El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo se les vean los huesos, la sangre [...]
Federico García Lorca
Acercarnos al trabajo de otro, comprender su proceso y admirar el resultado es algo que se produce, a veces, al leer un libro, mirar un cuadro, escuchar una música o contemplar una buena actuación en un escenario etc...
Pero si este trabajo tiene alguna dificultad añadida a su realización, hay que cuestionarse que no hay nada imposible si nos lo proponemos. Eso, supongo, sentiría no hace mucho, la mujer que interpretó un papel del teatro de Lorca sin saber leer ni escribir y, me pregunto qué pensaría Lorca. Puede que lamentara que aún quedarán restos de analfabetismo a estas alturas, pero también se sentiría orgulloso al contemplar a otra de sus bravas mujeres que, sólo de oídas, se aprende uno de los personajes de “La casa de Bernarda Alba”.
Lorca supo reflejar, yo diría con exactitud, las distintas personalidades de las mujeres de sus obras. Están tan bien escritos estos caracteres, que entran unas ganas locas de poder meterse en la piel de cada uno. No dejo de asombrarme del buen hacer de muchas mujeres que, sin apenas preparación escénica, pero sí con la ilusión de interpretar, son capaces de llevar a cabo algo tan difícil como una buena actuación. Pero son excepciones, lo normal es que, como todo arte, incluso teniendo aptitudes para ello, se necesite algún aprendizaje.
Jorge Eines, en la entrevista del final del libro "Hacer actuar" responde a la pregunta de Santiago Trancón sobre el vacío de reflexión teórica en torno al teatro: “el problema tiene una larga historia relacionada con la forma de vida del actor y la concepción que se tiene de su arte como algo que no necesita del trabajo reflexivo y ordenado; con cierta idea de que el actor nace, se hace en el escenario y no tiene que aprender nada porque todo le viene de su cualidades innatas y de su inspiración.
Por otra parte, el teatro español tiene una larga tradición en que la palabra se ha entendido muchas veces como palabra-ley o palabra-biblia, ocupando un lugar de cierre más que de apertura.
El trabajo del actor estaba muy limitado por esa concepción del teatro. Yo creo que la palabra hay que movilizarla, no sólo enunciarla y que se entienda. Hay ciertas ataduras que sólo el actor, en la medida en que trabaja con recursos técnicos, es capaz de liberar”
Y en palabras de Federico Luppi -con las que coincido-, “la lectura de este libro entusiasma a todo aquel que tenga apetencia por acercarse a los laberintos de la creación artística. Eines nos salva de toda impostura porque nos coloca frente al proceso y no frente al resultado, frente a las preguntas que nos hacen interrogarnos sobre el fenómeno del teatro y la actuación”.
Su lectura, además de acercarnos al teatro, nos prepara para comunicarnos en el diálogo permanente que es la vida y la vida con los otros.
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1 comentario:
Amiga Isabel, me ha encantado este post, reflejas con las citas que haces las experiencias que en estos momentos estamos viviendo en el Taller de Teatro; en cierto modo, el grupo de mujeres que asistimos intentamos llevar a cabo la puesta en escena de la obra lorquiana, es un ejemplo, toda una muestra de que "no hay nada imposible si nos lo proponemos". Un abrazo y felices vacaciones.
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