Cuando éstos se presentan, hay que cogerlos al vuelo. Sobre todo si con ello no se perjudica a nadie. Son pequeños ahorros de felicidad de los que tiramos en los momentos malos.
En los campos del sur el verano aparece antes, el pasto abarca casi todo, excepto algunos olivos, una que otra higuera y, cómo no, los campos de girasoles. Contemplar un girasol y comprender a Vincent van Gogh es todo uno porque ese girasol que anuncia el verano y esa perspectiva que la vega del Guadalquivir nos ofrece de ellos es maravillosa.
Soy pesada al repetir estas “margaritas grandes” como las llamaba mi hijo pequeño, pero más se repiten las estaciones, ¿o no?
Y como colofón del paisaje: pararse en Carmona, un lugar con historia y presente, para tomar unas cervezas con amigos en uno de sus lugares emblemáticos:
El Tabanco, es el bar del hotel Alcazar de la Reina. Sí ya sé, es rimbombante, no tengo por costumbre ir a esos sitios, pero curiosamente es un lugar de tapeo con una cocina excelente y bien de precio.
Tabanco, así lo explica en una pizarra, es “un puesto, tienda o cajón que se pone en mercados o calles para la venta de comestibles. La gente del norte, sorianos, burgaleses y montañeses, a mitad del siglo XVIII, se hicieron con las tabernas sanluqueñas teniendo una importancia capital en la aparición de los vinos de crianza biológicos y crearon el tabanco, sitio característico a caballo entre tienda de comestibles y taberna”.
Pues eso, no tengo dinero pero no me lamento, porque tengo una hucha donde ahorro momentos felices.
Soy pesada al repetir estas “margaritas grandes” como las llamaba mi hijo pequeño, pero más se repiten las estaciones, ¿o no?
Y como colofón del paisaje: pararse en Carmona, un lugar con historia y presente, para tomar unas cervezas con amigos en uno de sus lugares emblemáticos:
El Tabanco, es el bar del hotel Alcazar de la Reina. Sí ya sé, es rimbombante, no tengo por costumbre ir a esos sitios, pero curiosamente es un lugar de tapeo con una cocina excelente y bien de precio.
Tabanco, así lo explica en una pizarra, es “un puesto, tienda o cajón que se pone en mercados o calles para la venta de comestibles. La gente del norte, sorianos, burgaleses y montañeses, a mitad del siglo XVIII, se hicieron con las tabernas sanluqueñas teniendo una importancia capital en la aparición de los vinos de crianza biológicos y crearon el tabanco, sitio característico a caballo entre tienda de comestibles y taberna”.
Pues eso, no tengo dinero pero no me lamento, porque tengo una hucha donde ahorro momentos felices.