Alicia escuchaba el repiqueteo del agua en el patio acurrucada en la cama. Otoño, lloviendo y con una hora más de sueño para alargar la mañana del domingo, pensó. No sucedía igual cada primavera cuando en vez de retrasar la hora la adelantaban. Al acordarse de lo mal que lo pasaba bostezó. Se levantó a beber agua y, como hacía siempre, buscó la luna a través de la cristalera que daba al pequeño huerto. Debería estar en cuarto menguante. Las nubes le impedían divisarla, pero al refregarse los ojos creyó verla llena y alegre como ella.
Llena y alegre como ella. Viva Alicia. Viva la luna. Plena.
ResponderEliminarAbrazo. Fuerte.
Una entrada llena de luz
ResponderEliminarun abrazo desde Miami
Un sueño... esta noche hemos tenido una hora más para soñar.
ResponderEliminarMe gusta tu relato, Isabel.
Besos
Me gusta lo positiva que es tu protagonista.
ResponderEliminarBesos, Isabel
Muy bonito, me encantó leerte. Besos.
ResponderEliminarMi estación preferida. En Sevilla es una delicia el otoño.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias por vuestros comentarios y a cuidarse mucho.
ResponderEliminarSííí, hay que mirar bien siempre, como ha hecho Alicia. Abrir los ojos, restregarlos si hace falta, fijarse con atención.
ResponderEliminarUna LUNA casi escondida y enclenque, bien mirada, puede mostrar de pronto una hermosa y brillante redondez. Como todo.
Besos de UVA.