lunes, 4 de enero de 2010

115. Mariposas de aceite

A veces sucede, vas a coger algo en una repisa y una foto cae, un libro se abre, una voz escrita te habla de las mariposas, no de las voladoras, sino de las que alumbran. Esas, las del aceite, aquellas que me hacían levantar la vista del libro en mi niñez para ver como flotaban y chocaban unas con otras. Igual que pequeños barquitos a la deriva.


En mi pueblo siguen fallando cosas y la luz se va todavía cuando menos te lo esperas. He buscado de nuevo en estos días esa vieja cajita que contenía las mariposas y recordado toda esa ceremonia lenta que era: echar en una taza vieja y desconchada agua y aceite, luego posar las mariposas con cuidado para que no se vuelquen y encenderlas.

He visto esa luz temblorosa y firme que nunca se apagaba, esa que acompañada por el rumor de la lluvia y el crepitar del cisco en el brasero, hacía volar mi imaginación, siempre atenta, cómo no, a las conversaciones de los adultos sentados alrededor de la vieja camilla, porque de ellos aprendía la vida.

Esa voz que hablaba de las mariposas de aceite para compararla con la luz que emitía María Zambrano, es la que me ha hecho abandonar el presente de la lectura en una tarde también lluviosa, y con la perspectiva que da la memoria recordar con placer las de mi niñez.

18 comentarios:

Elena Casero dijo...

¡qué recuerdos! creo que son tan nítidos que parecen ser de ahora mismo.

Feliz año, Isabel.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Es un relajo -y un regalo- sentarse a leer, saboreando, lo que escribes. Picas allá, picas acá. Con todo disfruto.
Con tus mariposas y la descripción del entorno, me he visto a mí misma.En muchos momentos me rodeo también de luminarias que me hacen sentir ¿acompañada, enalteciendo el momento? No lo sé.Quizá como una comunión con otros. Me sienta bién.
Por quienes te leemos -por lo menos- estás obligada a seguir escribiendo, amiga literata.Besitos de Uva.

emege-e dijo...

Creo que en estos primeros dias del comienzo de un año nuevo siempre echamos una mirada atrás de todo cuanto nos ha sucedido, a pesar del tiempo transcurrido existen algunos recuerdos que son imposibles de olvidar. La postura que nos ayuda a afrontar el futuro que nos aguarda son seguir unas reglas muy fáciles: ANTE TODO QUE LA SALUD SEA NUESTRA FIEL COMPAÑERA, QUE LA ILUSION SEA NUESTRA ALIADA Y EL ANIMO SIEMPRE ESTE MARCADO POR EL OPTIMISMO. Supongo que esta fórmula puede ser útil para mantener encendidas esas mariposas de aceite. Besitos.

VERONICA LEONETTI dijo...

"Una noche se juntaron las mariposas atormentadas por el deseo de unirse a la vela.
'Debemos enviar a alguien que nos traiga información acerca del objeto de nuestra búsqueda amorosa'.
Una mariposa fue, regresó e informó de lo que había visto...
entonces fue otra mariposa. Tocó la llama con el extremo de sus alas, pero el calor la auyentó...
partió una tercera. Esta embriagada por el amor, se lanzó sobre la llama; con sus patas delanteras abrazó la llama y llena de júbilo se unió a ella...
La mariposa sabia, que observaba desde lejos, vió que la mariposa y la llama parecían una sola y dijo-'Ha logrado saber lo que anhelaba, pero solamente ella lo comprende, uno no puede decir nada más'.

El cuento de las mariposas. Farid Ud-din Attar

(A lo mejor lo pongo un día en mi blog ;))

Isabel dijo...

Me alegro de haber unido nuestros recuerdos.
Gracias, Elena y abrazos también para ti.

Uva, sabía que te identificarías en ese entorno familiar.
Y más contenta aún si te hace sentir bien.
Gracias siempre por animarme a escribir.
Besos cercanos.

Emege-e, lo sabes, en estas fiestas es difícil no echar de menos a alguien, pero con alegría.
Gracias por tus reglas y gracias por ese ánimo que nos transmites.
Besos siempre.

Verónica,¡qué hermoso cuento me regalas!
Mil gracias por traerlo. Espero con ilusión ese magnífico dibujo que lo acompañará en tu blog.
Muchos besos.

VERONICA LEONETTI dijo...

Lo menos que se merecía esta preciosa publicación, Isabel!
La verdad es que está bastante resumido. Puse lo más importante.
Si lo pongo un día en mi blog lo pondré completo. A ver que dibujo se me ocurre para esto! a ver a ver...

Lola dijo...

Rememoro esos tiempos en mi mesa camilla, con la diferencia de que el brasero es eléctrico y las velas son cualquiera de la gran variedad que hay hoy dia en el mercado.
(Aunque mi Tata, que tiene un pequeño santuario en la encimera de la cocina, sigue con las lamparillas de mariposas).
A veces el tiempo no pasa para todos igual...
Chic@s, pero ¡qué bien escribís!.
Un super beso.

Dol dijo...

Precioso texto , yo las descubrí ( a estas mariposas) de niña , y me hubiera gustado que me dejaran jugar con ellas, aunque casi nunca hacían falta en el piso de mi abuela.
Pero nunca me dejaron .
Besito.

NáN dijo...

Estupendo texto, Isabel. La unión de las mariposas de aceite con María Zambrano.


También me gusta mucho que en tu pueblo sigan fallando cosas.

Isabel dijo...

De nuevo gracias, Verónica.

Lola, ese pequeño santuario siempre me ha dado un yuyu muy raro. Pero llevas razón en que el tiempo no pasa para todas las personas igual.
Otro super beso.

Reyes tú debías ser bien chiquita y traviesa porque quemaban.
Besos.

Gracias, NáN, pero irse siete veces la luz en una noche son fallos que cantan, no creo que de vivirlos te gustaran tanto.

NáN dijo...

No creas. De niño lo viví y me encantaba, daba una sensación de magia (y de miedo) a la vida.

Pero sobre todo, evita esa sensación estúpida de darlo todo por supuesto. Una frase que digo es bastante es "Es tan tonto que cree que la luz se enciende por dar a un interruptor".

Isabel dijo...

Me gusta la frase, NáN, y es verdad, siempre es mejor no darlo todo por supuesto para así dar paso a la sorpresa.

Miguel Baquero dijo...

¡Qué precioso texto! Qué bonitos recuerdos de esas mariposas de luz que se bamboleaban.

Me alegro de que en tu pueblo se haya ido la luz y haberme encontrado con estas viejas mariposas

marcamar dijo...

Gracias, Isabel, mira por donde que tu texto de las mariposas también a mi me ha tocado, así sin esperarlo y me ha llevado a mi pequeña islita donde nací, a La Gomera, y allí me veo yo en los 5 ó 6 primeros años de vida, sacando con mis torpes y pequeñas manos las mariposas de esa cajita que tú recuerdas, mientras mi abuela las colocaba dentro de un platito con aceite, las encendía y me decía: ¡Para las Ánimas Benditas, mi niña!

marcamar dijo...

Perdona, Isabel, pero no puedo resistir la tentación de dejarte aquí el testimonio en forma de poema, de un hecho simpático del que fui testigo en el camino de Santiago, protagonizado por una mariposa, pero de las otras...de las que vuelan:MARIPOSA DEL CAMINO

La niña iba soñando
sueños de peregrina,
la mariposa volando
quiso acariciar la niña.

En un momento de magia
el tiempo allí se paró,
la mariposa del aire
en su mano se posó.

Con el roce de sus alas
besos de seda le dio
y la niña emocionada
escuchó a su corazón.

Su mirada quedó fija,
su aliento se entrecortó,
y aquel instante del día
en Eternidad se convirtió

La mariposa del Camino
igual que allí se posó,
lentamente y como vino
su vuelo al fin reanudó

Y allí se quedó la niña
siguiendo con la mirada
a su bella mariposa
que en el aire se alejaba.
julio 2005-Camino de Santiago

Isabel dijo...

Gracias, Miguel, me alegro de que te guste.

Marcamar, ¡qué sorpresa!
Bienvenida. Qué bien haberte recordado tu infancia. Tú también me traes recuerdos de esas maravillosas islas.
Gracias a ti por participar con tu opinión y tu poesía en mi blog.

Alfredo J Ramos dijo...

Como menciona Marcamar, estas mariposas de aceite están asociadas en mi memoria infantil al culto a los difuntos, tan extendido en la Galicia rural de la que proviene mi familia. Era, me parece, un ritual de pura magia simpática: se suponía que la propia luz de las candelitas guiaría a los difuntos en su camino por el lado oscuro, o les serviría, a las «benditas ánimas» (tan presentes en la imaginería gallega) para abreviar sus padecimientos en el purgatorio. Yo realmente creía que esas llamas eran las propias almas. Y las miraba, claro, fascinado y con mucho respeto. Ahora, gracias a tu texto, esos recuerdos se transfiguran y, sin dejar de tener un carácter sagrado, son capaces de convocar a su alrededor la magia verbal que se enciende al pensar, por ejemplo, en un claro del bosque. O sea que, aunque pegadas al aceite que las alimenta, también estas mariposas vuelan.

Isabel dijo...

Alfredo, has visto bien la relación con el claro del bosque, aunque es también inevitable mencionar ese otro uso que, como le dije a LOLA, a mí de pequeña me asustaba.

Gracias por participar.