jueves, 25 de septiembre de 2014

353. Narrador ¿deficiente?

Estiré mi ojo intentando ver qué era el color. Mi hábitat era el viejo huerto abandonado y lo que allí predominaba era el verde. Nuestro ciclo de vida terminaba cuando éramos comidos por los insectos; mucho mejor que servidos en bares, después de asfixiados por la harina, requetelavados, y chupados. Hasta nuestras hermosas casas vacías terminaban en la basura. De vez en cuando un hombre venía y se llevaba a los que sólo les quedaba eso: su casa. La última vez que apareció, intenté averiguar algo, pero no sabía bien qué podía ser aquello que con tanto mimo hacía. 
 Cuando se fue descubrí que a los que habían muertos los decoraba y colocaba en un viejo pupitre. ¡Ya no éramos nosotros, eran otros! Al día siguiente volvió y se los llevó hacia la casa. ¿Qué haría con ellos?
Vi que se había dejado unas latas destapadas. Reuní a otro grupo aún más numeroso que el primero, el huerto en esa época estaba a rebosar. Para averiguar qué pasaba tendríamos que introducirnos en las latas y así lo hicimos. Salimos de ellas transformados, bañados en una cremosa y suave pasta. Entramos en la casa, y, al ver a nuestros amigos pegados en una ventanita, nos miramos sin saber qué hacer. De pronto, dominados por ese glamour, queriendo llegar aún más alto, subimos y subimos por la pared. Y así terminamos. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

352. Ir y venir

De libro a libro, porque siempre que voy y vengo me acompañan. Lo que pasa es que unos pesan más que otros y no sé si queriendo o por azar, o quizás temiendo que en un futuro no pueda con ellos, este verano he leído todos los voluminosos que tenía pendientes junto con los regalados. Mencionarlos aquí, es porque quiero celebrar con un post sobre libros que este blog cumple siete añitos el miércoles próximo. Como era mi intención al crearlo, este es un costurero a modo de cajón de sastre, y sin ellos, sin mis lecturas, que son fuente de inspiración para escribir, no tendría razón de existir. Así que como si de una comida se tratara, al fin y al cabo lo que hacemos con lo que leemos es una digestión en el cerebro, ahí va mi menú de este verano.

APERITIVOS
Para relajarse del curso, tontamente, tomando el sol, vuelta y vuelta. Dos mujeres en Inglaterra sin sol, sin vida y leyendo un anuncio: Para aquellos que aprecian las glicinas y el sol. Se alquila pequeño castillo medieval italiano amueblado durante el mes de abril. Permanecen los sirvientes necesarios. Z, Apartado 100, The Times. En 1922, que fue cuando su autora Elizabeth von Arnin lo escribió, ni los transportes ni compartir vivienda estaban como ahora a la orden del día.

Para comprender por qué funcionó bien el boca-oreja, como los consejos de un buen agente, etc. De lo que pude cerciorarme es que María Dueñas, su autora, no ha cosido un vestido en su vida, además, de fiesta y en un plis plas, como parece que lo hace su protagonista mientras pone en marcha negocios lucrativos, y saliendo de la nada a ejercer de espía y de las buenas.


               PRIMEROS PLATOS


Hay que leer a la Almudena actual que se ha remangado para contar lo que desconocemos aún de nuestra propia historia por boca de sus protagonistas. Novelado, sí, pero real porque hay hechos que lo demuestran.
  
Estaba esperando un verano tranquilo para leerlo, 1111 páginas en edición bolsillo, I65 personajes más otros secundarios, nombres y apellidos rusos, alemanes etc.
Se nota que Vasili Grossman trabajó de reportero, el libro está plagado de escenarios distintos. No podía ser de otro modo para reflejar todo lo que abarcó la batalla de Stalingrado. Su autor nos muestra mientras duró todos los frentes de la vida en guerra. Una obra de gran envergadura que nos avisa del peligro del totalitarismo en cualquier tiempo.


Para suavizar (a modo de sorbete de limón, o eso pensaba yo). 
Podría parecer una comedia, pero no. Lo que aquí muestra Oliver Sacks son veinte historias médicas de pacientes perdidos en el laberinto la percepción. Un estudio que, como nos dice en el prefacio del libro, podríamos llamar “neurología de la identidad”, pues aborda los fundamentos nerviosos del yo, el viejo problema de mente y cerebro. Ese misterio de la mente humana que él trata de comprender y que su lectura te deja perpleja, pero mejor abstenerse hipocondríacos.

                                              SEGUNDOS PLATOS


A estas alturas de la comida cómo no sacar a relucir la familia americana y su modo de vida. Para eso, además de Carver, leer a Jonathan Franzen, que la desmenuza hasta el punto de estar cansada de Patty, sobre todo al principio del libro, luego ya no, el libro engancha. Los personajes están tan bien definidos que cuando busqué la imagen del autor vi en él al marido de Patty tal como yo me lo había imaginado.




Guiándome de las falsas expectativas con que las editoriales a veces anuncian sus libros. A Karoo, del que no conocía nada, salvo la excelente portada de Miguel Brieva, lo compré para un regalo. Steve Tesich nos muestra a su protagonista de igual apellido que el título, como un hombre adicto al caos y enganchado al desastre, pero no falto de conocimiento sobre su persona; la novela es él, y nos advierte que la verdad ha perdido su poder, o el poder que tuvo alguna vez, para describir la condición humana. Lo único capaz de revelar lo que somos son las mentiras que contamos.

                                         POSTRES
 He unido estos dos libros de Alison Bechdel porque no puede ir el uno sin el otro, ya que el segundo “¿Eres mi madre?” es como ella misma dice en una de sus viñetas “un metalibro” en él cuenta lo que le llevó a escribir el primero, “Fun Home”, que me gustó más. Frases como: Crecí resentida por la forma en que mi padre trataba a sus muebles como hijos y a sus hijos como muebles. ¿Qué sentido tiene fabricar algo a lo que es tan difícil quitarle el polvo? Mis padres me resultaban más reales en términos ficticios. Los dos, en especial el segundo, son constantes referencias a otros libros, algo que sirve para tirar del hilo. Os paso su página para quien no haya visto sus dibujos.
                                                  COPAS
Sólo deciros que espero no haberme convertido en el “lector pasivo” de Cortázar en Continuidad de los parques porque no lo podría celebrar el año próximo. Gracias por vuestras visitas que me animan a seguir. Os dejo con Cortázar como brindis final.