Una mano y en ella tu anillo.
Manos pequeñas…, y recuerdas.
“Ven, súbete a la silla”, te pedía siempre que volvías de la
calle sudando y sofocada de jugar.
“Primero el jabón” (el verde que aún se encuentra en
alguna que otra tienda de pueblo), y tú lava que te lavas esas
pequeñas manos debajo del chorro de agua del fregadero.
“Ahora los pulsos” y te cruzaba los puños para que el agua
los cubriera y refrescara.
Aún lo haces, pero ahora cuidas ese oro líquido que es el agua.
5 comentarios:
Reencuentro con un viejo anillo que, al calzarlo apertura el baúl de los recuerdos. Tiempos viejos que mágicamente vuelven a la memoria y nos visitan en nuestro “hoy” en nuestro “ahora” … La silla ya no es necesaria, ese jabón se volvió escaso y el agua va camino a serlo aún más.
Como lector te imagino con una sonrisa de satisfacción por lo vivido o quizás con un suspiro de nostalgia de saber que aquella simple acción (lavarse las manos) la podrás repetir miles de veces, pero ya nunca será igual, porque físicamente ya no te acompaña la presencia de aquel ser que el tiempo se llevó … (pero que tu amor lo hace eterno)
Te felicito autora. Tu trabajo es delicioso.
Mil gracias por tan hermosa lectura.
Muy bonito, me ha encantado leerlo. Besos.
La Niña ya ha crecido y sabe la importancia cuidar el agua.
Lindos y tiernos recuerdos.
Besos, Isabel.
Muchas gracias por vuestras opiniones y a disfrutar si se puede lo que queda de verano.
El agua de la vida... esa que todos llevamos dentro pero que algunas además saben valorar en su justa medida. Abrazo grande, Isabel.
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