Sí, ya volvió estos días pasados en que una primavera adelantada lo inundaba todo. Solo una golondrina en avanzadilla otea el horizonte. No encuentra su sitio y ahí anda revoloteando. La vieja casa del pueblo ha cambiado y con ella su pared preferida a cubierto de todo.
En su afán arquitectónico revisa las demás paredes una y otra vez, calcula las posibilidades de que la entrada para las parejas y salidas para sus crías no varíe mucho del anterior camino ya aprendido.
Ellas vuelven solo en primavera, pero hay otras que aparecen y, como algunos animales, marcan su sitio para quedarse.
Son las pelusas. Esto de las pelusas da para hacer un tratado y cada cual las cuenta o las barre a su manera, así que no voy a decir nada nuevo, solo contradecir lo que he leído:
“La pelusas se crean, pero no se destruyen, simplemente cambian de lugar”. Menos cuando les gusta el suelo de una casa. Por mucha escoba que barra, ni fregona que limpie, ellas, esas nubes negras, han marcado bien su territorio y se quedan tan agustito.
Y no pongo foto porque seguro que alguna habrán visto ¿o no?
24 comentarios:
¡Y cómo me gustaría ver esa casa con golondrina!
Un besazo enorme.
¡Qué delicia de entrada, Isabel y qué suerte tienes.
En mi casa de las segundas hay todas las que quieras, pero ya me gustaría a mí tener una golondrina...
Un abrazo muy primaveral (a pesar del día)
Malditos arquitectos, que andan por ahí cambiando las paredes y confundiendo a las golondrinas. ¡Pobres golondrinas!
Ningún arquitecto va al cielo, ya lo dice un amigo de profesión:
¡Todos al infierno!
Ahora resulta que quieren beatificar a Gaudí. Je, je, je.
Salud
Francesc Cornadó
Claro que la verás, Lara, ya organizaremos algo.
Un fuerte abrazo.
Freia, ellas son muy libres, pero a la vez fieles porque siempre vuelven, a ver si encuentran su sitio esta vez.
Adivinaste, ha sido por el día que en vez de otra entrada he puesto esta. Más abrazos primaverales que el invierno está siendo muy duro.
Francesc, no te eches tierra encima que algunos arquitectos hacen maravillas y ellas son bastante listas, ya verás como encuentran su sitio.
Salud.
Mejor las golondrinas que las pelusas, querida Isabel.
Las pelusas siempre tuvieron una mala prensa además las pobres...
como aparecieran en una reunión de Stanhome te dejaban fatal ;
es lo que le pasó a una vecina mía que consiguió el carnet de guarra para siempre , ya sabes, esas cosas de los vecindarios antiguos.
A mí no me caen mal ;
hasta les pongo nombres.
Pero sin duda mejor estas fotos que las de pelusas.
Besos.
Un infantil va y ven de golondrinas
me remonta a los años de mi infancia
perdiéndome en el tiempo en el balcón...
Y un beso en aquel tiempo sin el tiempo
son significaticas las imágenes, bien hecho
Jajaja! Yo soy muy de mantas en invierno, y no veas la de pelusas que forman. Hay unas blanquitas que se llaman borregos, ¿no? Y les encanta situarse debajo de las camas y en los rincones donde no corre mucho el aire.
Besos
¿Así que se acerca la primavera? ¡Lindas, muy lindas sus mensajeras!
Besitos
(¡y me salió con rima, je je!)
Cuantas ganas de que llegue la primavera¡!¡
Ah¡ Y respecto a las pelusas, prefiero pensar que son fuente de vida con su polen, sus ácaros y otros bichitos unicelulares que nos recuerdan de dónde venimos.
Un gran beso***
Me gustan las casas con nidos de golondrinas en los aleros... lo de las pelusas, la verdad, es otra cosa, me dan bastante grima
En mi casa, las pelusas que no las golondrinas, recorren pasillos y esquinas como en una escena de "western" donde los matojos levantan apenas el vuelo en una calle polvorienta.
El texto, una delicia de la primavera que ya espero.
Una sonrisa
Jajaja. Las pelusas son fauna de cada hogar, sí sí, y terriblemente combativas y resistentes como bien has dicho, jeje.
Besos
Las pelusas están formadas por partículas minúsculas de nuestro cuerpo y de nuestros objetos que, fatigadas de nosotros y de nuestras cosas han desertado y se reúnen para hablar de nosotros, dando muchas vueltas a esos asuntos (es cuando van de aquí para allá levadas por un aire que no existe).
Si mi enamorada me abandonara a mí y a la casa, pensaría que las pelusas son como pequeños altares de su cuerpo, que no eliminaría nunca.
Dan mucha alegría las golondrinas. Un abrazo.
Reyes, no creas, si has tenido golondrinas alguna vez de huéspedes sabrás que las cagadas son tan fuertes que se agarran como los nidos a la pared, lo llenan todo menos su nido porque el culo lo ponen fuera, lista que son ellas.
Mejor las pelusas que se quitan con facilidad.
¡Aquellas reuniones tan brillantes!
Más besos.
enric, infancia y madurez, son eternas, ¡qué envidia!
Besos.
J.G. se agradece de un fotógrafo como tú.
Sí, Elvira, se posicionan bien, jeje. Besos.
virgi, acostumbrada a que rimes tan bien imágenes con palabras no me extraña nada. Otro beso.
Ofelia, yo más que ganas tengo ansias de aligerar toda la ropa del invierno, aguanto mejor el sol que el frío y eso que por aquí también aprieta. Abrazos.
Sí, Miguel, los aleros llenos de nidos tienen magia.
iliame, me alegro de no ser la única, jaja. Esperando y sonriendo también.
Lucía, cocodrilos las llamo, eso me parecen, será por el color y lo que colean. Besos.
NáN, has escrito el origen de un cuento fantástico con un final encantador.
Isabel, alegría también de participar en tu proyecto.
Besos.
¿Ya hay golondrinas? ¿Dónde está tu casa? ¿Y dentro de casa? ¡Increíble!
Son un espectáculo. En BCN ciudad no se ven muchas pero llamamos golondrinas a otros pájaros. Decimos que han llegado y no son ellas. Son vencejos. Se parecen pero el abdomen es negro. Me encanta su chillido agudo, estrepitante, que me resucita cada año. Me anuncia la llegada de la primavera y me hacen feliz.
Un abrazo
Mar, en un pueblo. Es difícil verlas en las ciudades. Escogen sobre todo los aleros de casas deshabitadas donde construyen sus nidos y así los utilizan la primavera siguente. Puedes ver cómo son capaces de construirlos hasta encima de una bombilla en el post que te señalo:
http://elcosturerodeisabel.blogspot.com/2009/03/67-volveran_19.html
Besos
Aquí lo que tenemos, además de pelusas, son cigüeñas, muchísimas, casi tantas como golondrinas tendrás tú.
Un saludo
José Luis, esos nidos me darían miedo tenerlos en casa, jeje...
Saludos.
Volveré a Campanario en abril y un poquito de miedo sí que me da pensar cómo me encontraré el corral, con sus hierbotas de metro y pico, sus más que pelusas y... con Juan Y Facunda, las dos golondrinas que desde hace ya tres años vienen para anidar debajo de la bóveda de la escalera que sale al corral. Dejo siempre en agosto, el día del regreso al norte, el descansillo bien tapizado de periódicos (para algo tenían que servir, ¿no?) que impiden que el guano fosilice...
Y, la verdad, es una gozada leer en el umbral en semana santa o en verano, viendo cómo van cogiendo confianza o cómo chirrian los polluelos, o cómo Juan mima a Facunda...
Preciosa entrada, Isabel...
Qué gracia, Joseba, le has puesto nombre y todo. Yo tendría que coger el diccionario porque en estos últimos años en que la casa estaba más abandonada han anidado varias familias, vamos que se alquilaban los nidos unas a otras.
Por aquí andan enfadadas porque en el lugar de sus nidos antiguos ahora hay un cuarto de baño; se han mudado al hueco de la escalera y empezado a hacer el nido encima del calentador de gas nuevecito y como no las dejamos me acaban de entrar al salón y hacer de las suyas en una pared recien pintada.
Rebeldes que son, y lo dejo porque esto parece el cuento de las golondrinas de nunca acabar.
En mi contestación a Mar pongo la página donde se pueden apreciar también esos momentos tiernos a los que aludes.
Un abrazo.
Algo tarde pero... es que he encontrado la foto por azar... éstas son Juan y Facunda...
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=122169137945&set=a.120577267945.103557.633157945
Abrazos...
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