jueves, 22 de mayo de 2008

27. Sobre el goce de escribir y el compromiso


Mis dos últimas adquisiciones de libros son “Espejos” del escritor Eduardo Galeano (del que hablo en este enlace) y "Contra el fanatismo” de Amos Oz. Un pequeño librito éste, pero no por ello menos sustancioso, que recoge tres conferencias de su autor de hace unos siete años. El tema del enfrentamiento entre Israel y Palestina no se ha solucionado aún, sigue estando de rabiosa actualidad, se afirma en este libro que nos habla sobre la explicación del problema y la necesidad acuciante de solución.

Como dice Amos Oz: “ambos pueblos aman el país, ambos tienen una profunda conexión emocional con la misma tierra. En caso de esperar algo se trataría más bien de un divorcio limpio entre Israel y Palestina. Será rarísimo porque las dos partes en litigio se quedarán definitivamente en el mismo apartamento. Nadie se va a mudar. Pero siempre será mejor que esa especie de infierno en vida que todos sufren ahora en ese país tan amado”.

En la conferencia tercera del libro plantea que para escribir hay que ser capaz de: “refrendar opiniones y sentimientos contradictorios y conflictivos con el mismo grado de convicción, vehemencia y fuerza interior”.

Y justifica que quizás una postura de compromiso no es el fruto de la comprensión concreta de la historia ni del conocimiento de la controversia ideológica de ambos pueblos, sino que “tal vez sean fruto de mi hábito profesional de ponerme en el lugar o en la piel de los demás”.

Nos cruzamos cada día con personas pero pasamos sin fijarnos “vemos siluetas en vez de gente real”. Observar es la tarea del escritor; observar lo que la gente se hace entre sí o, qué relación hay entre ellos. "No estoy hablando de estilo, de técnicas, de temas ni parábolas; los exegetas entienden de esto mucho más que yo. Lo que quiero compartir con ustedes es alguno de los placeres de la experiencia de contar historias con agallas, contarles de dónde procede la urgencia actual de contar historias, y cómo se vive, incluso en términos de tiempo, de sufrimiento, de prejuicio, de tragedia, de pérdida y de derrota. Creo que existe en todo ser humano, no sólo en escritores y novelistas: la necesidad de contar una historia, de imaginar al otro, de ponerse en la piel del otro es, al final, no sólo una experiencia ética y una gran prueba de humildad, no sólo una buena directriz política, sino, finalmente también un gran placer".

lunes, 12 de mayo de 2008

26. Expectativas


Son bastantes días los que llevo sin escribir y ahora todo se agolpa en mi cabeza.

El ordenador sigue bloqueándose, pero lo intento. Amigos, han ocupado mi tiempo y mi casa y esto me gusta mucho más que pelearme con mi ordenador que pide un cambio.

Los amigos suponen en nuestra vida una especie de calidoscopio que nos complementan, lo que quiero decir es que son imprescindibles. Para mí, que se sientan cómodos, es algo muy importante, pero no es mérito mío, esto lo heredé de mi madre y de mi abuela.

Nunca me he planteado qué ven en mí los demás; sí he comprobado que, por lo general, cada persona de mi entorno me devuelve una imagen distinta según su percepción y sus expectativas.

De la definición que da María Moliner sobre "expectativa" me quedo con la más liviana:

“Posibilidad de que algo ocurra de determinada manera, basándose en el análisis de circunstancias”.

Cuando en la amistad, que es algo hermoso pero a la vez complicado, hay fricciones, casi siempre se debe al análisis de las circunstancias. Creo que, en este examen detenido de ellas, es donde fallamos debido, nuevamente, a la interpretación tan personal que damos de los hechos.

Y es aquí donde, a diferencias de opiniones, debe prevalecer el cariño y la aceptación del otro.

Pienso que, en la amistad como en el amor, no se debe abusar de las expectativas, porque, a veces, esperar de la otra persona significa que no hemos sabido ponernos en su lugar para conocer y comprender qué le puede está ocurriendo: ¿por qué no hace esta o aquella cosa que me viene bien a mí?.

En una ocasión escuché decir a una persona que “la familia te viene impuesta, pero los amigos los eliges tú”.

Y esa libertad supone una gran alegría como la alegría de estar con ellos, de celebrar la vida, de compartir, de divertirse, de reír, de oxigenarse.

Ese oxígeno que a mí me ha ayudado a superar momentos difíciles, momentos míos que nadie más que yo podía solucionar porque eran mi responsabilidad.

Creo fue Miguel Hernández quien dijo: “yo nada más soy yo, cuando estoy solo”.