martes, 15 de diciembre de 2009

110. Como en un cuento

Dicen que la montaña es como un libro abierto que hay que saber leer. Yo me negaba como ignorante que se encuentra cómoda en su ignorancia.

Y, curiosamente, gracias creo a mi amor por los libros, he entreabierto sus maravillosas páginas en mi último viaje. Uno buscado, no para mí, pero quizás por eso ella, la montaña, me ha contado cosas.

Tiene múltiples caras, por eso es difícil conocerla; a mí me da miedo, mucho miedo. Prefiero la suavidad de las playas, la caricia de las olas y los cuarenta grados de mi sur. Sin embargo, la vieja sabihonda, ha sabido atraerme.

Primero me ha recibido con la calidez de sus pueblecitos de piedra y pizarra, con ventanas coloridas de geranios. Sus laderas engalanadas de verdes y ocres del otoño terminaban en un blanco entreverado en su cumbres.



Me ha mostrado los pliegues de su origen, a veces, cubiertos de agua en sus cascadas. Ríos que la atraviesan en gargantas y arrastran enormes piedras de cantos bien rodados.

Y cuando me ha notado pisando sus veredas y hundiendo mis pies en ellas para escuchar el crujir de la nieve. Cuando ha observado las sensaciones que mi cara reflejaba, entonces ha dicho: ven.


Y yo, confiada, como la niña que va buscando el misterioso castillo de las hadas, he seguido el caminito por las miguitas que otros van dejando. Casi sin creérmelo, hasta llegar a su mismo pie.

La imagen que vi me cortó la respiración: allí el valle en forma de U terminaba en una mole enorme y en su cúspide tenía una boca grande y abierta.




Aquí, justo en este Monte Perdido debe habitar el monstruo de las nieves, pensé. Lo imaginé en la negra noche, saliendo de su agujero, avanzando y helando con su bufido todo ser viviente.

Menos mal que las hadas tenían un fuego en el castillo y me dieron calor, para más tarde al lado de la lumbre contarme leyendas, enseñarme juegos de azar, mostrarme las estrellas y estar tan cerca de ellas que imaginé poder tocarlas.

13 comentarios:

Dol dijo...

Preciosa entrada, preciosa.
Sabes que a mí también me da miedo el monte ??
Curioso .
Mil besos.

Unknown dijo...

No puedo hacer ningun comentario al respecto porque su titulo lo indica perfectamente "como un cuento".

Me alegro que hayas disfrutado estas tan merecidas vacaciones con los tuyos.

Isabel dijo...

Reyes, te aseguro que estos daban miedo; aquí no había pistas de esquí, ni turismo. Una gozada impresionante.
Abrazos

Gracias, Enrique, sé que te alegras, ya te enviaré más fotos.

Miguel Baquero dijo...

Me has recordado que hace mucho tiempo que no paseo por el monte, y cada vez lo echo más de menos

Alfredo J Ramos dijo...

Desde los tiempos del penúltimo bucardo, Monte Perdido es una cita varias veces aplazada, siempre por azares de última hora. Será que, al menos para mí, quiere seguir conservando intacto el nombre. Delicado blog, da gusto perderse por él.

Isabel dijo...

Escápate, Miguel, que ahora con la última nevada estará precioso.

Lo mismo te digo, Alfredo. Gracias por tus palabras y bienvenido.

NáN dijo...

Es la belleza de lo que nos aplasta. Voy mucho a un pueblo de montaña (cota baja), pero suelo quedarme en él y mirarlas. El miedo al bosque.

manolotel dijo...

Son paisajes que a la gente del Sur nos impacta de una manera especial. Yo también estuve por ahí y desde luego es una experiencia que no se olvida. No tiene nada que ver con las nieves domesticadas por el turismo. Como tan bellamente cuentas, éstas montañas salvajes te hablan con la ronca pero sincera voz de la Naturaleza (casi) virgen.

Gracias por traernos aquellos aromas hasta las mismas orillas de la playa.

Un besote.

Isabel dijo...

Es una belleza, NáN, que incluso duele.

Es verdad, Manolotel, casi te hablan.

Gracias por vuestro punto de vista.

emege-e dijo...

Me alegro de que hayas experimentado esas sensaciones y disfrutado con los cinco sentidos ante la majestuosidad de la montaña, la Madre Naturaleza es así de generosa. Imagino que ahora comprenderás un poco más mis asiduos encuentros con ella. Las fotos son preciosas, besitos "ar Manué".

Isabel dijo...

Sí, Eli, te hice caso porque la experiencia...

Besos

Anónimo dijo...

aFue maravillosa la sorpresa y el mejor de los regalos.La montaña es maravillosa, pero requiere esfuerzo conocerla, ha de conquistarte, ha de atraparte poco a poco ha de llamarte, atraer tu curiosidad, retarte a que subas un poco más, a que intentes, ver desde lo más alto todo el dominio de su cumbre.Hubo nieve, pero no vimos nevar.Quién nos lo hubiera dicho que lo veríais en tierras cálidas. Un beso

Esther y Beli

Isabel dijo...

Bueno, bueno, esto hay que celebrarlo que hayáis entrado por fin, queridos amigos.
Ahora nos alegramos de haber ido en esa fecha, un poco más adelante y nos quedamos enterraditos por allí con la nieve que cayó después.

Muchos besos y siempre bienvenidos.