Me llamo Jimena y hoy es mi día libre.
Sí, y voy a celebrarlo haciendo algo distinto a lo que hago cada
día: limpiar y cuidar. Es una experiencia nueva para mí, como
acceder a algo que no me pertenece. Depende de como salga lo
escribiré en un cuaderno viejo que tengo desde que llegué a este
país, entonces me acostumbré a escribir las pocas cosas distintas
que me ocurrían, pero hace tiempo que me aburrí de
hacerlo, total, para qué servía. Fue desde el día que la ley le
dijo a las que tenían empleadas de hogar como yo que tenían que
regularlas, y yo me relajé. No ha servido de mucho porque tengo
amigas que; bien porque sus señoras se creen en
posesión de todos los derechos, y ninguna obligación, o porque
muchas de ellas se han quedado sin un duro; bien porque quien hace
la ley hace la trampa, lo cierto es que se han tenido que volver a su
país y aquí hemos quedado sólo una pocas. Son ellas las que me han convencido para que
vaya a clase de yoga: que si es bueno para la circulación, para la
mente, para el cuerpo, etc. Y yo, que soy fácil de convencer, he
dejado lo que hacía en mi día libre como leer, coser, ver un poco
la tele; cosas que se hacen sentada, pero como mi culo se sale del
asiento de la silla, no me ha costado hacerles caso. Además, yo lo
que me propongo lo hago con ganas, por eso, ahí voy.
Es un día luminoso, fresco, sin ese
calor agobiante del lugar de donde vine hace ya tantos años. Me
siento bien, voy temprano y sola para disfrutar del paseo. El centro
de mantenimiento es una nave contigua a la zona residencial y está
muy bien acondicionada con salas distintas. Hay muchos aparatos raros
que yo no había visto en mi vida. Una música muy movida me llama,
me asomo a una sala en la que las personas bailan subiendo y bajando
a una plataforma, como dando saltitos; hay una mujer que lo hace al
revés del resto, no hay forma de que coja el ritmo, me da un poco de
pena, pero es tarde y busco en un panel mi clase. Todo es nuevo para
mí, pero “donde fueres, haz lo que vieres” que dice mi señora.
Cojo una colchoneta y procuro un sitio donde no me vean mucho.
Mientras pongo una toalla encima, el profesor, un chico joven de
formas suaves como su voz está hablando sin que lo moleste la música
relajante de fondo. Aquí
venimos a saber escuchar qué nos dice nuestro cuerpo. El
mío se refleja demasiado en esos espejos de cuerpo entero que cubre
una de las paredes y busco otro lugar donde tenderme. Cerrar
los ojos y dejad que la energía os invada. La
mía está escapando en forma de sudor. Ahora
tendidas boca arriba atended a vuestra respiración.
Hago caso y cierro los ojos, respiro, pero escucharla me pone
nerviosa. Los abro y veo un ojo negro y grande que me mira, una chica
al lado me dice que es una cámara, y de nuevo arrastro mi colchoneta
a otro sitio, me imagino a alguien riéndose de mis esfuerzos y eso
sí que no. Llevad
ambas rodillas al pecho y luego elevad las piernas hacia lo alto con
la punta de los pies apuntando a... Lo
intento, pero como si mi energía se dirigiera al techo, o mis pies
se hubieran alargado con un micro en la punta, escucho un clic y un
aparato negro y grande que parece un altavoz comienza a desprenderse
justo encima de mí. Cojo mi toalla, mi mochila, intento llevar a su
sitio la colchoneta. Al dejarla caer al suelo choca con las pelotas
de pilates que se precipitan sobre mí, me levanto como puedo, echo a
correr escaleras abajo, mi cuerpo rechoncho es una pelota más.
Decido en este instante que esto no es lo mío, estoy más nerviosa,
más contraída y más cansada que nunca.
17 comentarios:
Ay, pobre Jimena... Nada más empezar y.¡toma!, caída al canto. No me extraña que esté molida y se le hayan quitado las ganas de ponerse en forma.
Isabel, un texto muy vivo, muy visual. Deja hablar al personaje tal cual es, lo que resulta muy bien y da total credibilidad.
Ojalá continúe contándonos sus peripecias esta Jimena simpática.
Un abrazo, querida tocaya.
Lugares para no volver. Respirar el aire de un parque cercano puede ser más relajante y más sano.
Abrazo
Encontrarme a Jimena es un regalo. Se ha convertido en uno de mis puntos de interés, de esos que quiero curiosear sin preguntarme si tengo o no derecho.
Pero tú eres la responsable de habérmela presentado. Sé cómo funciona esto, pero te pido un esfuerzo para hacerla más frecuente.
Tampoco es lo mío, pero sí Pilates que practico desde hace muchos años.
¡Qué angustia la de esta mujer!
Un beso, Isabel que aunque no esté presente en mi blog, siempre recuerdo a los amigos.
¡Qué gusto ver a Jimena de nuevo!
Me encantan sus aventuras.
Mucho caradura tenemos por aquí. En vez de hacer los contratos, prefieren tener esclavos.
Voy a ver si muevo a Emilia que se cambió a la ciudad
Un abrazo
Isabel, que tú, que escribes tan bien, me digas eso es un subidón.
Gracias, tocaya, siempre.
Gran abrazo.
Indigo, lo que dices podía ser un buen final de relato para Jimena. Lo tendré en cuenta. Gracias y besos.
NáN, tienes todo el derecho, de se no ser por tu propuesta Jimena no hubiera existido. Veo a muchas Jimenas cuando salgo por la ciudad, cada vez menos por la política racista que tenemos, cuidan muy bien a personas mayores y les tengo cariño.
He tardado en traerla porque cuando más tiempo crees que tienes, la vida te enreda con más cosas y sin tanta concentración como esperabas. Pero quiero recuperarla, eso quiero. Un abrazo y gracias por seguirla.
Myriam, algo hay que hacer, yo hago estiramiento para no dejar a los músculos tranquilos que con las sentadas por trabajo o escritura se adormecen.
Veo que lo habéis visto como angustia pero seguro que Jimena le dará la vuelta a la tortilla, ya verás.
Sí que me extraña que no postees como antes, pero me alegra mucho me visites. Muchos besos.
Aquí, el gusto es mío por tenerte de nuevo como lectora. Ya sabes que me encantó tu Emilia y siendo mayor que Jimena tiene mucha más vida que contar. Estoy segura de que sabrás traerla con toda la riqueza con que la iniciaste.
Ganas tengo de leerte. Un fuerte abrazo.
Ah qué bueno encontrar a Jimena. Tengo con tu blog tarea atrasada y voy a ponerme al día. Ya ves, antes de un café...una manta por los hombros y...¡¡al artefacto, directa al Costurero¡¡ Es un disfrute, querida amiga. ¡¡Siempre adelante¡¡ Bss de UVA.
Genial tu Jimena. Un abrazo!
Uva, qué bien que disfrute, no sabes lo que me alegra. Más besos, madrugadora.
Gracias, Elvira, otro abrazo bien fuerte.
Es un placer haberme encontrado con tu blog
Disfruto la bella sencillez con la cual escribes
bello!!!!
Gracias por compartir
Recomenzar, gracias a ti por tu visita y por tus palabras.
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