viernes, 18 de marzo de 2016

402. Árbol


No es sensato
dejar que un árbol
crezca cerca de una casa.

Incluso en el tiempo

de una sola vida
tendrás que escoger.

Ese grandioso ser tranquilo.

Este revoltijo de platos y libros.

Ya las puntas de las primeras ramas rozan el cristal.

Suavemente, calmadamente, la inmensidad llama a tu vida.

http://emmagunst.blogspot.com.es/2010/08/jane-hirshfield.html

martes, 8 de marzo de 2016

401. Armonía en el vecindario

Toda una persona quejica, así era mi vecino. Pero no de lamentarse, más bien su queja iba destinada a cualquier cosa que le impedía hacer lo cotidiano más fácil. No admitía, por ejemplo, que una lata, caja o cualquier utensilio se le resistiera.
Su mujer acudía entonces y lo solucionaba. Claro que eso a él, tan suficiente y tan listo, en el fondo, le molestaba. Sentía como si le degradara, y en vez de darle las gracias, profería toda clase de improperios contra el fabricante y, demasiadas veces, contra ella. Incluso su cara era la de un hombre siempre enfadado.
De todos los objetos inútiles según él, el colmo fue un papel higiénico de capa sencilla que se pegaba al rollo y no había forma de despegarlo.
Tampoco esto tenía ninguna dificultad para ella. Su lema era siempre “más vale maña que fuerza”. Pero, claro, a la larga molesta tanta queja. Tanto, que incluso pensó facilitarle la tarea: tiraría del papel al usarlo y le dejaría colgando un trozo.
Con lo fácil que sería, pensaba yo al escuchar sus voces a través del tabique sin poder evitarlo, que él supiera respetar esa especie de sabiduría en ella; que la alabara, de vez en cuando al menos, porque a ella, tan callada, se la veía siempre tan triste...

Seguro que esta buena mujer llevaba tiempo pensando que la felicidad consiste en los pequeños detalles, al parecer sin importancia. Porque un buen día se cansó, y ni corta ni perezosa cogió la cola y pegó aún más el filo del papel higiénico. Después preparó su maleta y se marchó.

Ahora me cuenta en el whatsapp que, al llegar al hotel donde trabaja, entra en el cuarto de baño y lo primero que toca es el rollo de papel. Y que, justo en ese instante, mira hacia el espejo y éste le devuelve su sonrisa.

                                                                             La palabra también mata poco a poco.