¿Creéis en la
suerte? Yo no mucho, pero
tengo que reconocer que alguna vez ocurre. Claro que para ello has de
poner algo de tu parte: comprar un décimo de lo que sea, o decir
simplemente tu número preferido, como me ocurrió a mí.
El libro que hoy
traigo, “DIBUJOS Sylvia Plath”, junto con un almanaque precioso
de la editorial Nórdica me tocó en la librería La Fuga en Sevilla
al final de un Club de Lectura.
He leído a Sylvia
más de una vez, sus escritos, su vida etc. He visto, incluso, la
película que hicieron sobre ella y no deja de impresionarme su
muerte, como ahora leerla en la introducción a cargo de su hija,
Frieda Hughes.
Mi madre, la
poeta Sylvia Plath, nació el 27 de octubre de 1932 en el
Massachusetts Memorial Hspital de Boston en los Estados Unidos. Vivió
con energía, pasión y una sed de conocimiento que dirigió hacia
sus afanes literarios y artísticos hasta que se suicidó, el 11 de
febrero de 1963.
En
la página n.º 17 en una carta a Ted Hughes, su marido, Sylvia expresa: me da tal sensación de paz dibujar… Puedo cerrarme por
completo en la línea, perderme en ella.
Ted,
su queridísimo amor, Teddy, al que tanto añora y escribe, pronto la decepcionará por sus infidelidades y ese mundo suyo tan apasionado se
caerá como una montaña de naipes. Su Teddy que nos privará de sus
últimos cuadernos al quemarlos y no publicarlos.
Fue
una suerte ir esa noche a La Fuga; confieso que no fui para comentar
el libro sobre el que se opinaba, “Elling, el baile de los
pajaritos”, de hecho lo compré al final y ahora lo estoy
disfrutando.
Fui porque hablaba Cristina Gómez-Baggethum, su
traductora, sobre su oficio, sobre la literatura noruega, y también
porque había un representante de la editorial Nórdica que ha hecho un
magnífico trabajo con el libro de Sylvia Plath como anteriormente
hizo con otro libro suyo, “Tres mujeres”, un largo poema ilustrado que se puede
teatralizar porque es a tres voces. Tiene como tema la maternidad. En el libro están representadas: la mujer que centra su
realización en ser madre, la que sufre por no poder serlo y la que
lo es a su pesar.
Y
como hablar de libros me encanta, pero no quiero aburriros os dejo
con el inicio de la primera voz del poema:
Lugar:
Una sala de maternidad y alrededores
PRIMERA
VOZ:
Soy
lenta como el mundo. Soy muy paciente,
giro
en mi tiempo, los soles y estrellas
me
miran con atención.
La
preocupación de la luna es más personal:
ella
pasa y vuelve a pasar, luminosa como una enfermera.
¿Está
apenada por lo que va a suceder? No creo.
Simplemente
la fertilidad la deja asombrada.