viernes, 14 de diciembre de 2007

11.Para estar informado con fundamento.


Sin necesidad de mucho esfuerzo, sin leer siquiera, las viñetas satíricas de El Roto te muestran lo que pasa en este, nuestro único mundo..., por ahora.

El Roto, seudónimo del veterano y genial autor Andrés Rábago (Madrid, 1947) ha presentado en Madrid el segundo volumen de su Vocabulario Figurado (Círculo de Lectores). En las más de 170 viñetas el tono descarnado es el denominador común de las críticas del autor contra el nacionalismo, el terrorismo, la religión y el capitalismo descontrolado.

Le tocó empezar su carrera bajo el franquismo. En esa época usaba el seudónimo de “Ops”, que fue coexistiendo con el actual. Su forma de ver la realidad y su forma de hacer, lo expresa en su obra, pero también en sus respuestas en distintas entrevistas a los medios.

"-Un dibujo no abarca más que un fragmento pequeño de las cosas, un fragmento caracterizado, modificado, un ángulo visible. El trabajo de la sátira no es equilibrado, es deformante. Las imágenes o las ideas no deben ser contradictorias, tienen que tener una idea común.

-Lo que acabo de pensar nunca lo dibujo al surgir, espero un tiempo; luego, busco la imagen apropiada y la situación en la que esa idea pensada pueda encajar. Así la voy desbastando hasta dejarla en su expresividad máxima con el mínimo de palabras.

-Me dejo llevar por mi intuición, por cosas que me interesa decir, nunca sigo los temas políticos de actualidad, trato temas de mediano plazo, de largo plazo, problemas que sé que van a estar ahí cierto tiempo.

-No me interesan los personajes públicos: ya tienen sus vehículos y dicen lo que piensan. Soy una persona bastante solitaria, lo que procuro es tener mucho silencio alrededor. No tengo televisión, apenas oigo la radio, mantengo en mi entorno un silencio que me permite escuchar lo que está en el aire. Sería algo así como guardar silencio para poder oír.

-La actualidad es como el mar, en la superficie está el oleaje, el mero vaivén, pero por debajo van las corrientes profundas, las que a mí me interesan más.

-Más que formar opinión yo creo que expreso opinión. Me parece útil ayudar a que la opinión que ya está formada en una persona cristalice y tome forma. No estás formando opinión, estás ayudando a que salga a la luz.

-La realidad es tan aberrante que, por sí misma, se convierte en sátira con todo lo que está pasando.

-La mentira y el dinero se han convertido en lenguajes universales. Sólo soy el amanuense de una forma de pensar que está ahí. Pero yo, por mí mismo, probablemente no existo”.

Tuve la ocasión de ver en Sevilla, hace unos meses, la exposición itinerante de “El chaparrón”, donde sus viñetas muestras los problemas que afectan al medio ambiente. Realmente geniales.

martes, 11 de diciembre de 2007

10. Una película de miedo

Después de un viaje intensivo, vuelvo con un catarro también intensivo y busco distraerlo con algo de cine. No es mi género favorito, aunque me gustó "El resplandor" de S. Kubrick, la que más miedo me ha dado. Después me encogí en la butaca con los "Aliens", mezcla de terror y ciencia-ficción.

El bosque es una fábula sobre el poder que puede tener el miedo para una sociedad. De entrada se muestra una atmósfera apacible mecida en una banda sonora atrayente que, poco a poco, se va transformando y aflorando todo ese temor, ese miedo a lo desconocido y al progreso. Pero su joven director: M. Night. Shyamalan nos muestra también la valentía de la mano de una chica...

No obstante, es para preguntarse ¿qué hay en este género para que busquemos pasar un mal rato?, ¿el miedo?

Busco y leo sobre el tema:
“el miedo nos hace sentir vivos, la adrenalina que genera tensa nuestros músculos, agita la respiración y acelera el corazón. Estos estímulos nos permiten vivir la intensidad de la sensación sin necesidad de salir corriendo ni hacer frente a un peligro y tener que luchar contra él”.

Es el miedo sin esfuerzo, ese miedo fácil, controlado, ese miedo no real que hace que salgamos de la oscuridad de la sala de proyección y podamos instalarnos de nuevo en la comodidad de nuestro sofá mientras otros miedos se van instaurando en nuestra vida cotidiana.

Como por ejemplo el miedo a volar y no hablo del miedo de ir en avión, sino el que se genera en los aeropuertos.
Vistos desde arriba parecemos verdaderos zombis, atravesando despacito las hileras laberínticas de los controles.

Cuando ya sólo te queda por enseñar las tripas, te vistes deprisa y vas hacia la puerta con alegría, deseosa de ver por fin... Londres y dedicarte al turismo. Pero es justo allí, en la puerta, donde te topas con un joven humano de grandes músculos rodeado en sus pectorales de correas y cargado con su metralleta, le miras, muestra un rostro tenso y piensas: ¿podrá poner cara de ternura cuando mire a su hijo?