domingo, 20 de septiembre de 2009

97. Un verano de palabras

A mí me gustó la idea de NáN a principios de verano. Nos invitó a compartir temas y relatos en su blog desde la ignorancia más atrevida: el parvulario. Y este relato ha sido mi pequeña aportación.

Un verano de olor

“Septiembre ya huele a nardos”. Eso piensa Jimena al entrar en un mercado bastante alejado de su casa y, en vez de comprar comida, sigue el penetrante perfume hasta el puesto de flores.
Compra tres varas de “políanthes tuberosa”, nombre científico de la también llamada vara de San José; para ella nardo.
Porque Jimena no es religiosa y, aunque se aprende las definiciones, por eso sabe que es de la familia Amaryllidaceae (Amarilidáceas), a ella le gustan los nombres comunes y contundentes como su perfume. Le trae recuerdos de los bulbos que su abuela cultivaba.

Ni Jimena tiene el carácter de la mujer del Cid ni la fuerza del huracán que anuncian atravesará el Pacífico Mexicano. Se parece más bien a una gran tortuga de andar lento y pausado. No es muy agraciada, tiene una cara redonda y achatada como la torta de un pan de pueblo.

Es temprano y se nota en la ciudad que ya han vuelto a poblarla después de las vacaciones. Los bares rebosan de mujeres tostadas al sol hablando todas a la vez alrededor del café y con los collares colgados al cuello, sustitutos del minúsculo biquini que no llegaba a cubrir, si las cubría, las siliconas al peso.
Mira su piel de un moreno natural, sólo atravesada por el polvo del gran piso que anoche se encontró a punto su señora.

No compra lo que hace falta en la gran casa que cuida. “Seguro no vendrán ni a comer” se dice y, orgullosa con sus tres varas de nardos, sale del mercado más tranquila que entró.
Entre paso y paso Jimena observa que la miran, algo no usual en su joven vida, se mira su vestido fruncido por si tiene alguna mancha, pero no.

Entonces ocurre el milagro: un joven montado en bicicleta frena en seco delante de ella y le pregunta.
-Perdona, ¿dónde has comprado los nardos?.
Levanta la mirada, incrédula, ante la cara sonriente del chico que aspira el perfume con los ojos cerrados.
-¿Te gustan? -Contesta extrañada, pensaba ella que esa afición suya era algo ya caduco, sólo propio de algunos pueblos y sus costumbres.
Jimena le regala una vara mientras le indica el sitio.

Al llegar a la casa, en la que sirve desde su llegada a este país, pone las dos restantes en un bote con agua, al que echa piedrecitas para que no se tumbe. Con sumo cuidado lo coloca en su habitación, no sin antes desgajar de una de las varas el nardo más hermoso para enganchar en su vestido de tarde, como hacía su abuela, para regalar el perfume a quien se cruza con ella cada día, y se gira para seguir oliéndola.

15 comentarios:

June dijo...

Te leí allí y me encantó.
Un beso.

Isabel dijo...

Pues fíjate, a mí me gustó mucho el de una tal Reyes, me pareció un relato humano, tierno, verdadero...
Y, por supuesto, muy bien escrito.

Ahora mismo pensaba ir al correo.

Besos

COLOMBE dijo...

Asi van los pensamientos ... al leer un verano de palabras, me acorde de los domingos cuando ibamos a cojer flores entre otras nardos !!! como un perfume llegado de lejos, pero que suave.
Las palabras son como los perfumes : evocadoras
besitos de rosas

NáN dijo...

Tu relato, por azar, cierra magnífico la serie. Fíjate que me encariñé con Jimena, la ensoñé y, como me pasa a veces, lamenté no ser joven para meterme en tu historia y olerla una noche entera.

Isabel dijo...

Colombe, me gusta verte por aquí de nuevo y también de hacer cosquillas en tu nariz.

Abrazos

NáN, lo que dices sobre Jimena es muy significativo para mí porque no creía haber construido un personaje.

No me suele gustar lo que escribo, es más, últimamente ni entro a corregirme porque me borraría. Son mis amigas, que también escriben, las que me avisan si ven algo raro.

Ese relato, si tiene algo, es la frescura de la inmediatez. Al volver a leerlo para colgarlo aquí, empecé a corregirlo, pero me contuve.

Ni que decir tiene, que me alegro doblemente de haber colaborado en tu propuesta, es muy grato recibir opiniones alentadoras que me animan a seguir cosiendo palabras.

Gracias

Anónimo dijo...

Me ha encantado este cuento, y como bien dices en tu comentario y, tantas veces, hemos hablado, debemos dejar impreganada la frescura de nuestros primeros relatos. Ahora que sabemos un poco más, los retocamos queriendo perfeccionarlos, y hay que tener en cuenta que, la perfección no existe pero sí refleja la inocencia en nuestras primeras narraciones. Un fuerte abrazo. ¡ah! y deja de corregirte.

Anónimo dijo...

Ahora soy anónima... problemas imprevistos. emege-e

Bárbara dijo...

Hasta aquí me ha llegado ese profundo olor a nardos, que me encanta. Yo llegué tarde a la cita con Nán, pero ya veo que el pabellón ha quedado bien alto.

Isabel dijo...

emege lo intento, no creas, nunca he creído en la perfección, además es muy aburrida, je, je...
Besote

Bárbara, el tuyo faltaba y lo hubieras bordado, como sueles hacer con lo que escribes.
Gracias y besos

Miguel Baquero dijo...

Muy buen relato. Enhorabuena.
A ver si encuentro un momento para pasarme por el blog que decís

Isabel Mercadé dijo...

Pues para mí sí que has creado un personaje, del que me gustaría seguir conociendo cosas... (veo algo en ella de la protagonista de "La elegancia del erizo").
Gracias por tu visita.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mándame a Jimena a mi casa, que con el brazo, estoy un poco espesa...además, si cuando va al mercado no compra comida, me pondría en 90-60-90, (que voy a salir rodando..), pero, ¿y lo perfumada que íbamos a tener la casa?
Me gustó el relato, y especialmente, el detalle de regalarle al chico una flor.
¡Animo, y a seguir cosiendo!.
Un super beso.

Isabel dijo...

Miguel, se agradece viniendo de un buen escritor.

Bel no he leído el libro, pero creo que trata sobre la belleza de las pequeñas cosas.
Sí he leído cómo escribe su autora: "yo me siento por la mañana y no sé hacia dónde voy a tirar", eso dice y me identifico porque me pasó igual con este relato.
Son vuestras opiniones, que agradezco, las que lo han conformado.

Anónima, por tu despedida me imagino quien eres, otro superbeso.

Anónimo dijo...

Hola querida¡¡. A mí me ha encantado este relato. Me llega perfectamente el aroma y el aspecto de la persona. La veo andar por el mercado, lenta, indecisa, mezclada entre los olores y acabando atrapada por uno. Lo veo fresco, fresco. Consejo: no corrijas. La párvula Uva.

Isabel dijo...

De párvula nada, Uva, ya te dije que me estaba dejando influír de los sentidos en tus cuentos, por tanto, la que sigue aprendiendo soy yo.

Un abrazo