Tan concentrada estaba escribiendo que
no me había dado cuenta de que se había hecho de noche. La sola luz
de la pantalla del portátil iluminaba la habitación.
Lidia era la protagonista pero en ese
capítulo no aparecía hasta el final. Contenta de cómo lo había
adelantado tecleé su nombre para acabarlo.
Al pulsar el espacio para
escribir su apellido, el nombre se borraba, y, en vez de Lidia,
aparecía el nombre de Carmen. Primero extrañada y luego cabreada
seguí borrando y escribiendo una otra vez el nombre correcto. No
hubo manera, esa secundaria maligna había tomado forma de repente y
encima quería suplantarla.
Así me fui a la cama, sin saber si era
el teclado que fallaba, más que nada por encontrar una solución
lógica. Esa noche pensé cambiar el curso de la novela varias veces.
Sin poder dormir, al clarear me levanté, encendí la luz de la
cocina y al mirar hacia los árboles una lámpara sin cable pendía
de ellos.
No, no me estaba volviendo loca, era
sólo un reflejo.
Abrí el ordenador y un archivo nuevo.
Le puse el mismo título: “Carmen se subió al tren”, pero ya
veis, al darle al espacio la secundaria apareció de nuevo erre que
erre.
10 comentarios:
Jajaja. Estas cosas pasan, tocaya. Los personajes no son obedientes y hacen lo que quieren. Aunque al principio los creamos dúctiles en nuestras manos, luego cobran vida propia y te imponen su visión y hasta pueden decidir cambiarse el nombre, jeje.
Bueno es escucharlos. Porque están vivos (literariamente hablando, claro).
Un abrazo grandote
Isabel, tan vivo que lo que digo del nombre me pasó de verdad, igual es algún problema del corrector de textos o algo parecido. Lo agracecí, porque no sabía que escribir para actualizar el blog y me dio la idea.
Gracias por entrar, sé lo liada que debes estar.
Gran abrazo, tocaya.
La rebelión de los personajes, como los dejes sueltos te cambian el libro entero...
Abrazos
Metaliteratura y ternura, es lo que has hecho.
Esos personajes que tienen vida propia. Un beso
ethan, y a mí que me gusta dejarlos.
Más abrazos de vuelta.
Bueno, NáN, me encanta que lo digas, pero no es para tanto, mira que hasta lo encontraba cuando lo escribí un poco insulso.
Pero sí me quedo con la ternura. Gracias y abrazos.
Elvira, lo que tiene vida propia es mi teclado, he vuelto a comprobar si sigue haciendo de las suyas y me sigue borrando Lidia y apareciendo Carmen. A lo próximo que escriba le pongo ese nombre. ¡Qué yu yu!
Más besos para ti.
qué miedo.
¿Hubo alguna Carmen importante en tu vida?
Digo madre,tías, abuelas....porque tanta insistencia da que pensar.
Besitos.
Reyes, la verdad es que en mi familia no hay ninguna Carmen que yo sepa.
Pero bueno, hay que achacarlo a un fallo técnico que no soy yo de comerme el coco, más bien echarlo a broma.
Abrazos.
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