sábado, 24 de diciembre de 2016

427. Raíces

Estas fiestas están tan enraizadas que al final caemos, cada una/o a su manera.
Este año os felicito con árboles y con cine porque he visto “El olivo”, una peli de Iciar Bollaín en la que, como en todas las suyas, se mastica el sentimiento y la humanidad, junto a la denuncia por todo lo vigente. Pero eso sí, siempre aderezado con su peculiar sentido del humor.


Y qué decir de El roto, la foto la tomé de un libro que tengo de él; es muy mala, mi móvil es de vieja generación, pero el mensaje si no se ve se intuye por la claridad con que también denuncia lo evidente.


Os deseo salud y buena compañía para disfrutarla como gustéis. FELICIDADES.

viernes, 9 de diciembre de 2016

426. Ir más allá

Si Brecht había tratado de transformar el aparato institucional del teatro, Augusto Boal lo concibió fuera de las instituciones: cualquier lugar era un lugar para el Teatro del Oprimido, puesto que el teatro es una propiedad humana que permite que el sujeto pueda observarse a sí mismo, y a los demás, en acción.

Si Brecht hizo conflictiva la oposición del espectador y del productor (es decir, los actores, músicos, etc.) e intentó abolir la división entre representación y público, Boal introdujo en el teatro las innovaciones estructurales necesarias por las que no había actores ni público, sino los que actúan y los que observan activamente.

Si Brecht sustituyó la representación por una situación dramática que había que resolver, Boal convirtió la escena en un laboratorio para la investigación social en el que lo representado era una hipótesis dramática que había que desarrollar y reconstruir permanentemente.

Si Brecht trató de establecer un método de pensamiento con el modelo de las piezas de aprendizaje, Boal construyó un método conflictivo con el que afrontar la vida.

Nadie ha ido tan lejos de Brecht ni ha desarrollado tanto las posibilidades de un teatro crítico. El Teatro del Oprimido muestra la naturaleza social, la materia ideológica de la que estamos hechos, y no lo hace para interpretarla, sino para transformarla.

Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!


Ahora acaba la ficción que hacemos en el día a día. Cuando crucemos esos bambúes, allá en el escenario, ninguno de vosotros tiene el derecho de mentir. El Teatro es la Verdad Escondida”.

Más aquí. Y aquí.