martes, 28 de mayo de 2019

502. Mi cuerpo es un armario


Por fin se iba a cumplir lo que me dijo mi prima: “no seas tonta, Jimena, ¿tú sabes lo que es tener seguridad?” Ella llamaba seguridad a comer todos los días. En nuestra tierra no podíamos, por eso me decidí a poner tantos y tantos kilómetros de por medio.

Cuando va llegando el verano siempre lo recuerdo. Hacía tanto calor a media mañana que, al entrar en el edificio de la Seguridad Social, el frescor de los aires acondicionados fue un regalo. Yo no había estado nunca en un sitio así. Toda una planta baja dividida en dos niveles, en el de abajo había muchas mesas colocadas en hilera y sentados detrás de ellas hombres y mujeres que estaban para atendernos. Cogimos número y nos sentamos a esperar que nos tocara. Le di a mi señora una revista que acababa de comprar en un quiosco y me puse a observar. Es lo que más me gusta, además, es mi modo de aprender desde que llegue hace…, ya ni me acuerdo. En las caras de las personas se puede ver si están a gusto, si son felices, si les duele algo y, sobre todo, si aunque les pase cualquier cosa ese día lo superan y pueden llegar en su trabajo a ser amables.

Había mucha gente porque era el último día para hacer las gestiones. Yo no sabía por qué tenía que ir con ella pero algo intuía. Mi cabeza bullía llena de miedos y notaba mi cuerpo torpe como si fuera un armario pesado. Tuve suerte, el señor que nos atendió me miró fijamente y sin explicarme su interés le planteó rápido la cuestión a mi señora. Así que salí de allí contratada y con seguridad social. Ella tenía tal cara que al preguntarle una amiga que se cruzó con ella:
-Y tú, Pitita, ¿qué vas a hacer con Jimena?
-Quedármela, -dijo con sequedad. 
Eso de tener que pagar algo más... Me sentí un mueble, pero me dio igual, ahora sí que de verdad podía estar segura de que tenía mis papeles en regla. Como dice el refrán: "a la tercera va la vencida" o algo así. Tanto querer echarnos de los países a los que llegamos para sobrevivir, y, si no fuera por nosotras, las personas mayores se morirían en un rincón porque muchos hijos no se responsabilizan de sus padres.


Un poco de tiempo después, en el supermercado al acercarme a la sección de verduras y frutas, vi a un hombre entrado en años pulsando casi desesperado los botones de la pantalla para pesar lo que llevaba. Se veía a leguas que no había comprado allí en su vida, me dio pena y me puse a su lado para ayudarle y mi sorpresa fue mayúscula. ¡Iba a poder hacer algo por el señor que tan amablemente convenció a mi señora para que me contratara! Sí, desde entonces y gracias a su ayuda vivo más relajada, incluso, más delgada. Tuve que recordarle de qué lo conocía y me miró asombrado, debe ser porque ahora estoy “estupenda”.

sábado, 11 de mayo de 2019

501. Un soplo de aire fresco


Siempre me pasa. Si las historias que leo (las últimas han sido de mujeres con una infancia infeliz y una vida atormentada), las siento tanto que me duelen, me apetece cambiar a otro tipo de lectura.
Es entonces cuando me paseo por las librerías como si fuera al parque. Suelo llevar en las notas del móvil un montón de títulos, pero no los miro, dejo que me llamen desde los estantes.
Y, caso curioso, así he leído libros de autores que no conocía, pero que me han sorprendido por su frescura y originalidad y, también, por su sentido del humor al tratar ciertos temas.
Como en el caso de David Foenkinos. Hace tiempo vi la película “La delicadeza” basada en su libro que también leí. Si no recuerdo mal, creo que él mismo escribió el guión y delicada es también su prosa, con pequeños detalles que dan color a lo escrito.
Hace como una semana descubrí en esos paseos “La biblioteca de los libros rechazados” del mismo autor y en la misma línea. Con una forma de contar amena y original.
Cuenta Foenkinos que el escritor Richard Brautigan en su libro The Abortion cuenta una historia en la que el protagonista trabaja en una biblioteca que acepta todos los libros rechazados y que un apasionado lector creó, para rendirle homenaje la “biblioteca de los libros rechazados”.
Así fue según la Wikipedia que “el concepto de The Abortion se puso en práctica en la forma de la Biblioteca Brautigan.
Si os gustan las bibliotecas, el mundo del libro y sus historias, además de la edición de las mismas… Este es un libro curioso en el que, según el autor, es el primer libro en el que ha tratado de expresar su amor por la literatura.