Esa forma suya de
mirar era la que siempre me producía extrañeza y no me acostumbraba
a ella.
¿Qué buscaba mi vecina en mi casa? Cada vez que me visitaba
hacía lo mismo. Yo seguía el movimiento envolvente de sus ojos
mientras me hablaba sin dirigirse hacia mí.
Había
observado que algunas personas religiosas no te miran a los ojos,
pero sí al suelo, al cielo o hacia un lado.
Era
bajita, regordeta, de cuello corto y lo estiraba buscando no sé qué
en el techo. A la vez que daba la vuelta con sus ojos saltones a
todas las esquinas cuando yo le contaba algo sin escucharme, ella movía los labios como en una letanía.
Un día
descubrí que era agnóstica y cansada de seguir su mirada y sólo
encontrar telarañas por los rincones, decidí preguntarle, eso sí,
con tiento para que no se sintiera incómoda.
Estaba sentada en la
silla de la cocina y me acerqué por detrás para observarla. ¿Te
duele el cuello? le pregunté a la vez que lo tocaba. Cerró los ojos y
se echó hacia atrás. Comprobé que estaba tenso como una
correa bien anudada y pensé que un masaje era un buen preámbulo
para seguir hablándole. De pronto rompió a llorar y me
asusté.
-¿Te
he hecho daño? No,
dijo, pero al volverse, no sé qué vio en el techo que saltó del
asiento y gritó señalando una esquina: ¡allí!
No lo
pude remediar, me dio por reírme porque lo que había era una
salamanquesa que también se debió asustar y reptó por la pared
hacia el patio.
Mi vecina corrió más que el animalito presa del
pánico, pero en sentido contrario. Y yo detrás alzando la voz: -lo
siento, pero no tengas miedo que son beneficiosas porque se comen los
mosqui… No la distinguía ya cuando me asomé a la calle. Y, por
supuesto, no volvió a entrar en mi casa.
14 comentarios:
Este microcuento lo tenía escrito desde este verano al comprobar en conversaciones cómo hay personas no les gustan nada las salamanquesas y cuentan leyendas extrañas. Al indagar encontré este blog que las desmiente y me pareció interesante:
https://macroinstantes.blogspot.com/2010/01/salamanquesas-mitos-leyendas-y.html
Qué sustonas! !! Lo cierto es que no son unos animales muy agradables.
Estupendo relato.
Besos
Yo soy de las asustonas.
¿ A quién puede dar miedo una salamanquesa o un geco?
A mí me encanta verlos por las paredes.
Me ha gustado el relato. Intriga hasta el final. Al inicio estaba pensando en esas caras raras y esas cosas que si me dan mucho miedo. Al final me he reído.
Un abrazo.
Luna
Conozco a varias que le dan mucho miedo. A mí me gustan. Besitos.
¡Aceptado el guión para Cannes!
Maite, a mí no me molestan, al revés. Me alegra que te guste.
Abrazos.
Tracy, lo entiendo, porque cuando se mueven lo hacen tan rápido que el respingo no hay quien te lo quite.
Besos.
Luna, sí que hay personas, ya digo que es lo que me provocó el relato, incluso, había una conocida de mi madre que miraba así, jejeje...
Y si a ti te ha gustado y te has reído, yo feliz.
Gran abrazo.
Teresa, no te imaginaba yo miedosa con ese precioso jardín que tienes y que tan poblado estará.
Abrazos.
¡JA! NaN, menos broma que no tengo ese tipo de aspiración, solo la de que me digáis con sinceridad los errores, porque lo que me está pasando es que cada vez me da más responsabilidad escribir y meter la pata.
Un abrazo.
Es que el título lo exigía.
Puede que el título sea lo mejor.
No, no, no, no. El relato está bien, no le he encontrado objecciones, pero el título es el nombre de la sección de Cannes destinada a buscar obras originales y diferentes.
Publicar un comentario