viernes, 3 de febrero de 2023

600. Mesa de camilla

Tres mujeres estaban sentadas alrededor de una mesa de camilla. Dos hablaban hasta por los codos y no me dejaban estudiar. 

La que escuchaba era mi madre que, de vez en cuando, les  decía: chittt, la niña está haciendo los deberes, pero ellas ni caso. Seguían hablando de sus hijos con el tono cada vez más alto.


La mayor comentaba que no ayudaban en casa, ni con las tareas, ni económicamente.

La más joven le decía, entre otras cosas, que los hijos no son un negocio. Al escuchar esto último la cara le cambió a la mayor. Contestó enfadada y atacando. 

¡Pero están viviendo gracias a ti: los paristes, los educastes, le das lo que necesitan! Y, cómo te responden; con el olvido, ni te llaman.

Pero no se los reprocho como tú; yo nos lo quiero hipotecar, que parece que con lo que haces por ellos les pidas intereses.


Como el tono iba subiendo mi madre zanjó la cuestión con unas preguntas:

A ver, ¿los hijos piden nacer? No, ¿verdad? Están aquí porque lo elegimos como padres y los queremos y cuidamos porque ha sido nuestra elección. Es nuestra responsabilidad. Y la mía ahora es cuidar de mi hija, que haga los deberes 

y ayudarle si lo necesita.

Se levanta para invitarles a irse, pero la mayor no conforme, me mira y le pregunta a mi madre algo indignada. 

Y, ¿crees que ella te va a ayudar cuando lo necesites?

Ese será su problema, no el mío, contesta sonriendo. 


Cuando se fueron, comenté que había cosas que no entendía.

No te preocupes, dijo mi madre poniéndose el delantal, cuando seas mayor lo comprenderás, y más aún si tienes hijos. Y ahora que se han ido a lo tuyo.


Hacer los deberes en la mesa de camilla mientras mi madre trasteaba en la cocina era mi música preferida.

15 comentarios:

ÍndigoHorizonte dijo...

Una de esas conversaciones que hemos oído tantas veces y que, tantas otras, hemos sentido, sin oírlas. Sentido, en el buen y mal sentido, pues sentir las exigencias no dichas -o dichas con las palabras que el chantaje emocional hila- puede dejar heridas. Todo un recorrido vital el de esas exigencias de las madres que todo lo dan sin exigir nada, dicen y creen cuando lo dicen. Como en todo, una cosa es lo dicho, otra lo asumido, otra lo sentido, y eso vale tanto para ellas, las madres "abnegadas", como para las hijas y los hijos tenidos. Aunque, en mi experiencia, se exige siempre más a las hijas, cosa que parece no fue tu caso, pero sí fue el mío. Affaire à suivre.

Besos, Isabel. Cuídate mucho.

Tracy dijo...

Me ha encantado leerte, parecía que yo también estaba en la mesa camilla.
Un placer.

Maite dijo...

Cuántos deberes en la mesa camilla he hecho mientras escuchaba a mi abuela y a mi madre... ¡Uff!
Precioso y emotivo relato. Besos

Teresa dijo...

Me encanta sentarme alrededor de la mesa camilla, pero la tengo un poco olvidada. Besos.

Anónimo dijo...

Me ha encantado.
Una mesa camilla, unas amigas, puntos de vista de cada una, una sujeto-paciente que no la dejan trabajar (¡¡un buen puñetazo en la mesa de la chiquilla ¿te imaginas? "se callen, coñ...)jaja.
Y un precioso y redondo final con sublime música interpretada por la madre. ¡¡Guayyy!!
Besos de UVA

Myriam dijo...

Me gustó mucho ese final con la música de la madre arrullando a la hija.

Muy buen relato que pone los puntos sobre la íes.

Nuestros hijos no pidieron venir al mundo y son, en efecto, nuestra responsabilidad.
Y si los hemos criado con amor, amor darán a sus propios hijos.
Y llegado el momento sabrán que hacer con nosotros -o no- pero ese es su problema.

Besos, Isabel

ethan dijo...

Escena cotidiana, profunda discusión y mesa camilla igual a hogar entrañable.
Abrazos.

Isabel dijo...

Índigo, gracias por tu síntesis que muestra todo ese abanico de contrastes. Pienso igual, que según edades se les sigue exigiendo más a las hijas. Y si no hay son, a veces, los propios hijos los que se despegan de esos cuidados, conozco varios casos.
Gran abrazo.

Isabel dijo...

Tracy, pues yo encantada de compartirla contigo. Abrazos

Isabel dijo...

Maite, me alegra haber originado ese recuerdo entrañable. Más besos de vuelta.

Isabel dijo...

Teresa, eso es porque no debes ser muy friolera. Besos.

Isabel dijo...

Uva, la has interpretado cómo solo tú, con tu fino humor, sabes hacer.
Una buena escena de teatro.
Gracias, amiga y un montón de besos.

Isabel dijo...

Myriam, muchas gracias, me alegra haber compartido apreciaciones contigo.
Abrazos.

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Isabel dijo...

ethan, cierto, aunque en la actualidad las mesas de camilla ya no proliferan tanto, a la juventud le cargan incluso, lo prefieren todo más despejado.
Abrazos.