La
palabra “viajar” le despejaba la nariz y los oídos, la cabeza,
como un baho de eucaliptus.
Álvaro
Pombo, El cielo raso.
Por
el cielo cruzo los Alpes como un pájaro, a través de un tiempo
distinto por reducido, que me lleva a otro lugar sólo contemplado
en los cuentos. Y pensé “mi abuela no se lo creería”, ella que
sólo viajó de un pueblo a otro.
Mi
mirada se extraña de que el paisaje de abajo sea real. Como en un
sueño de niña, ya en tierra firme, recorro los valles, un funicular
me sube a las montañas, blancas en su cúspide por la piedra caliza,
alguna con nieve aún en sus cumbres. Y abajo el agua del deshielo, el verde, las casas,
las flores. Todo perfecto.
Luego vendrían los castillos, los
palacios, esa cara y cruz religiosa e imperial de espalda al pueblo.
Carrozas cargadas de dorados, una pequeña muestra de lo que guardan,
que en los cuadros contrastan con los jarambeles de los pobres que
miran embelesados.
Hablo
de Austria, pocos mendigos en sus calles, sólo vi uno en Viena, y
esas colas de inmigrantes a las puertas. Sólo flores y más flores,
lagos, cascadas, castillos, palacios, pero faltos de abrazos.
Ai
Weiwei translocación - transformación
"Todo
es arte. Todo es política", dice Ai Weiwei (nacido en 1957),
uno de los artistas contemporáneos más famosos del mundo.
Un
millar de chalecos salvavidas de refugiados sirios, que forman 201
flores de loto, flotan en el estanque del Palacio
Belvedere de Viena. Aquí, como en otros lugares, intenta remover las
conciencias con esta instalación artística.
Al fondo la calle de las Embajadas.