan, roban y cambian leyes en beneficio de unos pocos, no podrán permitírse en estos días, no sólo este bocado, sino los de primera necesidad.

viernes, 14 de diciembre de 2012

280. Felicidad


-Hoy he oído cantar al vecino de enfrente mientras tendía la ropa.
-Pues vaya una novedad, ni que estuviera mudo.
-Cantaba “Cielito lindo”.
-Fresquita, ¿no?
-¿Qué más da? Lo importante es que estaba cantando. La chica que limpiaba su casa le aplaudía, yo la miré y ella me miró, y nos sonreimos.
-Hija, hoy estás de un bobo subido...
-Tú es que no te fijas.
-¿En qué?
-Desde que vivimos aquí, y va para treinta y cinco años, todo lo que hace es pelearse con su mujer a voces. Esta mañana mismo la he oído recriminarle que no vaya más desnudo por la casa, que el espectáculo no le gusta. Yo creo que se está muriendo.
-¿Muriendo? Eso, ahora vas y lo matas.
-Tiene 94 años, alma de cántaro, y no lo he escuchado nunca tan feliz.
-¡Papá, mamá! Un hombre desnudo ha saltado por la ventana y volaba.

Palabras propuestas: 
cantar, ropa, bobo, alma de cántaro, ventana.


El texto responde a la propuesta del blog de Odys
Las bases copiadas del mismo están en el primer comentario. 

domingo, 9 de diciembre de 2012

279. Creer o no creer

En tu aroma de noche

el color de invierno 

en el calor de hogar

y en ti, que construyes el viento.

domingo, 2 de diciembre de 2012

278. Fugaz

Entramos, desde la puerta principal del museo iba echando pestes de mí, “que si no había hecho nada por conservar mi puesto en el trabajo, que si no la quería, que si la agobiaba todo el tiempo”. Cuando me dejó hablar me defendí, le dije que yo siempre había sido así, y que yo la seguía queri...
No sé si me escuchó, iba lígera hacia la exposición que quería ver, y yo la seguí sin tenerlas todas conmigo.
En aquella sala todo era negro excepto el haz de luz azul que partía de una pared. Ella dijo “voy a ver qué hay detrás”, cortó el azul con su cuerpo y desapareció tras él. Pasó un rato, y, cansado de esperar, palpé todas las paredes a tientas buscándola, no sin antes advertirle al vigilante entrado en años que me avisara si salía.
Nada, se había disuelto en lo oscuro, como oscuro era ese interior suyo impenetrable y difícil de contentar.
Cuando decidí irme de allí, la claridad oscura de mi propia realidad me deslumbró. ¿Qué iba a ser de mí sin su determinación?
Hace 555 días, 13 horas, 11 minutos, 55 segundos y sigo sin saber nada de ella.

Foto de una visita a la exposición en el CAAC de Sevilla "Abstracción y movimiento".
http://www.caac.es/programa/absymov12/frame.htm