Decidí
en el confinamiento aligerar el grueso de los libros pendientes de
leer, algunos de mucho tiempo. Como "Sefarad" de Antonio
Muñoz Molina. Con
este escritor me pasó que, después de leer sus primeros libros prestados por una amiga muy querida con quien comparto el gusto por
las lecturas, lo aparqué. Más tarde compré algunos libros suyos, “El
jinete polaco” lo comencé dos veces y lo dejé, demasiada
narración. Es un defecto mío, lo sé porque en la lectura prefiero
encontrarme diálogos que, a mi parecer, imprimen ritmo a la
historia. Y no es por prisa porque pase algo. No, desde siempre soy
bastante paciente, sigo y sigo, y si a la mitad de la lectura no pasa
nada es cuando me cuestiono dejarla.
Por
la mitad iba con otro libro del mismo autor, “Tus pasos en
la escalera”, dicen algunos de suspense, pero es, como dice su
creador, sobre la espera, y yo diría que sobre la soledad y las
trampas de la memoria. Hoy lo he terminado con la esperanza de un
final sorpresivo, porque ya estaba mi mente en otra cosa cuando lo
leía, y bueno, más o menos. Pero eso sí, he paseado con el
protagonista por Lisboa, he recordado a Montaigne y sus ensayos y
cómo no a Lobo Antunes y sus Crónicas.
Me
ha gustado más Sefarad porque es una novela de
novelas o mejor de historias de vida para no olvidar, para no
repetirlas. Diásporas, exilios; el que Muñoz Molina comparte
recordando a Jean Améry en “¿Cuánta patria necesita el
ser humano?”
Qué
cantidad mínima de patria, que dosis de arraigo o de hogar
necesita un ser humano,
se preguntaba Jean
Améry en el libro “Más allá de la culpa y la expiación”.
Y me acuerdo de lo que escribía Aroa Moreno en la prensa, un
artículo reciente más
otro anterior sobre
la patria y sus signos, y no puedo estar más de acuerdo con ella.
He nombrado a Antonio Lobo
Antunes y me apetece terminar con una frase de una de sus crónicas,
“Crónica del pescador de la avenida marginal” porque me gusta
mucho su halo poético. Y porque, aunque no lo sé, me aventuro a
decir que a su tocayo Antonio Muñoz Molina seguro que, también, le
gusta.
Me apetece, fíjate,
regalarte flores.
No te las regalo. Abrazarte. No te abrazo.