Hay muchas cosas por hacer y por decir
y ellos lo saben, me refiero a los jóvenes que ya tuvieron su
“movilidad exterior”, que suficientemente preparados,
concienciados y todos los participios que queráis añadir, siguen
apostando por estar aquí, entre los suyos, compartiendo ideas y
trabajo casi por nada, intentando contruir y no destruir.
Todo va encaminado a, como muy bien
dijo Carrillo, “hacer de España, nuevamente, el patio de su
recreo”, (el nuevamente es mío). Como si todas las personas que
trabajan y trabajaron por hacer de este lugar un país mejor y más
libre no contaran para nada; incluso tienen la desfachatez de decir
todo lo que tiene que cambiár, pero sólo cambia lo que les
interesa. Sí, ya sé, la puñetera mayoría.
Bueno, pues a pesar de todo, hay un
extraño optimismo. Hay vida más allá de esta tenebrosa situación
y hay movimientos. Nuestra juventud no ha sido reprimida como la de
todos los que han levantado el país de años de totalitalismo. Saben
cómo son la mayoría de los trabajos que ofrecen fuera, están de
vuelta, y quieren construir aquí, para ellos y para sus hijos, que
por edades muchos tienen ya, y quieren que crezcan con su familia.
Pueden, con su mayoría, con sus
“remember”, con el adoctrinamiento que vuelve, pensar que están
ganando, dejémoslos.
No sé vosotros, pero yo seguiré
aplaudiendo y apoyando ese “extraño optimismo” porque lo que no
nos van a quitar son los ideales y las ganas de luchar por ellos.
Puede, incluso, que la casas se
conviertan en colegios y universidades al paso que vamos, porque ni
las leyes que quieran ir cambiando los sucesisvos ministros nos van a
adocenar.
Y que si nos vamos todos, ¿quién les
va a plantar cara?