Sí, roja como la
mesa es este verano la pala matamosca que su padre le ha comprado. Ni
que decir tiene que el niño no deja insecto con cabeza.
Este que ve, parece
un moscardón y hace que su carita muestre un instinto de agresividad
en aumento. Mientras su padre ufano lo anima; su madre, a la que no
le hace gracia que a ella también le propine algún paletazo, “de
broma”, como se justifica siempre el niño.
En un abrir y cerrar
de ojos, lo agarra por los tirantes de niño-hombre, le quita la
pala, lo vuelve hacia ella y le dice con “todo el cariño”:
-¡Déjalo, que está
aprendiendo!
6 comentarios:
Feliz semana. Un beso.
Todo es que no sienta placer morboso al matar insectos o demás animales. Muy bien costurero, buen hilo y buena tela en tus costuras literarias. Saludos. H.
Buen fin de semana. Un saludo desde Almería
Teresa, esos son también mis deseos. Más besos.
Homeronica, la verdad es que yo acabo de matar moscas porque no me dejan escribir, no pueden ser más pesadas.
Gracias por tus palabras y saludos para ti también.
Trini Altea, buen verano y más saludos.
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