Abre el libro comprado en el mercado de
ocasión. Un libro que quizás excedía de su presupuesto siendo
nuevo. Deseado, porque al verlo el comprador no ha dudado, lo ha
cogido con rapidez antes que otro pudiera quitárselo, casi siempre
es uno solo el ejemplar existente. Ha pagado por él la mitad de su
precio y ahora sentado en un banco lee el título y la contraportada,
busca entre sus páginas y quien observa espera, quizás como él a
que encuentre un mensaje.
¿En qué manos habrá estado? ¿Qué
impresión habrá causado su lectura?
El lector, al acariciar la contraportada,
tropieza con la pegatina del precio sucia y desgastada, la frota con
la uña, pero no se va. Desiste y abre el libro por la primera página, pero lo cierra y levanta la vista, ¿cumplirá el libro deseado sus
expectativas? Parece que sí porque echa la cabeza hacia atrás y con
los ojos cerrados sonríe satisfecho.
Respira un otoño frío y
observa las casetas casi desiertas a esa hora de la mañana.
Abre de nuevo el libro
y lo huele, mueve la cabeza a un lado y a otro. Nada, parece echar de
menos el olor del papel nuevo, pero se introduce de
nuevo en su lectura y ya no la abandona. La mano izquierda sostiene el libro, la derecha no deja de pasar los dedos por la pegatina del
precio mientras pasa las páginas. No se ha llevado las manos a la boca, ni a los ojos, ni a la nariz; no se mueve, no le pica nada, los dedos
solo rascan la pegatina hasta que no queda rastro de ella justo en el
momento en que cierra el libro. Se levanta, lo deja sobre el banco y se marcha.
El
observador va hacia el banco y trata de averiguar qué es lo que ha
despertado tanto interés y a la vez ese desapego del objeto deseado, pero al abrir el libro las
letras han desaparecido, y tampoco hay mensaje alguno. Corre detrás del
lector y asfixiado llega a su altura, éste al verlo con el libro en la mano le
dice: a ver si eres capaz de superar la historia que he creado en mi
cabeza, yo me voy a escribirla.
18 comentarios:
Bravo, Isabel, es un relato magnífico, con un final sorprendente y precioso. Me ha enganchado de principio a fin y le doy vueltas en la cabeza a la simbología de la etiqueta del precio, aunque tal vez es solo un dato sin trascendencia.
Debieras prodigarte más en narraciones. Las bordas.
Un beso enorme, tocaya.
Que tú me digas eso, querida Isabel, me anima porque hace tiempo que no escribo por falta de tiempo. Me inspiró la visita a la feria del libro antiguo, de ahí la foto. He dudado mucho, es difícil en tan poco espacio crear un personaje con sus tics como el de la etiqueta, su manía de no tocarse nada mientras lee, querer imprimir algo de fantasía, y todo eso registrado como una cámara. En fin, que creía que me había salido un batiburrillo, pero si a ti, que escribes tan bien, te gusta, no sabes la alegría que me das.
Gracias, tocaya y muchos besos.
Fantástico Isabel, es un relato magnífico, como todos los que escribes, me ha encantado.
Te deseo un feliz fin de semana.
A sus pies...
Feliz fin de semana
Besos
Maria Dolors, tu es que me lees con muy buenos ojos. Mil gracias y muchos besos, además de un buen domingo.
Aquí, a mis pies no, porfa, si acaso a la crítica de los defectos y fallos que pueda tener, que los hay y muchos en todo lo que escribo. Lo que pasa es que la inmediatez del blog no deja que se enfríe la escritura, que si no...
Gracias y besos.
Hay libros que tras ser leídos con esas páginas blancas nos hablan más que cualquier historia contada o por contar.
Un excelente relato, Isabel.
Bss.
Brava, costurera!
Un beso muy fuerte
Madre mía! Yo hago eso mismo cuando compro libros de segunda mano. Y en ocasiones he encontrado mensajes a lápiz en sus páginas y antiguos números de teléfono.
Buena historia!
Eva, y que lo digas, son una fuente de inspiración.
Gracias mil, y abrazos.
Freia, y tímida jejeje.
Más besos para ti.
Marta, de eso se trata, sólo que él no encontró el mensaje pero sí una historia que escribir.
Abrazos agradecidos.
Tu relato, de una hermosa precisión, me ha hecho pensar en la espaciosa biblioteca donde se conservan todos los libros que aún no se han escrito. A ella deben acudir gentes muy distintas desde los cuatro puntos cardinales.
Un abrazo enhorabuena, Isabel.
Quizás, Josep, ahí es dónde residan más aún la magia de las palabras, en lo no dicho, como en los besos no dados los sentimientos ocultos.
Quizás por eso no abandonamos nunca los sueños.
Gracias, y va otro abrazo no dado de vuelta.
Qué lindo! Estoy en Sevilla y estuve ayer en la Beta. Impresionante la cantidad de libros, y el edificio. En otra librería, en camino a Macarena, compré "Los piratas de Malasia" de Emilio Salgari. Me costó 2 euros.
Un beso
¡Vaya giovanni! Se ve que le has cogido el gusto. Me alegro.
Otro beso.
Inquietante y con sorprendente final. Los libros sin duda nos elijen a nosotros.
Un beso.
¡Qué genial! Marcaste el camino y lo seguimos cautivados. Me encantó, te quedó redondo, un abrazo bien grande.
A mí los libros de segunda mano siempre me hacen fabular mucho, pero nada como lo que has escrito.
Pues sí, querida Sue, sobre todo cuando vas a una librería. Yo voy siempre con una lista y salgo con otros diferentes.
Más besos para ti.
virgi, no sabes lo que a mí me gusta que te encante.
Abrazos.
Enhorabuena por este post,un recorrido de los lectores, como yo, que van a la busca y captura de libros antiguos e inéditos a la Feria de Libros usados. A veces, entre sus páginas se puede encontrar alguna emotiva frase de su anterior propietario o el olvido de un apunte al margen y, sobre todo, esas dedicatorias. Lo mejor de todo, la creatividad que puede despertar unas hojas en blanco. Besitos. AVE PEREGRINA
Gracias, Ave, me alegra tu vuelta y encontrarte aquí. Los libros sean nuevos o viejos siempre nos inspiran.
Besazo.
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