sábado, 31 de enero de 2009

62. Viajes

En este intenso invierno de nieve, frío y lluvia pensar en las islas Canarias es imaginar un oasis de buen tiempo en el que me gustaría encontrarme de nuevo y, destacar paisajes de Tenerife no demasiados frecuentado por el turismo de masas me apetece.

Al noreste de la isla se puede distinguir el macizo de Anaga que, por la biodiversidad que alberga y su especial configuración geológica, cabe considerarlo “otra isla” dentro de Tenerife.
En él pervive uno de los tesoros ecológicos más valiosos de Europa: la laurisilva. Se trata de un ecosistema que data del Terciario, de tipo subtropical y que aprovecha la lluvia horizontal causada por los vientos alisios para sustentarse.

Forma un bosque húmedo y denso, existente también en La Palma y La Gomera. Penetrar en él tiene algo de iniciático; está sumido en la niebla y tapizado de hongos, helechos y líquenes como en los cuentos. Imaginar ser Alicia e internarnos en él bosque y, al salir, enfrentarnos a dos paisajes reales con vistas inolvidables; por un lado Taganana, por el otro la plata de las Teresitas poblada de palmeras tropicales.

Y de un macizo a otro en el extremo opuesto de la isla pasamos por Garachico, la que fue capital comercial de Tenerife y nos encontramos de nuevo con la actividad volcánica.
La erupción del volcán Trevejo en 1706 prácticamente sepultó su transitado puerto. Los brazos de lava que alcanzaron anteriormente el mar forman hoy el Caletón, una zona de piscinas naturales en la costa.
Desde Garachico al macizo de Teno hay una carretera que, en un punto cercano a este extremo de la isla, advierte sobre posibles desprendimientos rocosos, pero que los conductores más arriesgados ignoran para contemplar espectaculares acantilados, como Los Gigantes, también visibles por el lado opuesto desde el puerto de Santiago del Teide.

Punta Teno el nombre por el que también se conoce este macizo, el menos urbanizado de la isla, ofrece al que llega hasta su faro un paisaje abrupto y agreste lleno de contrastes en el que la lava negra y las olas de un azul-turquesa transparente se funden en un abrazo espumoso.

El negro intenso de la lava y la espuma blanca del mar alzándose orgullosa para acariciarla, es la imagen más potente que me queda después de visitar esta hermosa isla.

4 comentarios:

emege-e dijo...

Querida Isabel, que palabras más hermosas le dedicas a los rincones de esta hermosa isla, lugares que aún permanecen desconocidos para el turismo,afortunadamente excluidos de las excursiones programadas. Yo por eso, cada vez que voy para allá,saco el tikect de la guagua y voy descubriendo estos parajes, sin prisas y gozando de mi tiempo. ¡Ya pronto estaré por allí!
Estoy segura de que volverás, ya te contaré.

Isabel dijo...

Acordarse del clima de allí con la que ha caído este finde es una gozada. Seguro que tú volverás antes que yo, je,je.

NáN dijo...

Nunca he ido a Canarias (la verdad es que nunca he ido a muchos sitios, porque no me gusta viajar), pero sí he soñado con las nubes húmedad sobre al Atlántico que llegan allí y cubren esa selva, sin llover.

Tendré que replantearme, posiblemente, ir, porque todo lo que dices, y las fotos que pones, hace que me apetezca.

Isabel dijo...

Intentar hacer realidad los sueños aqui y ahora, de eso se trata.
Y de conocer otro entorno porque eso amplía la forma de ver el nuestro.
NáN has imaginado muy bien las nubes que puedes comtemplar a tus pies con sólo subir un poquito.
Gracias y te animo a ese o cualquier otro viaje, siempre nos renueva.