domingo, 31 de mayo de 2015

377. Algarabía


De entre todas las palabras que me gustan por su sonoridad ésta es una de ellas. Es lo que escuché hoy al subir a la azotea bien temprano: la algarabía y la música rociera de la romería, algo que no se pierde. Yo diría que está más vivo que nunca. Es mayo con su luz, sus días largos, su todavía frescor quien puebla de fiesta y anima a celebrar.
El camino que hace la romería no está visible, pero quizás sea esto lo que da más encanto al adivinar detrás de la arboleda las carretas engalanadas con promesas de un día feliz.

Y es lo que tienen todavía los pueblos y sus gentes, ganas de celebrar la vida y olvidar las tristes penurias que otros les imponen por su egoísmo, avaricia y maldad.

Al buscar la palabra me topé con la planta y ahora me gusta aún más: Planta anual silvestre, de la familia de las Escrofulariáceas, de seis a ocho decímetros de altura, de tallo nudoso que produce dos vástagos opuestos, los cuales echan también sus ramos de dos en dos, con hojas lanceoladas y tomentosas, y flores amarillas. 
De esta planta se hacen escobas.  

jueves, 21 de mayo de 2015

376. La mirada que juzga

Marina roba, no por vicio, sino por necesidad. Hambre, y no sólo física. Hambre de saber, pero de esa no se habla nunca.
Ese día la despertó la manifestación, levantó los cartones del sitio donde dormía cada noche y escuchó lo que decían: “la cultura debe ser libre, ha de llegar a todos, educar, educar, en vez de tanto robar”. Se sintió aludida y se recogió en su improvisado y caótico catre. Una joven se acercó y vio cómo escondía un portátil pequeño debajo de unos libros viejos.
-¿Funciona?
Marina se encogió de hombros.
-Dame, te voy a enseñar.
En los días siguientes compartieron conocimientos y experiencias en un banco del parque. La joven asombrada por cómo memorizaba sus explicaciones, le fue mostrando algo desconocido para ella: una ventanita donde aprender y mirar el mundo de otro modo. ¡El real se había vuelto tan incomprensible!

Marina, desde entonces y gracias a la joven desinteresada, se dedica al final del día a leer sin tener que cargar con sus viejos libros, algunos aprendidos de memoria, de un lado a otro. Mientras lo hace, no deja de observar el ojo minúsculo de la cámara de esa “cosa”, no tan extraña ahora para ella, encontrada un buen día en la basura. 
Quien pasa a su lado a la caída de la tarde la cree loca al verla hablando sola: -¿me verá? ¿sentirá el arañazo de la línea al señalarla? -comenta en voz alta mientras copia lo que le gusta.  

domingo, 10 de mayo de 2015

375.Rara, rara...


Nunca cuadraba, porque a ella le gustaban las formas redondas como las canicas, y si se las podía imaginar volando, mejor. Siempre en los límites, allí la podíais encontrar, pero nunca en las fotos.
Hasta que encontró la forma perfecta, incluso, de esconder la cabeza, para no escuchar tantas falsedades en vísperas de elecciones.