A Sara siempre le preocupaba más el cuándo que el porqué.
Se había quedado encerrada en el ascensor. Miró, de nuevo, en su móvil su llamada de socorro a su pareja.
-Ven, por favor, se ha ido la luz y me he quedado atrapada entre planta y planta.
Su salvador tardó en contestar y cuando lo hizo "no" dijo.
-Voy.
Tampoco.
-Vendré.
Dijo que -vendría en cuanto pudiera- y entonces Sara dejó caer la compra y se sentó en el suelo.
El problema era ese Condicional simple que siempre usaba. Vendría, podría, haría...
Por tanto, Sara “tendría”, de una vez por todas, que afrontar esa diferencia de ritmos con su pareja.
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