miércoles, 31 de marzo de 2010

131. Fregona, eso eres

Una frase puede equivaler a un castigo de por vida. Jimena, todavía una niña, estaba cansada de escucharla. Hasta que un día descubrió que limpiar no era sólo quitar la mierda de los demás.

La limpieza de verdad estaba en el detalle; en el perfil de una línea entre baldosas; en el color de un plinto; en un cuadro derecho; en un ramo de flores silvestres encima de una mesa...

Jimena había nacido limpiando, o eso le decían. Pero ella sabía que todos hablaban demasiado, porque a Jimena le gustaba escuchar mientras limpiaba, y aprendió que el que más habla, no es el que más dice.


*Nota:
En estos días perfumados de Sevilla me he acordado de Jimena. Yo me alejo hasta el domingo de los olores y las bullas. Busco el mar para descansar un poco, pero os dejo este micro sobre ella. Si os gusta, me alegraré si pasáis por aquí y le decís algo.

12 comentarios:

Freia dijo...

¡Qué hermoso el relato de los nardos!
Disfruta de la tranquilidad del mar y del sol. Después de un invierno tan malo los agradecerás.
Un beso fuerte

NáN dijo...

Ah, el regreso de Jimena. La que sabía escuchar, la que aprendió lo mismo que el arquitecto Tusquets, cuando le preguntaron que por qué se esforzaba en ejecutar impecablemente lo que, por su posición, nadie iba a ver. "¡Lo ve Dios!", contestó el supuesto ateo.

Jimena y Tusquets, hermanados por haber aprendido lo mismo de la vida desde situaciones tan dispares.

giovanni dijo...

Preciosa historia sobre Jimena (el cuento para el blog de Nán) y fina historia nueva sobre Jimena aquí que me hizo curisoso de saber más de Jimena.
Que tengas unos días agradables en la costa.
Un abrazo

Musaraña dijo...

La frase final me ha encantado, pareces entender la palabra más alla de el valor de sus letras.

Un beso y sigue así

Miguel Baquero dijo...

Gracias por llevarme a ese relato, que no te había leído y que me pareció buenísimo

Anónimo dijo...

Qué bonito.
He visto a Jimena con un vestidito de muselina morena. No sé, pero creo que se me parecía. Uva.

emege-e dijo...

Paseaba por una de las principales calles del Barrio Santa Cruz.De lejos divisé a Jimena, asomada a su balcón contemplaba asombrada el incensante deambular de la gente de un lado para otro, de vez en cuando desaparecía, quizá estuviera cansada de ver tanta incomprensión y falsedades en un domingo tan especial.
Mentalmente te acompaño en tu viaje. Disfrutálo. Besitos

Isabel dijo...

Abrir el costurero y encontrarme vuestros comentarios es una gozada:

Freia, ¡qué alegría verte por aquí! Muchas gracias por tus buenos deseos. Abrazos.

NáN, como se suele decir, donde hubo algo queda, a mí también se me quedó dentro Jimena.
Esto que nos cuentas de Tusquets me ha recordado a mi padre que conservó el gusto por las cosas bien hechas toda su vida, sin creer en nada más. Besos.

giovanni, tus palabras me animan y a Jimena, jeje... igual quiere volver.
Gracias por tus deseos y otro abrazo.

Musaraña, lo que me maravilla de las palabras es el significado de sus signos al unirlos.
Tú también los coses muy bien, jejeje... Besitos

Miguel, gracias a ti por leerlo, es una suerte para mí. Muchos besos.

Uva, que me digas tú que has visto a Jimena me encanta, tú, que lo haces todo visible cuando escribes. Y con esa muselina ¡qué vestido más lindo le hubiera hecho mi madre!
Abrazo fuerte.

emege-e ¡cómo no te la ibas a encontrar tú!, viajera del mundo. Sí, a veces yo también la noto triste por todo lo que ve y escucha.
Tú me acompañas y yo me he acordado de ti; tienes que ir, te va a gustar. Nosotros lo hemos disfrutado mucho, espero poner en orden lo que he visto para mostrároslo. Muchos besos.

Elena Casero dijo...

Una preciosa historia que me recuerda a las cosas que decía mi madre.

Yo vengo del descanso. Un beso

Isabel dijo...

Elena me alegro de recordártela y de que tu también hayas descansado.
Besos también para ti.

Gemma dijo...

A mí tu relato me ha recordado mucho a los micros de José Jiménez Lozano: sobre todo, Un dedo en los labios (su otro libro de microrrelatos es El cogedor de acianos), por la delicadeza con que nos hablas de Jimena, o como dice el autor castellano, de los humildes o los que no tienen voz. Frente a los grandes relatos, JJL reivindica la grandeza de los pequeños relatos, protagonizados por gente corriente. Un abrazo

Isabel dijo...

Pues me das una gran alegría, Gemma, sobre todo porque si tu lo dices ¡con lo que sabes!
Y porque parecerme a alguien que da voz a quien no la tiene me satisface mucho.
No conocía a este autor y lo buscaré gracias a ti, y gracias también por visitarme.

Un montón de besos.