lunes, 26 de julio de 2010

151. Recorrido

Cuando hace mucho calor, hay veces que te privas de pasear por los sitios que te gustan. Un día te decides, y sin miedo al sol, como si de una mañana de invierno se tratara, caminas por las calles recogiendo imágenes como un turista más, eso sí, de tu ciudad.


Y pasas por los caños de Carmona sin rumor de agua, pero sí en un tramo restaurados, para adentrarte por infinitas callejuelas del centro, siempre al azar.
El calor ya aprieta al sol y encuentras sombras en la calle Lirio donde vivió Diego Martínez Barrio, Sevilla 1883- París 1962, presidente de la II República Española.

Y te refrescas entre callejuelas sombreadas, si no por colgaduras verdes, sí por toldos para acoger al paseante y hacer más amenas las compras.
Ella, la giralda, te espera siempre erguida en una perspectiva espléndida para avisarte que ya es la hora de la cervecita, tirada bien fría para aplacar la sed, en alguna bodeguita de sus alrededores.
Entra un grupo de rubios/as maduritos al establecimiento, uno de ellos comenta: aquí venía yo a los dieciocho años a comer jamón y ahora he querido traer a mis amigos –le dice el hombre muy contento a la chica, posiblemente de origen rumano.

Y es que volver siempre se quiere, por eso la ciudad, que a esta hora del mediodía ya respira fuego, te ofrece el abanico desde el suelo hasta el cielo.

viernes, 23 de julio de 2010

150. The Visitor


De cómo los deseos y las frustraciones nos acompañan durante nuestra vida porque no tratamos con las personas adecuadas: o no nos quieren, o no nos entienden o ambas cosas.

Así es como se nos muestra Richard Jenkins, nombre real del actor protagonista que hace un excelente trabajo en esta película, al que vemos cambiar al enfrentarse a los verdaderos problemas que sufren los inmigrantes. Hasta entonces fingía trabajar, hacía cosas para estar ocupado, llevaba una existencia de mirar sin ver.

Y de pronto el tono cambia a la par que el ritmo y se enfrenta al asombro que produce la injusticia, hasta llegar a gritar, a no entender; él que casi no hablaba.

La he visto dos veces y la he grabado. No es una comedia, no, pero sí es la vida, es la realidad y aunque duela hay que ser consciente de que es así y hay que rebelarse.

lunes, 19 de julio de 2010

149. Verano


El verano no es sólo calor y vacaciones...
El verano nos brinda o, mejor dicho, nos impone algunos animalillos nada agradables, como esos dragones, todo mandíbulas, que son los mosquitos; o ella, que tanto juego tiene en la literatura desde que Kafka la eligió para metamorfosearse.
Quién no se ha encontrado con esta visita inesperada en la noche o en la calle. Yo además las leo, bien en fragmentos de libros o en un principio de relato brillante de mi amiga Rosa. Y mira por donde, en los textos no me dan tanto asco.

Carmen M.Gaite
El cuarto de atrás

“Pulso con recelo el interruptor, y a un metro escaso de mis pies aparece una cucaracha desmesurada y totalmente inmóvil, destacando en el centro de una de las baldosas blancas, como segura de ocupar el casillero que le pertenece en un gigantesco tablero de ajedrez; lo peor es que no se mueve, aunque es evidente que cuenta con mi presencia como yo con la suya, de ahí le viene la fuerza, su designio parece cortarme el paso. No sé el tiempo que nos mantenemos paralizadas una frente a otra, como intentando descifrar nuestras respectivas intenciones; yo, al cabo, descarto las del ataque y opto por las de la huida...”

Rosa G. Guerra
Brillo

“No veas tú, brillo, lo guapa que te voy a poner. Esto te pasa por volver como vuelves, todos los veranos y nunca se termina contigo. Ya te lo avisé, que no te comieras todo lo que vieras por el suelo; recuerdo perfectamente que por aquel entonces yo tomaba unas pastillas para el corazón y cuando estaba Nero, que es el perro, si se me caía alguna pastilla al suelo, rápidamente la recogía para que no se la comiera, pero claro, cuando Nero se fue llegaste tú, te llamé brillo porque, y a pesar del asco que da verte, resulta que siempre te he visto muy limpia y brillante...
No sé... pienso que te has ganado a pulso tu osadía, tu valentía, el buen uso que has hecho de tu fama de asquerosa, de ese llegar y saber estar sin que nadie lo note a sabiendas de las reacciones que provocas. Te digo todo esto porque ya después de tantos años, me resultas familiar. En el fondo siempre he envidiado lo que se dice de ti con seguridad y repetición: que sobrevivirías a un ataque nuclear y ese dato siempre lo he tenido en cuenta porque sobrevivir es muy poderoso y esto me ha hecho pensar que por este motivo, tienes que tener un carácter muy risueño: te tienes que reír de muchas cosas, sobre todo de nosotros, los de dos patas y que dicen que pensamos...”


Clarice Lispector
La pasión según G.H.

“La cucaracha con la materia blanca me miraba. No sé si me veía. No sé lo que ve una cucaracha. Pero ella y yo nos mirábamos y tampoco sé lo que una mujer ve. Pero si sus ojos no me veían su existencia me existía - en el mundo primario donde yo había entrado, los seres existen a los otros como forma de verse. Y en ese mundo que yo estaba conociendo, hay varias formas que significan ver: uno mira al otro sin verlo, uno posee al otro, uno come al otro, uno está sólo en un rincón y el otro está allí también: todo eso también significa ver. La cucaracha no me miraba con los ojos sino con el cuerpo”.

lunes, 12 de julio de 2010

148. Remolino


Y si tu voz discordante se perdiera...

domingo, 4 de julio de 2010

147. El cuarto de atrás

Recordar etapas de mi vida es lo que me suele pasar cuando muevo los libros de sitio.
No soy aficionada a recordar, sólo si necesito acudir a ese cuarto de atrás de la memoria para recuperar algún dato. Así tituló Carmen Martín Gaite su pequeño libro "El cuarto de atrás" que se va haciendo grande a medida que te adentras en él y que ahora tengo en mis manos; lo ojeo, amarillean sus páginas pero no importa, el mensaje sigue ahí:
Los recuerdos que pueden darnos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí, y sólo cuando quieren, no sirve hostigarlos”.

O este otro que conviene recordar:
Nadie quería hablar del cataclismo que acababa de desgranar al país, pero las heridas vendadas seguían latiendo, aunque no se oyeran gemidos y disparos: era un silencio artificial, un hueco a llenar urgentemente de lo que fuera”.

Mi cuarto en el que escribo también es el de atrás, el más lejos de la puerta de entrada, aquí me escondo, como dice M. Esta mañana me ha montado dos armarios nuevos para libros y disfruto poniéndolos a buen recaudo.

Como decía, cuando cambio los libros de sitio algo ocurre en mí. Primero los miro en sus pastas, los abro, veo las notitas que doblo porque sobresalen de ellos; no me gusta subrayar, quiero dejarme sorprender por cosas nuevas que quizás no capté en una lectura anterior, por eso apunto la página y el comienzo de la frase en notas que dejo dentro de ellos.

Si quiero limpiarle el polvo a los libros y colocarlos en un nuevo lugar con prisas, como ahora, éstas desaparecen; me sitúo fuera de la realidad como en un baile lento; con movimientos pausados los abro para que respiren –están tan juntos siempre y apretaditos- y las sensaciones que emanan me envuelven como en una sinestesia. Surgen hilos que me llevan de acá para allá en el tiempo, no sólo a los momentos en que ellos irrumpieron en mi vida, sino a los momentos que el propio autor/a los pensó y escribió.

Se puede escenificar una vida, la de una persona a través de sus libros o mediante entrevistas que desgranan vivencias, instantáneas de circunstancias y situaciones.
Se puede entrar así en la vida de alguien; evocarla al leerla, y traer sus palabras al presente porque quizás te identificas con ellas.
Y es que el libro te da calor, te acoge, lo sientes cuando descubres la complicidad de sentimientos y pensamientos con lo que en él se dice. Carmen escribía desde la sencillez para volar lejos, hacia lo complicado que sólo se descubre si te fijas. Era fácil sentir esa especie de comunicación al leerla.

En ese abrir y cerrar de libros ya leídos siempre vuelvo a esa frase que los abre y que resume esa idea que lleva implícita, como en este:
La experiencia no puede ser comunicada sin lazos de silencio, de ocultamiento, de distanciaGeorges Bataille


Y para completar esa ida y vuelta leo las dedicatorias y otros hilos se enlazan. Me gusta dedicar y que me dediquen libros y guardo algunas muy queridas, pero quiero poner aquí sólo una, la más simple y la más importante para mí:
Para mí de yo
Si pasas por aquí, ¿te importaría añadir tu preferida? Me gustaría conocerla.