sábado, 31 de diciembre de 2011

228. Girar y girar

Se acabó

Porque el tiempo vuela

Y esto es lo que llega

Os desamos, a pesar de los pesares, un buen año a tod@s.

Gracias por vuestras visitas y mejores palabras. Abrazos.

jueves, 22 de diciembre de 2011

227. ¿Qué hacer?

No hay que pasar por debajo si no quieres.

Ni tirarse a la gran piscina.

O quedarse con la sombra torcida.

Tampoco dormirse como un lagarto.

Mejor: reunirse al sol entre las espinas.

martes, 13 de diciembre de 2011

226. Rabo de lagartija

Con esta edad, mis preocupaciones no eran como las de Pepito, mi amigo, que no está en la foto porque salió con cara de bobo, y como yo me reía de él, la cortó. Ese día, ya tan lejano, le di un susto de muerte. Sí, sí, de muerte, la palabra mágica, ¿qué pasaba después de la muerte? Era el problema que nadie quería explicarme.

Antes de hacernos la foto, habíamos estado jugando a cortarles el rabo a las lagartijas. Me gustaba observar cómo se seguían moviendo después de cortárselo. Pepo, como yo lo llamaba, volvía la cara para no verlo. Pero yo seguía sus coletazos hasta que el rabo dejaba de moverse, entonces, cogía la lagartija que me daba más pena, la guardaba en una caja y la cuidaba hasta que le crecía uno nuevo. Jugábamos en la parte de detrás de la casa. Mi madre, mientras tendía la ropa, hablaba con la vecina.

-¿Que se ha muerto Antonio? –decía mi madre sorprendida- Pero si no puede ser, si desde que le cortaron la pierna pareció revivir.

-Pa que veas, Lola, si es que no somo nadie. Ya lo están velando. Arréglate y vente conmigo porque tú ahí tendrá que cumplí, que e pariente de ustede –le contestó la vecina.

-Lucía, ¿qué le han hecho a Antonio? –me preguntó Pepo con cara de susto y soltando las tijeras de golpe.

-Chistt..., calla que no me entero –le contesté bajito.

-Pero ¿qué ez velando? -me dice al oído.

-Mira que eres burro; velando tiene que ver con velatorio, que es como una merienda donde las mujeres se reúnen y se ríen mucho, y hay una caja grande con unas velas muy altas...

-Y ¿hay muertoz? -me interrumpió tirando la tapadera de su caja, el muy torpe.

-Solo uno, pero seguro que se ha muerto de la risa. Anda, tira ya los rabos, que esos sí que están muertos y vamos a ver qué pasa.

-Yo no voy, zi... ezzz que... mi madre no me deja -dijo con esa voz de cazurro y pataleando.

-Y ¿crees que a mí sí? Dile a tu madre que la mía te ha pedido que juegues conmigo porque..., tengo fiebre... no, no, creerá que te voy a contagiar, porque... tengo un juguete nuevo.

Ya había pasado un rato y mi amigo no venía, así que me colé en el patio de la vecina y de allí por la azotea hasta la casa del muerto; las mujeres estaban en la cocina en plena merienda. Todo mi afán era saber si las personas eran como las lagartijas y si les crecían las partes que le cortaban. Encontré el cuarto por el olor de las velas, habían arrimado la cama a la ventana para hacerle sitio a la caja, que ocupaba el centro de la habitación. Al otro lado estaba el armario de tres puertas con la luna del espejo en el centro.

Me subí a la cama y miré por la ventana por si alguien venía por la calle. En los pueblos no para el correveidile de las gentes en los entierros. Estaba de suerte, nadie, sólo Pepo que llegaba corriendo con sus pies planos y asfixiado de subir la cuesta.

-Quédate aquí y vigila. Me avisas si viene alguien –le dije.

Le vino de perillas quedarse fuera y se agarró a los barrotes de la ventana para observarme.

Sólo se escuchaban las risas de las mujeres y el ruido de las tazas en el fregadero. La cama, donde me encontraba de pie, estaba retirada de la caja del muerto. Tenía la tapa quitada y estaba cubierto por una sábana. Salté y caí dentro, en una especie de hueco que debía ser la pierna cortada. Por instinto me subí a la otra pierna, como cuando mi padre me cogía en cabritos, y estirándome intenté retirar la sábana de su cara. No me dio tiempo averiguar si estaba frío como dicen que están los muertos. Me vi disparada a través del espejo al tiempo que un grito, el de mi amigo, alertaba a todo el mundo. No paraba de mirarme, estaba como en un bocadillo entre la pierna levantada y el cuerpo incorporado del Antonio que había resucitado. Sentí que alguien me levantó por la espalda como a los gatos, y con brío me sacó a la calle echando pestes de mí.

Mi amigo corría como alma que lleva el diablo, y yo más detrás de él, diciéndole a voces...

-¡No corras tanto! ¡Esperaaa! ¿Ves como yo tenía razón? Está vivo y le está creciendo la otra pata como a las lagartijas.

A mi madre, la niña de la foto y la voz que narra.

Cuento incluido en la novela "El beso de las nubes", en construcción.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

225. Cosiendo que es gerundio

Este puente nada de viajes, no sé si lo sabéis, pero estamos en crisis.
Yo desde ayer coso.
Ya os lo enseñaré.

domingo, 27 de noviembre de 2011

224. Vuelo rasante

Todas las mañanas camina, se sube a la ventana y ahí, presumida, disfruta de su mirada.


Grupo: Aves (pájaros)

Nombre Científico: Motacilla flava

Nombre Común: Lavandera boyera

jueves, 24 de noviembre de 2011

223. Aizoácea


La planta es fea con ganas,
pero inspira renovación y progreso, ¿o no?

sábado, 19 de noviembre de 2011

jueves, 10 de noviembre de 2011

221. Detrás de la reja te estaré esperando

Divisé el barrio y me adentré en sus calles estrechas. Allí estaban los patios más hermosos. Sus puertas eran encajes de hierro que los dividían del zaguán. Entré en uno y encendí la cámara. Ella no se inmutó. Una mujer joven permanecía de pie observando la calle desde el interior. Oprimía los barrotes de la reja con sus manos; éstos rodeados por sus dedos en un abrazo la sostenían. Su cuerpo en forma de ese, desmadejado, mostraba un cansancio de horas. Encajé el trípode a la cámara y lo coloqué detrás de la puerta de entrada. En la penumbra yo era sólo un objetivo que la vigilaba; observé su rostro, no había expresión en él. De vez en cuando cambiaba la postura y se dejaba caer.

No sé cuánto tiempo transcurrió, yo la contemplaba mientras ella, sin importarle mi presencia, seguía mirando fijamente la entrada.

La puerta de la calle chilló al abrirse y me sobresalté, pero no me volví para ver quien entraba porque la mujer pareció cobrar vida y se irguió. Un hombre apuesto pasó a mi lado sin reparar en mí, introdujo una llave grande en la cerradura de la reja y ésta emitió un lamento. Se acercó a la mujer, rompió su abrazo y colocó unas esposas en las delgadas muñecas de ella que parecía comérselo con los ojos. Él intentó besarla como intenta la cobra morder a su víctima, pero no le dio tiempo. Toda la dejadez de ella se volvió destreza y en un abrir y cerrar de ojos se desprendió de los grilletes, enganchó uno a la reja y otro al tobillo de él que se dejó hacer como si de un juego se tratara.

Justo en ese momento, se escuchó una potente voz en la parte alta del patio interior: corten. Buena toma, gracias a todos.


martes, 1 de noviembre de 2011

220. Percepción

No hace falta vivir en los árboles, pero sí ponernos a su altura para tomar distancia y apreciar mejor lo que ocurre a ras del suelo.

jueves, 27 de octubre de 2011

219. Aprendizaje

Me pregunto qué pensaría esa señora al ver esta imagen. Ella, que se ha dado tanta prisa en relacionar la posible, que no real, escasez de medios en la enseñanza andaluza, ¿se habrá sentado alguna vez en el suelo a jugar o a contar cuentos a sus hijos?

A juzgar por la rapidez de su juicio, seguro diría que está enganchado a los juegos violentos, o vaya usted a saber.

Este niño de un pueblo chiquito de Francia, del que no recuerdo el nombre porque hace ya unos cuantos años de este viaje, en un otoño que pelaba de frío estaba jugando; sí, pero al acercarnos a su altura comprobamos que jugaba al ajedrez.

miércoles, 19 de octubre de 2011

218. Conectada


Cuando desperté, la lagartija aún estaba agarrada a Internet.

jueves, 13 de octubre de 2011

217. Aniversario

Hace tiempo que no lo celebran, pero él siempre deja dos botellas llenas por si a ella se le ocurre pasar.

jueves, 6 de octubre de 2011

216. Desidia

El calor de la tarde se cerraba sobre la isla y Mallorca se iba desocupando de veraneantes. Los señores de Jimena se habían marchado del chalet; una ganga dijeron, y un trabajo más para ella.
Después de un día duro, por fin, había terminado de ordenar, limpiar y proteger con sábanas los muebles. Estaba sola y cansada. Se desnudó y sumergió su orondo cuerpo en las transparentes aguas de la piscina. Mañana vendrá el jardinero a cubrirla para el invierno. Nadó suavemente, dejando que el frescor del agua penetrara por todos los poros de su cuerpo moreno, de un moreno natural, no tostado por el sol. Un juguete olvidado llamó su atención, al sacarlo del agua sus lágrimas se mezclaron  con el agua clorada y ésta le robó la sal; como la necesidad de sobrevivir le había robado a sus hijos, tan lejos de ella.
Con pasos lentos extendió una toalla en el suelo del porche y se tendió bocabajo. Una lagartija salió de la oquedad del gran tiesto donde la caña india crecía salvaje. Tenía el rabo cortado. La lagartija se dedicó a observar hormigas, movía la cabeza pendiente de escoger su mejor bocado, y en un abrir y cerrar de ojos, sacó la lengua y se comió no sólo una hormiga, sino todas las que su apetito le pedía.
Sus señores, en reuniones con amigos, no habían hablado de otra cosa este verano: la crisis financiera. ¡Tantas conversaciones que ella no entendía! Jimena sólo sabía que tenía que trabajar más aún para no volver a la pobreza de su tierra.
Siempre se había dicho que el pez grande se come al chico, y ahora la gran lagartija de rabo cortado lo confirmaba, aunque eso no era nuevo para ella.
Lo nuevo era la desidia; esa desidia que le impedía levantarse, recoger con una instantánea de su cámara la lengua de la lagartija y la hormiga pegada a ella arrastrando su miga minúscula de pan con esfuerzo para, al final, ser engullida. Hubiera sido un disfrute para sus hijos. Y seguro les hubiera contado que, para las lagartijas, desprenderse de la cola es un mecanismo de defensa, y que les vuelve a crecer, como crecen los dineros de los poderosos.
Pero la desidia ganó la partida. Como ganaba el poder al controlar la desidia de los que estaban cansados de trabajar como Jimena, una laboriosa hormiga más pegada al suelo.


viernes, 23 de septiembre de 2011

215. Vengo para ayudar

Como un cometa de larga cola he volado y me he recogido al aterrizar, doy mucho de sí.

He intentado ayudar a los terrícolas porque se les están acabando las luces como a los del siglo aquel.



Pero me han echado, dicen que con la luz se ven más los fallos.

martes, 13 de septiembre de 2011

214. Y sigo


El agua me llama y la música me baila,

mientras,

yo coso puntada a puntada.


Escribir y disfrutar de vuestros comentarios se ha convertido en algo cotidiano, tanto, que no he reparado en que hace cuatro años que empecé el blog.

Pero es igual porque lo cree pensando en mi madre, y su costurero sigue funcionando: el físico y el virtual. Hoy 13, su fecha preferida, lo celebro contenta de conoceros.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

213. Asombro


¡ufff...! Por fin, se han ido y estoy casi solo.

miércoles, 31 de agosto de 2011

212. Evolución

¡Zas!

Martín, si sigues prestando más atención al vuelo de esa mosca que a mi explicación en clase, te estamparé esta paleta de madera en tu pequeño culo. -Eso me dijo mi maestra con los ojos saltones, la piel pringosa y pegando en mi pupitre un golpe tan fuerte que me hizo botar del asiento.

¡Zas! ¡Zas!

Cómo me gusta cuando al segundo paletazo el cuerpo sale despedido, y la cabeza se queda enganchada en un agujero de la red de mi matamoscas de diseño italiano. Los ojos son igualitos que los de la gruñona profesora de mi infancia.


La imagen está tomada de internet.

domingo, 21 de agosto de 2011

211. Libros

Algunos libros no precisan explicación, ni reseñas. Cuando lo has terminado de leer solo te interesa fijar aquel párrafo o aquella frase que condensa, que impresiona, que te dice la intención del autor, que te hace recordar en el tiempo aquel relámpago primario para completarlo en una relectura.

La lucha había durado cinco días. Cayeron en una emboscada y les rodearon los tanques. Derby describió la increíble tormenta artificial que los terráqueos son capaces de crear, a veces, para que otros terráqueos vivan mejor cuando en realidad no quieren que esos continúen viviendo sobre la tierra”.

Kurt Vonnegut, “Matadero cinco”

Nadie hacía caso de los aviones italianos y alemanes que sobrevolaban tranquilamente la ciudad. Habían acabado acostumbrándose a ellos. De pronto, uno de ellos se separó de los demás y se lanzó en picado sobre la muchedumbre...

Presas del pánico, algunas mujeres soltaban a sus hijos como si fueran molestos paquetes y salían huyendo. Otras los estrechaban contra su cuerpo con tanta fuerza que parecían querer meterlos de nuevo en su seno, como si ese fuera el único refugio seguro”.

Irène Némirovsky, “Suite francesa”

La prensa diaria habla de todo menos del día a día. La prensa me aburre, no me enseña nada; lo que cuenta no me concierne, no me interroga y ya no responde a las preguntas que formulo o que querría formular.

Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?”.

Georges Perec, “Lo infraordinario”



miércoles, 10 de agosto de 2011

210. Caras duras


EL TORCAL de ANTEQUERA

Un paisaje sorprendente, onírico, surrealista y único en Europa.

Es difícil imaginar, cuando se visita este paraje tan singular, que en aquellos tiempos, Antequera estaba en la línea de playa y Málaga cubierta por el mar.

El origen de esta extensión de 17 kilómetros cuadrados tuvo lugar durante el periodo jurásico hace aproximadamente 150 millones de años. Los materiales depositados en el mar emergieron como consecuencia del plegamiento alpino, conservando buena parte de su horizontalidad a pesar de haber ascendido más de 1.000 metros sobre las aguas.

Más tarde, una serie de fracturas generaron grietas (diaclasas) y sistemas de fallas. La erosión de dichas grietas ha producido lo que llamamos hoy día callejones o corredores, formándose en su intersección hoyos o dolinas (sinónimo de Torcas, de ahí el nombre de la sierra).

A partir de este momento el conjunto queda sometido a un proceso de erosión característico: el modelado cárstico.

La erosión de la roca por la acción del agua helada (gelifracción), junto con la disolución de las distintas calizas, por ataque químico del CO2 atmosférico, presente en el agua de lluvia, han modelado multitud de formas en las rocas, produciendo un verdadero museo de esculturas naturales.

A través de las rutas turísticas por las que el visitante se puede adentrar en sus entrañas, misteriosas figuras surgen del conjunto. Toda una combinación de fantasías convertidas en realidad por medio de las piedras calizas.

Se aconseja visitarlo cuando la temperatura no sea muy cálida ni cuando haya mucha niebla para poder admirarlo bien, pero si os gusta imaginar en un día de niebla... las historias pueden ser sugerentes...


No, no estoy de vacaciones, pero quizás por eso repaso otras que tuve y las muestro; porque existe variedad en verano, y no todo es playa, piscina y agua en definitiva.

A Fackel.


sábado, 30 de julio de 2011

jueves, 21 de julio de 2011

208. Cambio de piel

Como tú

me libero,

busco convertirme

en algo más ligero.

sábado, 9 de julio de 2011

207. ¿Qué haces?

Otra vez, ¿qué haces, narciso?


A falta de espejo
me miro en mi reflejo.

viernes, 1 de julio de 2011

206. Era previsible


"Llegarás muy alto", era la frase preferida de su padre. Y Ernestito, enclenque e inseguro, subió.

Y, para ello, mintió, trepó y robó. Y llegó; fue entonces, cuando al dar un traspié, ¡uy!

Y bajó, bajó, bajó...



A mi amiga, Elisa I. Mellado, que me regaló las tres fotos.

viernes, 24 de junio de 2011

205. Orden, desorden


Felicidades, papá.
Nombrar la felicidad, eso quiero, porque repetirla la fija. Cuando escribes algo, lo imprimes en tu cerebro al pasarlo del pensamiento a la página. 

Nombrar la felicidad, rebelarme contra el dolor. Parece que estamos inmersos en catástrofes continuas, no importa que no ocurran a nuestro lado, las sentimos igual por las imágenes que nos llegan. En esta época que nos ha tocado vivir están cambiando cosas, siempre cambian a más o menos ritmo. El de ahora es frenético, tanto, que hoy necesito esta paz de las cosas tranquilas; tú las inspirabas, y por eso he decidido escribir para ti. Sé que te gustaría y te alegraría este recuerdo.
Hemos llegado a tu casa, será siempre la vuestra; una casa que cambia, llena de luz que va pasito a pasito reforzándose. Cambian las apariencias de los lugares y de las cosas, pero no las vivencias, éstas se quedan, si no en el espacio nuevo, sí en cada uno de nosotros, como guardadas en una cajita que nos permite destaparlas cuando queremos.
La felicidad entra por los sentidos y el olor es uno de ellos, tan fuerte que te transporta. El olor del melón, la menta, el jazmín..., guardo olores, papá, el tuyo en tu neceser con todas esas pequeñas cosas que encerrabas en él, tu pequeño mundo.
Los olores, el espacio, la luz, las sombras, esos objetos nuevos que se introducen en la cotidianidad y que van haciendo historia. Encontrar un sitio para una mecedora desde donde observar las ramas de la morera mecida por el aire; contemplar los rayos de sol entrando por las cavidades del muro nuevo que parece vivo gracias a la luz que lo atraviesa.
Es en ese deconstruir y construir, en estas dos palabras transcurre nuestro tiempo. Un tiempo de cambios, también de incertidumbre para quienes tenemos hijos, tus nietos. Observar la vida, escucharla, apreciar cualquier cambio estacional. A eso dedicabas gran parte de tu tiempo encerrado en el cuarto de trabajo, del que solo queda esta ventana verde que aquí luce: reciclada. Porque reciclar era lo tuyo, y también enseñar a tus nietos a construir juguetes de madera para luego ver cómo jugaban, siempre con miedo de que se hicieran daño. Esa paz tuya, ese amor por las cosas bien hechas, tu lema de siempre; ese desorden en tus cosas también, no todo ha de ser perfecto, la perfección no existe y lo sabías. Te retirabas cuando querías para ver pasar la vida, al margen, y así te fuiste, a tu gusto.
Hoy quiero felicitarte, es tu día y felicitarme por sentir y disfrutar de todo lo que puedo.
Tengo una cajita nueva para guardar la felicidad, ya lo sabes. Te quiero.

viernes, 17 de junio de 2011

204. La voluntad


La voluntad, ese rasgo tan impresionante y expresivo del personaje en escena, a menudo es totalmente olvidada por el actor durante la preparación de su papel.

El doctor  Friedrich Rittelmeyer escribió:
Existe una voluntad fuerte, que fácilmente se vuelve renqueante, y existe una voluntad prolongada, que crece ante los obstáculos.
Existe una voluntad flexible, una voluntad rígida, una voluntad consciente, una voluntad somnolienta, una voluntad contraria, que siempre desea que las cosas sean distintas a como son; una voluntad social, que trabaja con todas sus fuerzas cuando siente que otros la comparten, y una voluntad aislada, que pierde su alegría cuando otros la consienten.
Existe una voluntad recta, una voluntad torcida, una voluntad externa, una voluntad interna, no espiritual, una voluntad materialista, una voluntad egoísta.

¿Qué es realmente la voluntad? ¿No es acaso un deseo mayor que otro?

A menudo tratan de entenderla desde el punto de vista de la "fuerza de la voluntad", pero Chejov nos hacía desear que algo sucediera o nos pedía que proyectáramos o irradiáramos voluntad. De forma gradual, nos hacía entrar en el ámbito de la voluntad. Después de un tiempo, la "voluntad" se convertía en una clara experiencia.

Mala Powers sobre Michael Chejov.

jueves, 9 de junio de 2011

203. Bocas


Ni me comas, ni me claves, ni me llames.

Lo que quiero es que me ames.

lunes, 6 de junio de 2011

202. Certezas

¿Habéis leído alguna vez algo escrito por alguien y suscribir continuamente lo que dice?

A mí me acaba de pasar. Gracias a Fernando Valls y su último post en su blog "La nave de los locos" acabo de acceder al blog de Antonio Muñoz Molina y leer esto:

"El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer".

Esto es solo una perla, pero todo el post en una cadena de verdades que, curiosamente, todo el mundo que conozca un poco los entresijos del poder las sabe, pero que casi nadie las grita a los cuatro vientos.

Por si no sale el enlace: http://antoniomuñozmolina.es/2011/05/hora-de-despertar/

jueves, 2 de junio de 2011

201. Florecillas



Si vas al campo las encuentras libres, en el estío de eriales y cunetas de caminos de cualquier lugar. A veces forman manchas como corralitos. Es curioso ver una oscura flor estéril en su centro. Según algunos autores es una adaptación que mejora su polinización. Una vez polinizada se recogerá hacia su interior para proteger las semillas.

umbelífero, ra

  1. adj. y f. De las umbelíferas o relativo a esta familia de plantas.
  2. f. pl. bot. Familia de plantas angiospermas dicotiledóneas de hojas simples y alternas, flores blancas o amarillas en umbela y fruto de una sola semilla:
    la zanahoria y el perejil son umbelíferas.

miércoles, 25 de mayo de 2011

200. Del cieno al cielo y viceversa

Lo más valioso es siempre lo que apenas

tiene cotización: el barro de este mundo.

El légamo si os suena menos claro:

Ese transfigurase peregrino

del cieno en cielo

del odio en amor

de la noche al día.

Esa transformación de la que somos

héroe y víctima.

Alguien somos al fin.

Pero de quién seremos para siempre

es lo que nos parece que nos cantan

los pájaros lejanos.

De quién somos. Antología poética. Juan Gil-Albert


lunes, 23 de mayo de 2011

199. Que no decaiga


Sucede que el color se aleja, o se vuelve añil, pero no importa. A quien esté y, como dicen, con ganas de trabajar y hacer las cosas bien, hay que enseñarles de nuevo el camino, porque éste, a veces, se cubre de hojas y tierra de no pisarlo. Y un resbalón lo tiene cualquiera.

Imágenes de Julio Albarran.

lunes, 16 de mayo de 2011

197. La jornada de un escrutador

Siempre que rondan elecciones me acuerdo de este libro de Italo Calvino.

¿Quién no ha estado alguna vez en una mesa electoral? Calvino nos cuenta en él su experiencia en el Cottolengo como candidato al partido comunista en su visita a los colegios electorales.

La primera idea de este relato –nos cuenta en el prólogo- la tuvo al presenciar una discusión entre democristianos y comunistas en apenas unos minutos. Pero fue en las siguientes elecciones, al pasar allí dos días, cuando completó su visión y las imágenes eran tan poderosas que tuvo que dejarlas en reposo, ese fue el motivo por el que escribir algo tan breve le llevó diez años. “Solo diré que el escrutador llega al final de su jornada distinto de algún modo a como era por la mañana; y también yo, para escribir este relato, de alguna forma tuve que cambiar”.

Aquí no es el Calvino de “El barón rampante”, pero se advierte en el protagonista una cierta ingenuidad de aprendiz de todo en un escenario que a cualquiera le impresionaría. Un aprendiz, al que cuesta encajar el presente en que se encuentra, sin embargo, ahí entra el escritor con su fina ironía, su humanismo y su inteligencia.

Es un relato que no deja indiferente, entreverado de reflexiones que abarcan la política, la filosofía y la religión. Si con “La especulación inmobiliaria” comenzó el comentario de la realidad contemporánea, este escrutador pone de manifiesto la manipulación de las personas que no cesa.

viernes, 6 de mayo de 2011

196. El girasol rebelde


Un coche rueda, se para en la cuneta,

el conductor se baja y se sorprende:

hay una mata de girasol rebelde...

No está de acuerdo,

no se reconoce en los demás.


Y, mientras, ellas bailan.


Y el girasol va a su aire,

aunque,

no es bueno ir por ahí, solo, riéndose...