viernes, 20 de agosto de 2010

154. Impaciencia


Siempre cometo el mismo error, al escribir no describo, creo que el lector va a vislumbrar las imágenes con sólo algo de diálogo. No tengo paciencia para leer descripciones con excesivo detalle. Sí, ya sé que eso es un arte, pero a mí me aburre porque me impide construir mi propia película de imágenes en mi cabeza.

Me encanta el cine y las historias escritas y trasladadas a él con maestría. Y reconozco lo difícil que debe ser porque hice un curso de guión que tampoco acabé por impaciencia.

Releo el relato “La lengua de las mariposas” del libro ¿Qué me quieres, amor? de Manuel Rivas porque tengo el guión de Rafael Azcona (fue Goya al mejor guión adaptado en 1999).

También veré después la película que dirigió José Luis Cuerda basada en el mismo relato que trata de nuestra historia, esa que todavía nos ocupa, vista por los ojos de un niño.
Este relato es tan real y profundo que los ojos del niño son los del autor al relatar algunas frases como “Iban atados de pies y manos en silente cordada”. No me imagino a un niño diciendo esto último, pero es tan fácil confundir las voces cuando estás metido en la historia. Es un relato conciso, pero a la vez tremendamente descriptivo por la exactitud de las palabras que emplea, pero no exento de la poesía de Rivas como “La mariposa chocó con la bombilla, que se bamboleó ligeramente y desordenó las sombras”. Concreto en un hecho de nuestra historia reciente, pero expansivo porque aún no hemos cerrado las heridas.
El guión de la película lo completan dos relatos más del mismo libro “Carmiña” y “Un saxo en la niebla”.

Dice Manuel Rivas que los relatos “nacieron como ventanucos delante del enorme muro opresivo de nuestra historia” y que Rafael Azcona “hizo una admirable vidriera donde la vida late con pasión y vuela con alas tan frágiles como preciosas”.

Ahora disfruto descubriendo pasos que van de un arte a otro agarrada a esos hilos que en su día no aprendí por mi impaciencia. Y pienso en la paciencia que muchos han tenido para no desatar la ira del nudo de la historia.

26 comentarios:

Dol dijo...

Tienes toda la razón , como dije yo el otro día en voz alta en el avión mientras la gente obstruía el pasillo colocando egosístamente sus maletas, "La paciencia es un arte " .

Algunos me miraron con intriga.

Un besito, Isabel.

Eastriver dijo...

Te entiendo... Pero controlemos la impaciencia para no perdernos grandes cosas. Me gusta cómo lees y lo que seleccionas. Que bonita la frase de las sombras desordenadas por la mariposa... es tan plástico, tan cierto, se entiende tanto... Hay cosas que pueden decirse en una frase y otras que precisan una hoja. Un abrazo.

Elvira dijo...

Sí, esta frase es una maravilla: "La mariposa chocó con la bombilla, que se bamboleó ligeramente y desordenó las sombras."

Lo de la paciencia es extraño en mi caso: tengo muchísima para ciertas cosas y muy poca para otras. Tendré que analizar qué es lo que la aumenta o la reduce.

Un abrazo, Isabel

Enric Batiste dijo...

Desde una impaciencia inscrita en la esperanza imprescindible, las preguntas despiertas, la creatividad hedonista... ¡y no la impaciencia de violencias gratuitas y agresivas!, habrá que liberar un tiempo en movimiento que estalle en luciérnagas que iluminan el viaje de las mariposas prendidas en una red.

Mar dijo...

Isabel:
este texto que aquí nos dejas es muy hermoso. Además nos dices muchísimas cosas.
Primero, la impaciencia. Yo también soy muy impaciente, mucho. Lo que comentas sobre los diálogos y las descripciones lo entiendo perfectamente. A mí me ocurre lo mismo a la hora de escribir. Cuando empecé a escribir mi proyecto de "novela" un escritor que se lo leyó me comentó que el lector necesitaba algo de descipción para imaginarse la situación y encuadrar el diálogo.
He leído el libro de Manuel Rivas, "Que me cuentas amor", donde están esos relatos que mencionas y he visto la película varias veces. Además he usado algunas escenas en mis clases (enseño español a estudiantes extranjeros en la UAB) Los estudiantes suelen disfrutar con la experiencia y acaban por ver la peli entera y algunos leen el libro.
Me encanta el último párrafo de tu texto y, en especial, la última frase: "Y pienso en la paciencia que muchos han tenido para no desatar la ira del nuedo de la historia". Excelente pensamiento y frase magistral Isabel.
Un abrazo

Txema dijo...

La peciencia es un arte. También puede ser, a veces, una virtud o un don de la naturaleza. Quién sabe.

A veces la perdemos con excesiva facilidad, mientras que en otras nos sobra. Precisamente acertar es lo que hace que sea difícil de tener la medida justa.

saludos

NáN dijo...

Fíjate que yo era un impaciente que me he vuelto paciente a partir de los 60 años. Es un contrasentido, pero cuanto menos años me quedan, más despacio los vivo.

Es fea, la impaciencia: corta los proyectos y, en ciertos asuntos, promueve la violencia (no me estoy refiriendo precisamente a "esos" asuntos que justificarían la violencia, a los que te refieres al final, pero con los que la gente no actúa no porque sea paciente, sino porque es acomodaticia).

Una excelente entrada, Isabel.

Musaraña dijo...

Será la paciencia todo un arte, no sufras por impaciente, pues es de nobleza conocer las flaquezas. Y por muy impaciente que seas, leerte siempre es todo un deleite.

Gracias por compartir cosas tan maravillosas. Un beso

Jordi M.Novas dijo...

a veces hay gente que se pasa describiendo..

VERONICA LEONETTI dijo...

La paciencia, como esas alas de mariposa, a veces es tan frágil. Pero siempre se puede recuperar.
Por cierto, me encantan las sombras desordenadas.

Isabel Mª dijo...

Isabel el miundo necesita paciente e impacientes, el arte, el progreso y la vida se construye con ambas actitudes, se completan. Un beso.
( que me encanta como escribes, ya sabes)

Ofelia Gasque Andrés dijo...

Es lento tu texto, lo paladeo, aporta calma.....5 minutos de paz mientras tomo un café para activar el día.

Decido que hoy no voy a perder la paciencia.

Vuelan como mariposas hasta ti las gracias.

Besos**

Freia dijo...

Pues yo espero que me ocurra lo que a Nàn y me vuelva paciente a partir de los 60.
Sin embargo, a mí una película o un libro descriptivo consiguen serenarme y marcarme una pauta más lenta.
Me gustó ese libro cuando lo leí y me encantó la adaptación y la película. Esa mezcla de ternura y crueldad de aquella época y la descripción lenta de una escuela, una fiesta de pueblo, la lección de un maestro.

Un beso fuerte y cuajado de hilos para tu costurero, Isabel.

Anónimo dijo...

la paciencia se construye a base de mucha más paciencia.
Tiene tanto arte como los escritos de Manuel Rivas. Este en especia es magnífico, igual que la película.

Maite dijo...

Hoy te leo y, mientras, me planteo un reto, difícil, por eso es un reto. Hoy no voy a perder la paciencia. Si lo logro, no se quien te lo tendrá que agradecer más, si yo misma, o los que me rodean. Un abrazo.

Isabel dijo...

Jaja, Reyes, siempre encuentramos a alguien así. Me alegro de tu vuelta.
Besos.

Gracias, Eastriver, me alegro sea de tu gusto. Rivas tiene una forma de escribir muy poética incluso para decir algo fuerte. Otro abrazo.

Elvira, a mí me gustó mucho y veo que es bien recibida.
Misteriosa paciencia. Besos.

enric, habrá que liberar un tiempo, o esa impaciente energía que a veces nos invade.
Gracias por tus palabras.

Mar, seguro tienes experiencias con tus alumnos enriquecedoras e ilustrativas. Me alegro de haber conectado contigo en esta historia.
Más abrazos.

Txema, encontrar ese equilibrio es lo más difícil. De acuerdo con Reyes y contigo en que es un arte.
Saludos igualmente.

NáN, eso es fruto de tu sabiduría, densar el tiempo cuando queda menos por vivir. Voy a intentarlo, de hecho lo intento todos los veranos, lo que pasa es que éste ha resultado diferente a mis propósitos.
Cierto, la comodidad es enemiga de muchas cosas.

Isabel dijo...

Musaraña, que bien juegas con las palabras.
Gracias a ti por traerlas.
Muchos besos.

Jordi, tampoco me atrevo a juzgar, porque quizás necesite toda esa descripción para su propósito, ¿no crees?
Gracias por tu punto de vista.

Vero, sabía que te gustaría. Estoy en ello, en recuperarla.
Besos.

Isabel una visión la tuya interesante y que me tranquiliza.
Más besos para ti.

Ofelia, que bueno lo que me dices, hasta me voy a creer que lo escribí con paciencia. Que las mariposas te devuelvan los míos.

Freia, tú que lo ves pregúntale el cómo. Yo creo que cuando refresque será de gran ayuda, el calor es un enemigo para relajarse. Mis hilos siempre están conectados, ya sabes.
Un fuerte abrazo.

Tienes razón, indecisa, es como el pez que se muerde la cola. Me alegro que te guste y bienvenida. Un beso.

Maite, tampoco es tan largo ¿no? Si has llegado al final te lo agradezco, y vuelve con paciencia o impaciencia, como gustes.
Abrazos.

இலை Bohemia இலை dijo...

El exceso de descripción también me aburre, tanta floritura...una poquita está bien, que vayas viendo lo que el autor muestra...

giovanni dijo...

Ah, la impaciencia, olalá... Me costó llegar hasta el final de tu cuento... broma! Ahora en serio, el arte del contar depende de la creatividad y del talento (aunque mi hijo me dijo que talento no es interesante sino falta de talento) del 'contador', favolista, escritora. Pero el contar no es nada sin lector, 'escuchador', y la magia depende también de el-la.

Un gusto volver a tu sitio porque dices más de lo que describes.

Un beso

Isabel dijo...

Creo que he caído de nuevo en el error de siempre, ya no es que no describa, es que creo no me he explicado bien.
Es ese "exceso de descripción" como dice Bohemia, lo que se me hace pesado al leer, el que "me impide imaginar" porque me lo dan todo hecho.
Siempre me ha gustado leer entre lineas, pararme en medio de una lectura y pensar qué me está queriendo decir el autor; no entender del todo, porque eso me lleva después a la búsqueda, a esa pequeña o gran investigación que se inicia en el libro.
Gracias, Bohemia, por tu visita y tus palabras.

giovanni, aparte de lo dicho, mea culpa porque ha salido como un gazpacho, y esto, te aclaro, es una comida local donde se mezclan distintos ingredientes según la zona. Comprendo que te costara llegar al final, jeje.

Como supongo no habrás leído el libro al que hago alusión; el relato en que se basa la película narra un hecho de los muchos que se repitieron entre los perdedores de la guerra civil de nuestro país, y Manuel Rivas, el autor de este libro de relatos: ¿Qué me quieres, amor?
Tú lo dices muy bien: el contar no es nada sin la complicidad que se establece entre autor y lector, y yo la establezco más con autores más precisos que me hacen imaginar en los detalles, no quiero que me ilustren tanto, a eso me refería.

Ya se te echaba de menos, giovanni, bienvenido a este sutil mundo.
Un abrazo.

trinidad dijo...

Hola preciosa, por si te sirve de ayuda, yo padezco mucho de impaciencia y la suelo controlar ayudandome con flores de Bach, precisamente con un remedio que se llama:"IMPATIENS".Espero que si decides tomarlo, te ayude a ver y contar las cosas con más calma. Besos.

carmen dijo...

Relatar con detalle es un don, más que impaciencia.
Yo tengo una gran facilicidad para hacer síntesis de asuntos largos y complicados. Tampoco tengo "paciencia" para escribir diez páginas sobre cómo subía la pared una hormiguita....

Pero laverdadera paciencia, que es"
esperar tiempo durante mucho tiempo" es la hermana de la esperanza. Una gran virtud!

Miguel Baquero dijo...

Describir yo creo que es de lo más difícil, precisamente por eso de ni quedar corto ni pasarte. Tampoco, además, podemos tomar un referente, porque el mundo cambia rapidísimamente y todos los lectores tienen ya automáticamente en la cabeza imágenes que antes había que describir con detalle y profusión. Si tú dices, por ejemplo: transcurre en Nueva York, todo el mundo ha visto películas o fotos de Nueva York y enseguida se sitúa, no hace falta ponerte durante un par de páginas a describir edificios. Pero claro, tampoco hay que quedarse corto; yo creo que lo mejor es ser un poco "impresionista", hacer la descripción con pinceladas sueltas y sólo las justas. Y eso es un arte, ya lo creo.

Isabel Gil Jiménez dijo...

Tenemos algo en común.
Yo suelo tener una enorme paciencia pero la pierdo con el egoísmo y la falsedad.
Un saludo

Fco dijo...

Pues a mí me ocurre justo lo contrario, Isabel... Me cuesta hacer diálogos, para lo que ando escaso de paciencia. La era visual desplazó las largas descripciones y, hoy en día, se valoran los textos ágiles sin rétorica: literatura sin literatura.
La meta: buscar un estilo propio emane de dentro.

Besos.

Isabel dijo...

Muchas gacias, Iris, por tu consejo, lo tendré en cuenta.
Un abrazo.

Carmen, veo que coincidimos. De todas formas creo que además de paciencia es una cuestión de tiempo. Y en mí es que no tengo ese arte que hace falta para describir bien.
Besos.

Miguel, de acuerdo, todo un arte quien consigue con unas cuantas pinceladas impresionar, un arte y un disfrute del que gozo como lectora.

Isabel, ¡hay tantas cosas con que perder la paciencia!

Fran, a mí me gusta el diálogo, pienso que hace avanzar el texto, pero tienes razón, lo bueno es que cada uno encuentre sus palabras.
Gracias por las tuyas.