El otro día estaba sentado en un banco del parque, lo suelo hacer cuando quiero despejarme de lo que estudio, que no viene al caso.
Delante de donde me encontraba dos chicas muy sonrientes de unos veinte años se encontraron y saludaron. Una de ella daba saltitos como de felicidad y la otra le preguntó:
¿Hoy es el día?
Sí, contestó sin parar de saltar, yo creo que me lo pedirá, me ha citado aquí mismo.
¡Qué romántico! Pues no te retrases, ya me contarás.
Como la chica de los saltitos señaló el parque y me apetecía dar un paseo, la seguí intrigado.
En un recodo me despisté, pero alguien chocó conmigo. Era la chica que venía de vuelta corriendo y casi gritando:
¡Un sitio horrible, seguro que es un ogro y conmigo no, que se case con otra!
Menos mal, justo a tiempo, pensé.
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