La razón de leer
buenos libros es que inspiran. Si, por el contrario, el libro es
malo, en vez de inspirar, atontan. Un buen libro nos hace
incorporarnos por dentro, agita el pensamiento, etc.
Eso siempre me ha
pasado con Clarice Lispector, pero no había leído nada de Lucía
Berlín, excepto artículos y reseñas de su primer volumen de
cuentos “Manual para mujeres de la limpieza”.
Estos dos libros de
la foto son regalos de las navidades pasadas y la curiosidad de leer
por primera vez a esta autora hizo que me decidiera por “Una noche
en el paraíso”.
No es lo mismo leer
un libro de relatos que una novela, ésta mantiene más la tensión
todo el tiempo, engancha. Leer cuentos sin prisa y sin pausa, solo me
ha pasado con algunos autores, sobre todos con: Kurt Vonnegur,
Clarice Lispector, J. D. Salinger, Lorrie Moore, Quim Monzó y
algunos más.
Y ahora Lucía
Berlín. Esta mujer escribía con los cinco sentidos en marcha.
Cuando terminé de leer sus cuentos me sentía borracha de belleza,
de ritmo, de colorido, de verdad y de libertad, porque eso se respira
en ellos; su verdad, su forma de ser y de encarar la vida. Como en el
cuento “Mi vida es un libro abierto”. Su estilo, su forma de
terminar los párrafos, de enfocar los puntos de vista. Los detalles
¡tan importantes en un texto! Y el humor hasta en las situaciones
duras que relata.
Ahora leo a Clarice
y todos sus cuentos reunidos. Es como leer a alguien de la familia,
de mi familia de autoras y autores favoritos. He comenzado el libro
por un cuento “Felicidad clandestina” para comprobar si me sigue
envolviendo la misma sensación de hace tiempo, al leerlo por primera
vez. Y sí, la admiración y asombro permanecen. Y, también, el
recuerdo del deseo y disfrute de lecturas en una época que no podía
comprarme libros; los sacaba de la biblioteca, incluso, (en navidad
compraba uno simulando que era para regalo y luego lo cambiaba con la
excusa de que ya lo tenía…). Pero no se lo digáis a nadie.