Hace unos días fui a la peluquería a “sanearme las puntas” quemadas por el sol del verano de ciudad.
Esta expresión: “sanear las puntar o sanearme las puntas” es una respuesta muy común a la pregunta de la chica que está en la caja recibiendo a las clientas, siempre preguntando:
-¿Qué se va a hacer?
Algo que no se corresponde a la realidad porque quien coge la tijera es la peluquera. Nosotras nos limitamos a sentarnos y ponernos en sus manos.
Las peluquerías son un espacio muy curioso por las conversaciones y las opiniones que se lanzan libremente, pero que raras veces se contrastan sobre todo si intervienen la peluquera o peluquero, no sea que nos dejen mocha.
La mía estuvo a punto de llegar saneando hasta el mismo cráneo cuando me revolví en mi asiento al escuchar la opinión:
-¿Y lo que quiere hacer el juez ese?, va a tirar hasta el Valle de los Caídos.
Opinar a la ligera es algo tan común que, si estamos atentos, se puede comprobar como la información, en un principio veraz, va modificándose y ampliándose desde la cúspide de una gran pirámide hasta la base de la misma convertida, no ya en la variante de lo que era, sino en algo que no se parece en absoluto.
Por eso, cuando escucho que hay que pulsar la opinión sobre algo, siento miedo y procuro abrir el paraguas, algo que, como se imaginan, no pude hacer en la peluquería.
Este “abrir el paraguas” significa para mí, como dice el sociólogo Manuel Castells, hacer “una asimilación reflexiva de la información”, para tratar de comprender esa opinión expresada poniéndome en el lugar del que la expresa.
No siempre lo hacemos, a veces como me sucedió a mí, por la inmediatez de parar lo que se iba convirtiendo en un guirigay.
Como pueden suponer mi corte de pelo no fue de los mejores.
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1 comentario:
Imagino la crispación que viviste. Sin desvirtuar clases sociales y generalizando, creo que hay lugares públicos, concretos, a la vez que curiosos, que podrían ser el idóneo laboratorio para analizar el estado en que se encuentra actualmente la cultura de un pueblo.Llegado a este punto, la información veraz y contrastada siempre será un juguete roto; además existen medios de comunicación que incluso la fomenta. Sobre los llamados "sondeos a la opinión pública callejera" en TV me da pena verlos y escucharlos,aún poniéndome en el lugar de quien la expresa. Los otros, los que debieran ser, rehuyen cuando ven el "micro".
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