miércoles, 23 de septiembre de 2020

546. Azul sobre azul

 


Un día, te prometo, voy a quedarme en casa
a coser todos tus botones.
Sacos, camisas, contaré los ojales
buscando en cada prenda la pieza que falte;
no voy a conformarme con que se adapte a las otras
deberá ser igual, idéntica en color y tamaño.


Quizás le encuentre el gusto
a quedarme junto a la ventana
enhebrando la aguja
arriba y abajo, la mano con el hilo
concreto
ya no el imaginario
sino el que en la práctica existe
transparente sí
casi invisible
azul sobre azul, negro sobre negro
y ensimismada en mi labor
quizás renuncie a todo lo demás.


Carolina Esses (Buenos Aires, Argentina, 1974)


jueves, 10 de septiembre de 2020

545. El costurero


Hoy cumple este blog 13 años, una fecha que me gusta porque le gustaba también a mi madre que no era supersticiosa.
Y no está de más que recuerde que este blog lo inicié porque necesitaba soltar cosas, es decir, escribir sobre lo que me apeteciera y como mi madre fue modista y ya no estaba conmigo, lo nombré El costurero y se lo dediqué a ella.
Y, cómo no, también he actualizado la foto de su costurero porque todavía es el que seguimos utilizando para alguna que otra costurilla o tijeretazo.
Las cosas si se cuidan casi ni envejecen. Un reto, incluso, la renombrada obsolescencia de las mismas puede que la inventara alguien, no sólo para aumentar las ventas, sino para que sus cosas no le superaran en edad.

Pero está bien que duren y, aunque cuando hacemos limpieza hay quien se deshace de casi todo por uno u otro motivo... Sé de un caso que debido al dolor de la pérdida de un ser querido se deshizo de todo lo que le hacía recordarlo. Pero como también existe el paso del tiempo que cura las heridas, llegó un día que echó de menos algunas cosas. Lo que guardamos en la mente se modifica al recordarlo y se olvida. Es entonces cuando algún objeto se nos hace presente por medio de esa sinestesia maravillosa, y nos trae, no sólo el recuerdo, sino el momento vivido con esa persona.
Creo que fue en la segunda película de Isabel Coixet, ‘Cosas que nunca te dije’, la protagonista que sufre no de pérdida, sino de desamor, comenta que ha abierto una hucha para guardar los momentos felices vividos con la persona que la ha dejado.
Es tan corta la vida y surgen tantos problemas y escollos que por qué no guardar esos momentos o esas cosas mediante el canal que cada persona escoja si eso nos trae felicidad.
Quiero daros las gracias a todos/as por pasar por aquí y os deseo calma para buscar esa felicidad que, en estos tiempos de pandemia, tanto escasea.  

viernes, 4 de septiembre de 2020

544. Ruidos

Hay un sector de la población que con la caída de la construcción lo notó más que otros, pero aún así casi siempre tienen trabajo que hacer, especialmente si son buenos, como en todo.
¿Habéis tenido algún verano que soportar obras en el vecindario? Yo todos, tanto en el piso como si venía al pueblo a casa de mis padres.
Seguro pensáis o habréis pensado “al pueblo, te vas al pueblo, ¡qué bien! ¡Que descanso!” Y una M mayúscula porque de eso nada. Sobre todo si son tus vacaciones y tu deseo de levantarte tarde o echarte una siesta después de una comida gustosa.
¡OBRAS! Es verano y toca soportar todo los procesos desde la demolición, el martillo percutor que te atraviesa los sentidos, la hormigonera etc.
Pero dentro de lo malo como me gusta escuchar, no deja de sorprenderme el lenguaje del gremio; no será en todos sitios igual supongo, pero aquí en mi sur... No es sólo que no pronuncien bien, es el tono, la rapidez al hablar, las voces al que está lejos, es en fin, una jerga especial y curiosa que me hace gracia y no deja de sorprenderme.
Así pensaba mientras volvía a la ciudad contenta por dejar atrás las obras del pueblo, pero…
Habían vendido el piso de arriba del mío y parecía que los nuevos inquilinos, a juzgar por el ruido, lo estaban construyendo de nuevo.