La chica con muleta mira embobada el escaparate de los pasteles en la panadería.
-Clack...
El ruido metálico de la muleta al caer sobre el suelo hace que me agache, recogiéndome la falda, para cogerla. Pero un chico se adelanta y se la entrega. No pasa más de un minuto y...
-Clack...
De nuevo la muleta cae.
-Espera Eva, yo te la doy, -dice el dependiente agachándose; le entrega la muleta y la bolsa del pan.
La chica va hacia la puerta, anda con dificultad y yo me adelanto para abrirla, pero ella en un rápido movimiento la abre y...
-Clack...
La muleta en el suelo por tercera vez. La chica, ahora sin muleta, se vuelve hacia mí y me sujeta con la mano para que la deje en el suelo, al tiempo que un joven bastante apuesto entra en la panadería, la recoge y se la da.
La chica con muleta me mira y dice sonriendo:
-Siempre me ha gustado que caigan rendidos a mis pies.
LUCRECIA BORGIA EN GANDÍA
Hace 1 día