Rara vez me enfrento a ella, no sé,
soy tonta, es más chica que yo y... ¿se podría medir el miedo que
arrastramos ambas? El mio lo conozco, es absurdo, tengo todas las
herramientas. El de ella está más justificado.
Al verla no me asusté. Sorprendida sí,
no quieta como otras veces para que se confiara; no,
ese día me senté a vigilarla, y lo hice porque ella se atrevió con
algo nuevo, algo que estaba dentro de mi territorio y eso no se lo
consiento, porque su atrevimiento me iba a dar más trabajo y ya
tenía suficiente. Así que me senté con mi arma y esperé.
Enfadada, muy enfadada, no sólo aparecen en verano, se asoman con su
cautela habitual en todas las estaciones. Se esconden como los
especuladores, al acecho, para implantar el miedo y adueñarse de
nuestro espacio.
Aquel día después de vigilarla,
comprobé por qué nos sobrevivirán, incluso le hablé en voz alta,
de pie y dispuesta a matarla:
-Eres lista, conoces mi terreno más
que yo misma, no sé dónde te has metido, pero seguro estás patas
arriba temblando, no de miedo, sino por una enorme carcajada.
Yo también temblaba, pero de asco.
Faltó poco para que me bebiera el “yuki matón” al proyectar su
chorro sobre mi boca en vez de dirigirlo al rincón por donde huyó.
Lo reconozco, Clarice Lispector fue más
valiente con la suya, yo sólo sé matar moscas.
26 comentarios:
Salen por todas partes. Cuando yo estudiaba en Madrid, en mi primer año, con 18 años, vivía en un bajo de la calle Fernández de los Ríos que compartíamos cuatro personas y ellas. Andaban ellas por todas partes: ni siquiera el frío del frigorífico las espantaba. Tal vez por eso ese año comí poco... pero lo que más asco me daba era verlas cuando me sentaba, por las tardes, a estudiar y ellas, burlonas, manchaban la blancura de los libros que sólo querían verse manchados de letras. Así son ellas, atrevidas, osadas. Y odiosamente feas.
Me has hecho recordar a la buena compañera de nuestra querida amiga en común,ésa sí tenía su gracejo particular, hasta llegó a enternecernos con sus travesuras. Un fuerte abrazo. Ave Peregrina.
Las odio, Isabel, me dan un asco terrible, pueden conmigo. Cuando veo una, me dan escalofríos y necesito horas para recuperarme. Son superiores a mí, pues yo me identifico más con la postura de Carmen Martín Gaite: me quedo paralizada para, al final, salir huyendo a toda pastilla.
¡Puag!
Un abrazo para ti y apunta bien el insecticida.
Yo proyectando mi miedo, pensé que iba a ser una araña.
... y era una cucaracha de nada...
me puedes llamar la proxima vez.
bss
Por dios, qué plaga!!! El otro día, en medio de una lluvia, pensé que me sepultaban bajo sus patas!!!
Les tengo fobia y ellas que lo saben me salen en verano hasta de debajo de las tazas.
Tienen el poder de ponerme los pelos de punta y no es broma si te digo que odio más el verano sólo por ellas.
Este año llamaré al de las plagas pa Marzo o así.
Y aun así no puedes dejar de verlas porque están en las calles y en las tapias y en todos sitios,cuando aprieta el calor.
Un asco verdadero.
Ja, ja, hace mal la cucaracha en ponerse panza arriba aunque sea para reirse... No siempre se da la vuelta a tiempo para huir. Y qué desagradables son las pobrecillas... Besos.
¡¡Me repugnan!!
Creo que en invierno hay menos pero en cuanto que llega el calor, se pasean por mi casa como dueñas y señoras. A veces se tropiezan con un zapatillazo que las lleva al otro mundo en un pis pas.
Un abrazo desde mi Librillo.
¡puaaaaj me dan mucho , mucho asco! más que cualquier otro bicho, incluidos los ratones....
Besos y abrazos
Y gracias por tus palabras
(Ya lo contaré en algún momento, anduve entre otras cosas, por tu tierra.... Y Sevilla, ¡me encantó! Más besos)
Me quedo con Clarice y con tu texto. Las cuquis me hacen vomitar.
Besos.
Cuando vivo solo, las dejo deambular por la noche y a veces, a pesar de haber encendido la luz del pasillo y la cocina o el baño, me encuentro con una torpe que no sabe asustarse Y me tengo que es forzar en parecer un ogro para que tenga la decencia de ocultarse en mi presencia.
Pero cuando vivo acompañado, he de darles mulé y me siento fatal, como si fuera un nazi en la Alemania hitleriana o un sionista en Palestina.
Vaya, parece que hay ciertos bichitos por ahí...
Aquí la verdad es que no hay nada de esto y menos ahora con el fresquito.
Espero que se pase pronto!
Un besito
Ni imaginas el asco que les tengo. Puedo con ratoncillos, lagartos, bichejos varios...pero las cucarachas, imposible!
Me encantó, sabes? Montón de besos
No tengo tratos con ellas, ahora, aunque en verano las mantengo a ella de varias maneras. Pero sobre todo me ha gustado tu estilo al escribir.
Un abrazo
Matar moscas, escribir y actuar.
Besos
Sale en verano. Me da asco, la mato, pero su huella permanece en el lugar donde estuvo por última vez. Parece que sigo viéndola, hasta que la vuelvo a ver, ¿es inmortal?
Índigo, parece la escena de una peli, ¡qué valiente eres! Yo no sabría dónde meterme. Gracias por contarlo y besos.
Ave, si sigues el enlace allí aparece de nuevo, su texto siempre que lo vuelvo a leer me parece brillante como su título. Besos gordos.
Isabel, lo mismo me pasa a mí, pero estaba confiada en que salian nada más que en verano y ya ves me llevé el susto. Abrazos.
Claudia, tampoco me gustan, pero las arañas son muy suyas se fabrican su casa y no las veo fuera de su lugar, lo que me da más asco de las cucas es que no se quedan en el suelo, sino que transitan por todos sitios, además, una araña no tiene ese ruido asqueroso al matarla. No dudes de que si te tuviera cerca te llamaría. Gracias y besos.
Dario, pordios, no me agobies, ¡qué horror!
Reyes, anda que tú, hasta debajo de las tazas, si hasta vuelan, ya me gustaría a mí saber que comerán después del desastre nuclear, entonces se van a acordar de los humanos.
Gusto de verte por aquí. Besos.
Isabel, pues yo ni panza arriba alcanzo a matarlas del asco que me dan. Abrazos.
Rosario, que valiente eres. Otro abrazo para ti.
Myriam, al menos en el asco estamos todas de acuerdo. Así que has venido por mi tierra, que callado lo tenías. Me alegra que al menos te haya gustado. Besos.
Sue, yo también vomitaría si tuviera que matar a unas cuantas de golpe ¡Aggg!
Abrazos.
NáN, ahora me entero qué hacéis cuando no os asusta el grito destemplado nuestro buscando ayuda.
Se agradece la confesión. Un abrazo.
Marta, dime dónde es “aquí” que me “voy pa ya”. Besos.
Virgi, se me ocurre que si pesáramos el asco y lo dejáramos caer sobre ellas igual se quedaban en su escondite o mejor que se las comieran los animalitos que nombras. ¿Cuál será el depredador de las cucas? Igual también siente asco. Besos.
José Luis, me dejas intrigada, ¿cómo las mantienes? ¿o quieres decir que las tienes a raya? Cualquier novedad soy toda oídos. El estilo lo marcó la mía, yo no hice nada.
Aquí, matar moscas sí, escribir muy poco y actuar ya te diré en junio, ahora aprender y jugar.
Besos.
Ethan, casi, dicen los estudiosos que sobrevivirían a un ataque nuclear.
Aaarg. Yo en invierno no he visto ninguna, pero en verano... ¡gigantes! Y además, cómo corren! qué asco.
Un abrazo
Lucía, a mí me pasaba igual pero hace días...
Abrazos
Me pueden y me paralizan de tal manera que no logro matarlas...
En México tienen un tamaño multiplicado por 3.
Y hace dos veranos, escribiendo en la terraza, vino una volando(porque ahora las hay hasta que vuelan, sí, sí,) a posarse en la pantalla del ordenador... el cual no me cargué de milagro del susto.
Besos con flit.
Esas que vuelan son las rojas que están en todas partes. De pronto me ha venido la imagen de tu portatil espachurrándola, ¡qué gustazo!
BESOS.
Pequeñas, grandes, rojas........pero brillantes, escurridizas, cegatas, correcaminos, gráciles voladoras, semidiosas...están en todas partes. Alguna vez asustaba a una hermana mia diciéndole: te imaginas todo un puente lleno de cucarachas que nos persiguen como un ejército invasor? je..je...je. Besos
Ja,ja,ja...
Rosa, eres inconfundible, tus palabras brillan como en tu texto.
Me alegra un montón que hayas pasado por aquí.
Un gran abrazo.
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