Para distraernos de la realidad
empachosa, para curarnos de las heridas, para aprender de la
actuación de otros y de los guionistas en las buenas historias.
Me gustan las películas que comienza narradas como cuentos, ¿os
acordáis de Chocolat? Peli del año 2000 en la que Vianne Rocher (Juliette Binoche) y su hija Anouk (Victoire Thivisol) impulsadas
por el viento del norte llegan a un pueblo
y logran cambiar la mentalidad de muchos, ayudada la madre por un
Johnny Depp, estupendísimo. Recordar a su director, que también lo
fue de otra muy buena ¿A quién ama Gilbert Grape? Con un
Leonardo DiCaprio muy joven que borda el papel y más tarde
con Las normas de la casa de la sidra, y no sigo que me
desvío.
Bueno, pues El
Gran Hotel Budapest
se podría decir que es como un cuento porque así comienza. Esta
narrada a modo de cuadros o para ser más exactos: cartoons,
caricatura, dibujos animados, historieta ilustrada, etc. que su
director, Wes Anderson, logra llevar a cabo con maestría. Una película coral porque le gusta trabajar con los mismos actores y en ésta
parece que están todas las estrellas, aunque Ralph Fiennes es el
verdadero protagonista. Está inspirada en escritos de Stefan Zweig
al que su director ha añadido su toque personal como lo hizo en
otras. Recuerdo Los
Tenenbaum
que
fue nominada
al Oscar, creo en 2001, por mejor guión
y recibió un globo
de Oro al mejor actor de comedia por su protagonista Gene Hackman.
A ver, otra que me resultó original Her. Hace relativamente poco, la definiríamos como futurista, pero debido
a lo común de algunas relaciones en la red, me atrevería a pensar
si no estará pasando ya. Aquí el protagonista, un hombre solitario
en proceso de divorcio se enamora de un "ente". Acaba de instalar un
nuevo sistema operativo y la voz es de «Samantha» (Scarlett
Johansson), dulce, divertida, perfecta en suma. Theodore,
magníficamente interpretado por Joaquin Phoenix, que vi hace poco en
otro genial papel: The Master, junto al buen actor fallecido
Philip
Seymour Hoffman, trabaja aquí en un oficio antiguo. Consiste en escribir conmovedoras cartas de amor a los demás. Como hacía Dora Montenegro en Estación
Central,
una peli que me gustó más que ésta, ella las escribía a mano en la misma estación,
pero partía, también, de de esa frialdad solitaria del ser humano que se va
transformando por derroteros diferentes en cada uno de estos dos film.
Decir que su director es Spike Jonze y que me transporta a ese
extraño túnel de su peli, única también, Cómo
ser John Malkovich
sobre un guión de Charlie Kaufman.
Y
para terminar, que si no me lío demasiado, otra que me gustó, De
óxido y hueso,
aunque no alcanza los niveles de Un
profeta.
Su director, Jacques Audiard, afirmaba en su estreno: “todas las
películas acarrean, para el cineasta, una frustración”.
El
argumento está basado en un par de relatos breves del canadiense
Craig Davison, a los que Audiard como el guionista Thomas Bidegain,
intentando un film más romántico que el anterior citado, añadieron
una figura femenina: Marion Cotillard.
Y no cuento más. Busquen en la red, que entre gustos está todo escrito.
¿Qué me atrae, entonces, de
esta cinta?
Pues lo que les decía al principio, me gustan las pelis
que me remiten a cuentos, en este caso La bella y la bestia, y, por
otro lado, la factura técnica, los sentimientos que expresa, no es
una comedia, lo advierto, pero no todo es en la vida jiji, jaja.
Para
eso o para que os de penita del género masculino está Una
pistola en cada mano,
para eso y para pensar también ¿por qué no? Es una de tantas buenas
del cine español y de su director y guionista Cesc Gay que ya me
gustó en un drama: En
la ciudad.