miércoles, 17 de octubre de 2018

485. Anochecer


¿Será el anochecer la hora del poema?
Ver volar
letras,
sílabas,
palabras y
echar el lazo sobre aquello que vuela.

sábado, 6 de octubre de 2018

484. Volver a Salter


James Salter es uno de mis autores favoritos al que releo por su prosa, el ritmo y la cadencia que imprime en ella, pero sobre todo por su estilo elegante y conciso.

Este pequeño libro de tan sólo 108 páginas se compone de tres conferencias: “El arte de la ficción”, “Escribir novelas” y “Convertir la vida en arte”. Las dio en la Universidad de Virginia a los ochenta y nueve años, pocos meses antes de morir. Desmenuza los aspectos esenciales de su oficio con el mismo tono íntimo y directo tan apreciado por sus seguidores.

Quería escribir precisamente del estilo porque hay muchas definiciones y en Salter he encontrado la definición que me gusta, aunque él habla también de otros autores que admiraba:

Flaubert perseguía la objetividad y el estilo, la elección precisa de la palabra justa. El estilo en la escritura era de vital importancia. 
El estilo es sustancia: eso dijo Nabokov, y su propio estilo lo demostraba.

Sin embargo, como dice Salter, el estilo puede ser otra cosa:
Me resisto a la palabra “estilo”, porque también puede sugerir algo superfluo, como “adorno” o “moda”. A veces me inclino más bien por la palabra “voz”. No son exactamente lo mismo. El estilo es una preferencia, la voz es casi genética, absolutamente distintiva.
El estilo es el escritor en su totalidad. Puede hablarse de estilo cuando un lector, tras leer varias líneas o parte de una página, es capaz de reconocer quién escribe.

Quizás en los comienzos de la escritura no encontremos esa voz de la que habla Salter, pero a fuerza de escribir puede que al lector le suene tal como somos.

Volviendo a la manera de contar de Salter, decía Walter Benjamín:
El trabajo en una buena prosa tiene tres peldaños: uno musical, donde es compuesta; uno arquitectónico, donde es construida, y, por último, uno donde es tejida.
Cuando releo “Años luz” de James Salter reconozco estos tres peldaños.