Al leer en el blog de Freia la palabra: “empedrado” me acordé de esta foto de un viaje.
Cuando contemplas los vestigios de la ciudad, inevitablemente comparas lo que sería en su esplendor esta civilización como tantas otras. Lo que queda estremece y me pregunto: qué quedará de la nuestra. Quizás unos cuantos hierros reciclados además de las piedras de catedrales y castillos, que apenas me dicen nada.
Me gusta asomarme a estos rincones; sentarme en sus plazas y escuchar a la gente hablar en su idioma, saborear sus comidas; posar mis pies sobre tantas y tantas pisadas de este empedrao que absorve la lluvia. Todo eso me devuelve al presente, a este presente incierto y efímero.
La segunda foto es de Robert Rauschenberg
Museo Guggenheim Bilbao
La segunda foto es de Robert Rauschenberg
Museo Guggenheim Bilbao
17 comentarios:
Maravilloso empedrao para hacer que nuestros pasos se pierdan como en efecto es el destino inevitable de todos .
Besos, Isabel.
...adivinar en cada paso una vieja historia...
un beso
Yo creo que de nuestra civilización quedarán probablemente (y hablo en serio) las ruinas de los estadios de fútbol y de los centros comerciales. Algo así como un Coliseo en medio de la ciudad en cuya parte de arriba aún pueda leerse: "Carrefour"
No sé por qué cuando se viaja se suele mirar más hacia arriba: las alturas de los edificios, monumentos, torres, las cumbres de las montañas, los árboles, los anuncios luminosos... y apenas miramos el empedrao que pisamos que también arrastra su historia y en el que nosotros también dejamos nuestra huella al pasar.
Creo que, son muchas, las civilizaciones que han existido a lo largo de los tiempos y han dejado un legado de su historia para los que les precederían, en el caso de la nuestra dependerá de todos aquellos que la compartimos y respetamos con responsabilidad. El ave peregrina ha vuelto. Besitos.
Me alegro que te guste, Reyes.
Las pisadas no se ven , pero sí las palabras escritas, esas quedan.
Un abrazo.
Mery Larrinua, la de historias que habrán recibido esas piedras.
Bienvenida y otro beso para ti.
Miguel, qué razón tienes, jajaja...
Amiga, de pisadas sabes tú más que nadie, ya te quedarán pocas, si es que no encaminas tus pasos hacias los mismos sitios recorridos.
Un abrazo, emege-e.
Qué escrito tan personal, tan sencillo y tan emocionante, me siento muy identificada contigo "tocaya" en esa manera de sentir y captar en los viajes. No he estado en Roma. Un beso. Qué rincón tan bonito.
Qué bonito es Roma, por dios.
No soy tan optimista como Miguel. He visto deshacerse puentes cuando el romano, 50 metros abajo, permanecía.
Dejaremos cassettes, discos, cables... chucherías para las cabras.
No quedará nada, sólo las imágenes.
Sentarse en plazas, escuchar otro idioma, pisar pedraos... estoy de acuerdo.
Un abrazo
"y déjame que te diga,
que tus pasos y los míos
dejan las mismas pisadas..."
A mí me emociona también contemplar sentada las vidas de tantas gentes que caminan, hablan en su idioma , y son las protagonistas de una historia única e individual...
Un abrazo, Isabel
Hola Isabel, nunca había pasado por aquí. Gracias por dejar esa miguita de pan para que sepa venir. Lo haré a menudo.
Un abrazo.
Hay ciudades en las que no quedan ni estos vestigios. No guardan nada más que fotos de lo que fue un día. Pero nada que puedas ver y tocar directamente. Yo misma nací en una de esas ciudades. Solo tiene unos pocos metros de empedrao en una de las calles del centro. Y puede que, por razones políticas, ya no exista.
Isabel, gracias por tus palabras y besos.
Manuespada, ¿qué ciudad no tiene su encanto?
NáN, es que las piedras aquellas...
José Luis, tú ya nos las muestras, muy acertadas, por cierto.
giovanni, me alegro de esta coincidencia. Otro abrazo.
Y qué historias, algunas, Carmen.
Otro abrazo para ti.
Aroa, me alegra mucho tu visita, siempre serás bien recibida.
Besos.
Vero, tus palabras impresionan por la veracidad que encierran. Tanta historia debe influir seguro en tu mano al dibujar como lo haces.
Gracias por traerlas aquí.
Abrazos.
Querida, tanto me gusta la foto, como lo que cuentas, y tanto, tanto, leer los comentarios. Lo he dicho más de una vez: me siento como en una mesa de camilla, sonrío ante lo que escriben los comentaristas, les pongo caras imaginarias, claro. Y le doy un sorbito al café con pastas que, contigo en esa mesa, compartimos.Gracias por invitarme a tu costurero. Beso de Uva.
Uva, gracias a ti por seguir pasando por aquí, sabes que puedes participar con lo que quieras.
Un abrazo
A mí, en ocasiones, el empedrado me asusta (quizá por eso tiendo a echarle la culpa a menudo). Me asusta en esa firmeza lisa que no permite dejar huella, que todo lo resiste, que nos sobrevivirá siempre.
Es todo lo contrario de la arena.
Es tan duro que a veces da miedo.
Quizá de nosotros solo quede después de todo la Estatua de la Libertad enterrada en la playa.
Un beso muy fuerte
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