viernes, 30 de abril de 2010
136. Preguntarse
Realmente ¿sabemos lo que sabemos? ¿Vemos lo que vemos?
Ver o no ver y, si ves, interpretas.
La interpretación, como dice Susan Sontag en su libro “Contra la interpretación” puede ser una estrategia.
“Apareció por vez primera en la cultura de la antigüedad clásica, cuando el poder y la credibilidad del mito fueron derribados por la concepción realista del mundo introducida por la ilustración científica. Se echó mano de la interpretación para reconciliar los antiguos textos con las “modernas” exigencias.
Por tanto, la interpretación presupone una discrepancia entre el significado evidente del texto y las exigencias de (posteriores) lectores. Pretende resolver esa discrepancia. El intérprete, sin llegar a suprimir o rescribir el texto, lo altera. Pero no puede admitir que es eso lo que hace. Pretende no hacer otra cosa que tornarlo inteligible, descubriéndonos su verdadero significado. Sostiene estar revelando un sentido presente en él.
En nuestra época, sin embargo, la interpretación es aún más compleja.
El moderno estilo de interpretación excava y, en la medida en que excava, destruye; escarba hasta “más allá del texto” para descubrir un subtexto que resulte verdadero.
En determinados contextos culturales la interpretación es un acto liberador. Es un medio de revisar, de transvaluar, de evadir el pasado muerto.
En otros contextos culturales es reaccionaria, impertinente, cobarde, asfixiante”.
lunes, 26 de abril de 2010
135. Más amplitud, ¡eso era!
lunes, 19 de abril de 2010
134. Lugares
Me enamoré de este paisaje en el cine; a veces pasa, ir a los escenarios de las películas sentada en una butaca es más barato que viajar hasta ellos. Quise ir al Cabo de Gata (Almería) al ver “El pájaro de la felicidad”, que toma su título de una frase de Pío Baroja, de “Los amores tardíos”. La dirigió Pilar Miró y esto ya es una medida de tiempo, aunque toda la zona, especialmente el desierto de Tabernas, es de sobras conocida por los numerosos rodajes efectuados allí.
Me gustó comer en el mismo chiringuito de La isleta del Moro, en el que Mercedes Sampietro y José Sacristán conversaban, pero esto es sólo una anécdota. Lo que de verdad me interesaba de este Parque Natural eran muchas cosas y he encontrado aún más, porque no he contemplado la aridez que lo caracteriza, sino unas montañas vestidas de una vegetación autóctona abundante y diversa por las abundantes lluvias de este invierno. Algo que los lugareños hacía muchos años que no veían. También el aire se aplacó y pudimos recrearnos en sus miradores de la calma y transparencia de sus aguas y ver en sus fondos las sombras de las praderas de Posidonia que oxigenan el Mediterráneo; disfrutar de sus espacios vacíos de un turismo masivo; paisajes sólo transitados a pie o bici por senderistas amantes de la naturaleza.
Sus 63 Km. de costa están preservadas por su orografía, la carretera sólo llega a los núcleos de población, escasos en toda su extensión, aunque más poblados que hace años, como San José.
El joven vulcanismo del Cabo de Gata, aún objeto de numerosos estudios, se originó dentro del mar hace unos 30 millones de años, cuando la placa africana se subduce por la europea y eleva las sierras béticas y el rif africano. Otros movimientos se sucedieron hasta hace unos 7 millones de años. El magma que afloró desde el interior de la tierra a la superficie generó numerosos edificios volcánicos como las chimeneas del Cabo o los aglomerados de arenas piroclásticas de Monsul, que el embate de las olas ha transformado en la llamada, Peineta, por los marineros que llegaban a sus costas.
O la originales formas de las dunas fósiles de Los Escullos, que al mirarlas al trasluz me parecieron tortillitas de camarones con sus flecos bien fritos.
La flora parece unirse a la resistencia y determinación de los habitantes de esta zona.
Me sorprendió la finura de la planta del esparto, que se alza vistosa, cubriendo los montes con sus raíces en horizontal.
Sus hojas se redondean para guardar el agua condensada en las noches frías del desierto y evitar que se sequen los estomas del envés.
Conquistados antaño desde el mar y tierra, sus habitantes han sabido reconvertir su economía a lo largo de la historia en la lucha por su supervivencia.
Igual que brotan invernaderos brotan flores en cualquier oquedad de la duna oolítica fósil para embellecerla más, si cabe.
Si avanzamos al sur del cabo, estos acantilados se suavizan dando lugar a las salinas. Estos humedales salinos albergan en sus ramblas de agua dulce a una avifauna numerosa y variada. Pero no quiero cansaros, todo esto lo podéis averiguar si vais, y las últimas lluvias invitan a recorrerlo nuevamente para no tener que describirlo como Carmen Laforet en su novela La insolación “Era como viajar al centro del sol. Pasaban pitas, chumberas...”
A la vuelta buscamos el contraste al pasar al pie de Sierra Nevada y es que en Andalucía tenemos casi de todo.
jueves, 15 de abril de 2010
133. El hombre que fue jueves
Dice Chesterton en su libro “El hombre que fue jueves”:
“El mal es tan malo que sólo podemos pensar en el bien como un accidente; el bien es tan bueno que creemos que el mal se puede explicar”
Y en el prólogo de mi libro tengo subrayado que Kafka contestando a una pregunta sobre una época determinada dijo: “uno tiene que estar alegre, pues sólo así se puede alejar la desesperación”
Y si lo dijo Kafka...