De entre todas las palabras que me
gustan por su sonoridad ésta es una de ellas. Es lo que escuché hoy
al subir a la azotea bien temprano: la algarabía y la música
rociera de la romería, algo que no se pierde. Yo diría que está
más vivo que nunca. Es mayo con su luz, sus días largos, su todavía
frescor quien puebla de fiesta y anima a celebrar.
El camino que hace la romería no está
visible, pero quizás sea esto lo que da más encanto al adivinar detrás de la arboleda las carretas engalanadas con promesas de un día feliz.
Y es lo que tienen todavía los pueblos
y sus gentes, ganas de celebrar la vida y olvidar las tristes
penurias que otros les imponen por su egoísmo, avaricia y maldad.
Al buscar la palabra me topé con la
planta y ahora me gusta aún más: Planta anual silvestre, de la
familia de las Escrofulariáceas, de seis a ocho decímetros de
altura, de tallo nudoso que produce dos vástagos opuestos, los
cuales echan también sus ramos de dos en dos, con hojas lanceoladas
y tomentosas, y flores amarillas.
De esta planta se hacen escobas.