Ya huele a otoño. No por la lluvia que ha caído en algunos sitios de la Vega del Guadalquivir, sino porque la tierra estaba tan sedienta, que ella contenta, nos devuelve ese olor cada vez más gratificante.
Aquí ha llovido como nos dice Pessoa al principio de su poema a la lluvia:
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El otoño, que llegará este fin de semana, también me huele a poemas, quizás porque la poesía me lleva a regiones tranquilas.
Yo no sé escribir poemas, me pasa como cuando miro una pintura que solo me hace sentir cosas.
En uno de esos sentires escribí un poema a mis hijos porque la ignorancia sigue siendo atrevida.
Hoy no hay foto, la pondré cuando llueva a cántaros.