Cuando mi media naranja se apuntó a la
presentación del libro, le dije: el que avisa no es traidor, te
puedes aburrir y yo me quedo hasta el final porque a mí me encanta
que me dediquen el libro, “un libro de una autora que me gusta
como escribe, que la voy a escuchar por vez primera, y que el libro
que presenta, cuando yo lo abra por la primera página, estará
dedicado a mí”. En eso pensaba.
Pues vino, le echó valor, no vio el
derbi Sevilla-Betis y vino, nos fuimos andando hasta la calle Regina,
y cuando vi el lugar de la presentación, “La mercería”, me
dije: es que no podía ser de otra manera, es que hace juego con mi
blog “El costurero”. Lo encontré un lugar nuevo y viejo a la
vez, como a mí me gusta, como la vida ¿o no vivimos todos los días
con esta dualidad?
A lo que iba, que si sigo así no
hablaré de lo que me interesa: el libro en cuestión, pero antes
diré que, aunque me preguntó por el camino qué libro era, no le
dije el título hasta que estuvimos sentados con la autora enfrente.
Por mis muertos
Hay mucha emoción en este libro de
Flavia Company, pero no tristeza. Es un libro, yo diría, que optimista, como
parece ser la autora, y es un libro vivido y trabajado porque sus
palabras destilan vida y sabiduría, la mismas que se traslucían al
hablarnos en su presentación. Ya se dijo en ella que se lee de un
tirón, y a mí me pasó, no quise dejar nada para otro día porque
el libro es mío y puedo volver a él siempre que quiera. De hecho,
de un buen libro se disfruta más en su relectura porque surgen
detalles nuevos que, imbuidos por la novedad, no se aprecian en la
primera.
La pregunta que surge en algunas
lecturas: ¿qué es realidad y qué ficción? Son respuestas que
encontramos en este libro de cuentos. No voy a extenderme explicando
de qué van, ni poniendo algún trozo de un cuento. Los libros forman
un todo, como éste, y a quien le guste pensar sobre lo que lee, le
gustará, lo demás pueden encontrarlo en su
blog. Lo que sí espero
es haber transmitido la sensación producida.
Y, porque, a pesar del título, es más un brindis a la vida, brindo “Por los muertos” de
Flavia; por mi madre, por mi Manué, mi media naranja, que me
dijo en el camino de vuelta que le había gustado, que era una mujer
de valía, y por eso me acordé de mi madre, que siempre me decía
sobre alguien que ella admiraba: “es que vale mucho”.