domingo, 24 de noviembre de 2019

518. Como la vida misma


El teatro no puede morir. Forma parte de la vida misma; todos somos sus Actores.
Y aunque fueran abolidos y abandonados los teatros, el teatro seguiría en la vida, insuprimible. Y siempre sería espectáculo la misma naturaleza de las cosas. Hablar de muerte del teatro en un tiempo como el nuestro, tan lleno de contrastes y, por tanto, tan rico de materia dramática, entre tanto fermento de pasiones y sucederse de casos que conmueven la vida entera de los pueblos, choque de acontecimientos e inestabilidad de situaciones y la necesidad, cada vez más perceptible, de afirmar, al final, alguna certidumbre nueva en medio de un tan angustioso ondear de dudas, es verdaderamente un contrasentido.
Luigi Pirandelo, cita de “La función por hacer”, adaptación libre de Miguel del Arco y Aitor Tejada, basada en la obra “Seis personajes en busca de autor” de Luigi Pirandelo.

Creo que cuando mejor estoy es cuando escucho. Lo que más me gusta de interpretar es escuchar. No solo en el teatro, también en el cine o las series de televisión. Soy escuchadora por naturaleza. ¿Quién construye tu personaje, sino el otro?
Blanca Portillo

El teatro es un arte colectivo y solo funciona bien cuando el grupo lo hace. Un protagonista no existe sin la mirada del resto de los personajes. Es muy difícil que un protagonista esté bien si alrededor no hay una serie de gente que esté a la altura y sepa transmitir al público la envergadura de ese personaje. Cuando un grupo funciona bien es cuando el espectador se olvida de que está viendo teatro. Las quiebras aparecen cuando uno empieza a ver que se lo sabe todo, que no hay riesgo, ni grietas, ni vértigo. Nunca nos relajamos, no nos lo permitimos. El día que empiece a pasar nos disolveremos.
Miguel del Arco

domingo, 17 de noviembre de 2019

517. Mujeres cineastas


Se acabó el Festival Europeo de Cine de Sevilla y me apetece hacer un recuento de parte de lo visto. Dentro de la amplia oferta de cine hecho por mujeres y de las retrospectivas de las directoras: Joanna Hogg y Lene Berg, asistimos a sus últimas películas, dos miradas diferentes, dos maneras de hacer cine.                                                                                                                                                       

De la primera vi hace años ‘Archipelago’ y me sorprendió la estética, la naturalidad, los colores y el tema de la película y la última ‘The souvenir’ (El recuerdo) sigue en esa linea, pero aquí utiliza el cine dentro del cine en un bello ejercicio intimista de autoficción. Cuenta su experiencia como cineasta con 19 años, práctica que lleva a cabo mientras estudia en la escuela de Cine. Durante ese tiempo, años ochenta, transcurre también la relación tormentosa que tuvo con su pareja. Asistimos primero al coloquio y luego a un encuentro con la directora. A las preguntas, Joanna nos contó que no suele hacer ensayos con sus actores; los prepara, les plantea la escena, pero deja libertad a la hora de filmar. De hecho en sus guiones apenas hay diálogos para no encorsetarlos. Prefiere ver qué sucede en el set improvisando. Contestó que tuvo muy presente, por ser una historia personal, controlar el sentimentalismo y comentó que no quiere ver de nuevo la película para no mover el recuerdo. En la foto con sus actrices, Tilda Swinton y su hija en la vida real, Honor Swinton Byrne.

Otra forma de hacer cine es la de Lene Berg. Esta vez fuimos primero al encuentro en la librería Caótica y luego a su última película, False belief (Falsa creencia). En ella narra la experiencia negativa y kafkiana que tuvo su pareja, un editor afroamericano, por parte de su propio vecindario de Harlem con acusaciones falsas y racistas. Está contada por su principal protagonista y objeto de la persecución, con diálogos con Lene Berg y por medio de “collage” para explicar las personas que intervinieron en el juicio. Esta especie de documental viene a demostrar y denunciar el racismo y los prejuicios, instalados en las personas, además de los intereses económicos de la gentrificación que se ha instalado en las ciudades, también las nuestras, y la sociedad de “vigilancia” que nos anula.

Women Make Film, son cinco secciones y muchas lecciones de cine hecho por mujeres. Directoras en su mayoría ocultas que el director irlandés, Mark Cousins, en 14 horas de metraje y mediante trozos de películas de diferentes directoras va explicando la técnica usada en ellas. Es un viaje impresionante e instructivo, más de mil secuencias de películas rodadas a lo largo de 13 décadas.
Por problemas de horarios sólo pudimos asistir a la primera sección de unas tres horas de duración. 

Y para terminar, otro encuentro en la librería Casa Tomada con la realizadora Mamen Diaz y las actrices de la película ‘Violeta no coge el ascensor’. Fue una gozada escuchar el proceso que fue para ellas lanzarse de cabeza a hacer una peli, en Agosto y en Madrid, y experimentar disfrutando de la creación que va unida al trabajo y el esfuerzo económico que supone hacer cine con escasos medios. La foto es de la posterior presentación en la sala, mi móvil es malillo.
¿De qué va? Pues de ellas mismas, de su cotidianidad, de sus inseguridades para enfrentarse a un mundo con todo lo que se les ofrece tanto de positivo como negativo. Porque tampoco lo tienen fácil, aunque se hayan criado con más holgura que generaciones anteriores. Es una adaptación y una especie de homenaje a un film, Hannah Takes the Stairs de Joe Swanberg, (máximo exponente del cine mumblercore). El Mumblecore apuesta por la naturalidad y el realismo más absoluto, utilizan a veces actores amateurs. El guión no suele ser nada artificioso, ni contar con efectos especiales: cuanto más se parezca a la vida real mejor.
Muchos cineastas de este movimiento tienen sus primeros referentes en la Nouvelle Vague de los años 60, con Eric Rohmer y John Cassavettes, considerado el padre del cine indie, y artífice de títulos como 'Una mujer bajo la influencia' ('A Woman Under The Influence', 1974) con una Gena Rowlands, pareja de Cassavettes, maravillosa, junto a Peter Falk.

domingo, 10 de noviembre de 2019

516. "De repente, el paraíso"


Primera película a la que asistimos en el Festival de Cine de Sevilla con una incidencia nunca vista: overbooking por haber vendido entradas, también al publico, en la sección de acreditados. Subsanada la cuestión, nos cambiaron a otra sala más grande y disfrutamos de la cinta.
It Must Be heaven, De repente, el paraíso, rodada en Nazaret, París y Nueva York, se llevó el premio de los críticos de la FIPRESCI y la Mención Especial del Jurado en el Festival de Cannes 2019 y fue seleccionada para representar a Palestina en los Premios Óscar de 2020.
Elia Suleiman, guionista, director y protagonista de esta película, desde la primera escena nos prepara y confunde para arrancarnos la sonrisa, a la vez que con su ironía nos irá mostrando, siempre en clave de humor, lo absurdo y temerario del mundo en que vivimos. Ese absurdo lo refleja en su entorno más cercano con las escenas que va mostrando de su Nazaret natal, pasando por París y Nueva York para buscar la financiación de su película. En su muda observación y desde su extrañeza pone de manifiesto lo más relevante y negativo para criticarlo. Una mirada sutil y aguda que dice mucho con muy poco para mostrar lo que le interesa.
Es también una narración personal y semi autobiográfica, con imágenes y canciones hermosas. Suleiman, heredero del cine mudo no habla, sólo contesta “soy palestino” a un taxista en Nueva York.

Lo que sabemos o lo que creemos afecta a cómo vemos las cosas” dice el escritor británico John Berger, cuya obra Modos de ver le abrió literalmente al mundo a Suleiman. Berger, al que le unía una larga amistad, tuvo una profunda influencia en el inicio de su recorrido profesional y le dedica el film en los títulos de créditos.

domingo, 3 de noviembre de 2019

515. De silencios


Existen dos tipos de silencio. Uno que se produce cuando no se pronuncia ni una sola palabra. El otro se hace notable cuando se está hablando demasiado. Esta abundancia verbal trasluce un lenguaje que fluye por debajo. 
El discurso que oímos incesantemente es un aviso del que no está siendo pronunciado. Este segundo silencio oculto es una elusión permanente, una falsa astucia, una fingida cortina de humo que oculta la verdad de quien habla tanto. 
Cuando el verdadero silencio se produce, nos sobra hasta el eco, pero a la par quedamos completamente desnudos. Una manera de analizar ese discurso verborreico, es preguntándonos, si no será una estrategia del orador incansable, para evitar quedarse desnudo ante los otros.

Harold Pinter

El lenguaje político, tal como lo usan los políticos, no se adentra en ninguno de estos territorios dado que la mayoría de los políticos, según las evidencias de que disponemos, no están interesados en la verdad sino en el poder y en conservar ese poder.

Para conservar ese poder es necesario mantener al pueblo en la ignorancia, que las gentes vivan sin conocer la verdad, incluso la verdad sobre sus propias vidas. Lo que nos rodea es un enorme entramado de mentiras, de las cuales nos alimentamos.

Harold Pinter.